Durante
quinientos años, el mar Báltico tenía en sus profundidades una embarcación de
la era renacentista, un barco que se hundió cerca del mismo momento en que
Cristóbal Colón iba camino a América por primera vez. La flota de Colón
desapareció hace mucho tiempo, pero esta embarcación renacentista apenas
resurgió, impresionantemente
bien conservada gracias al agua gélida del Báltico.
La primera pista de que estaba ahí data de 2009, cuando
una revisión sonar de la Administración Marítima de Suecia encontró un punto anómalo en el
lecho marino. A principios de este año se introdujo una cámara robótica operada por un equipo
comercial que estaba buscando un gasoducto: avistó una masa enorme en
vez del lecho típico.
Eso
llevó a un equipo internacional de científicos a bajar robots submarinos
en marzo pasado para explorar y documentar lo que resultó ser la embarcación.
“Es
algo increíble”, dijo Rodrigo Pacheco-Ruiz, arqueólogo de la Universidad
de Southampton que estuvo a cargo de la investigación. “Seguimos un poco atónitos”.
La
falta de oxígeno en las profundidades heladas de ese mar suelen mantener lejos
a las criaturas que se comen la madera de barcos naufragados. Los
mástiles y tablas en ocasiones se desintegran hasta volverse parte del lodo del
lecho después de siglos de desgaste y los colonizadores acuáticos.
Sin embargo, la embarcación en el Báltico, cuyo hallazgo
fue dado a conocer el 22 de julio, seguía prácticamente intacta cuando la encontró el equipo, que
incluye a varios doctorandos. El casco estaba preservado desde la cubierta hasta la quilla, al
igual que los mástiles y parte del cordaje del barco. En la cubierta aún estaba
un pequeño barco de madera
pensado para llevar a la tripulación desde y hacia la embarcación más grande.
También estaban a la vista varios artículos que pocas veces se han observado en
tal estado, como una bomba de sentina de madera y un cabrestante, un cilindro
amplio usado para recorrer el largo de una cuerda. El ancla también
seguía ahí; su presencia sirvió para estimar la fecha del naufragio:
Pacheco-Ruiz dijo que sucedió a finales del siglo XV o principios del siglo
XVI.
Se
desconoce la identidad del barco, que ha sido apodado Okänt Skepp, "embarcación desconocida"
Es probable que el navío fuera una embarcación de
mercancía y no una de guerra, pero aún así contaba con cañones sobre pivotes, una “prueba de las
tensiones” marítimas en ese momento, de acuerdo con el comunicado sobre
la expedición.
Pacheco-Ruiz comentó en entrevista que el barco
naufragado parece tener
entre 15 y 18 metros de largo. En comparación, se cree que la Santa María de la expedición
colombina era de unos 18 metros y que la Niña y la Pinta eran de unos 15 metros.
Los registros indican que la
Santa María tenía 52 integrantes de tripulación y que los otros dos buques contaban
con dieciocho personas a bordo.
Todavía no se determinan el origen ni nombre de la embarcación,
por lo que ha sido apodado Okänt Skepp, “barco desconocido” en sueco.
Pachecho-Ruiz y su equipo, que
han mantenido en secreto la ubicación exacta del navío para evitar que lo
alcancen cazatesoros y chatarreros, planean regresar para otra ronda de exploraciones
en la que intentarán sacar
del sitio un tablón. Con análisis en laboratorio de la madera antigua, se podría datar con un margen de
un año desde que fue adquirida por los humanos, según Pacheco-Ruiz, para
establecer exactamente
cuándo fue construido y llevado a altamar.
La embarcación naufragada en el Báltico fue explorada por robots
submarinos, uno de los cuales fue lanzado de este barco, el Stril
Explorer.
El
equipo arqueológico iluminó la embarcación naufragada con luces brillantes y
tomó miles de imágenes de alta resolución; con ayuda de una computadora,
unieron esas fotografías para crear retratos detallados que parecieran casi tridimensionales.
Con las imágenes compuestas se puede ver el barco casi completo; en contraste, un mosaico de fotografías
únicas no llega a dar cuenta de lo enorme que es el buque.
Johan Rönnby, el director del Instituto de
Investigaciones de Arqueología Marina de la Universidad de Södertörn, que
también fue parte de la expedición, dijo en entrevista que los retratos al barco naufragado
son particularmente importantes porque dan un vistazo al desarrollo temprano de
embarcaciones en la era de exploración marítima global.
“Es
especial porque está extremadamente bien preservado”, dijo. “De verdad
luce fantástico”.
A lo largo de los años ha sido posible para los
arqueólogos marinos aprender
mucho sobre la era de la exploración y sus flotas de embarcaciones altas,
“pero todavía hay brechas”, dijo Rönnby. El descubrimiento en el Báltico puede
ayudar a llenar algunos de esos vacíos.
“Este
tipo de descubrimientos son realmente, realmente importantes para nuestra
comprensión histórica”, indicó Rönnby.
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