Con
sabiduría, es decir, con luz divina y buena conciencia, siempre puedes decidir lo mejor
para tu vida.
No sacrifiques el ahora atrapado en el mundo de las
ilusiones o la melancolía.
Ganas
paz con el perdón y, cuando todo habla de destrucción, cree que el sol volverá a
brillar.
Medita
sobre tus errores sin entregarte a la pena, serénate y
enfrenta el destino con ánimo resuelto.
Una
pausa orante saca tristezas del corazón y da temple a la
confianza cuando soplan vientos contrarios.
La
esperanza te da fuerzas y así puedes acallar las viejas
dudas y dominar los nuevos
temores.
No
cargues tu pasado, muéstrate diligente y decidido y
disfrutarás de ventajas inesperadas.
Para
aquel que tiene intenciones puras no hay derrotas definitivas y un día vuelven a soplar vientos favorables.
Siempre
puedes superar las dificultades si te apoyas en la luz de la sabiduría, el
poder del amor y en la experiencia.
Con
mucho amor y suficiente paciencia las contrariedades se van
paso a paso y llegan tiempos luminosos.
Debes
restarle importancia a los errores, aprender de ellos,
dejar de culparte y renovar tu confianza.
Si
surgen nuevos problemas también surgen nuevas soluciones;
por lo mismo, no te hundas en la ciénaga del desespero.
Con
un corazón inteligente encuentras las soluciones adecuadas
y tu abatimiento se transforma en esperanza.
No
te aísles, comparte con los demás, persevera y no pierdas el ánimo. Con una voluntad firme siempre
logras salir airoso.
Cuando eres firme y constante vences la fatiga, alejas las
sombras, dominas tus inquietudes y apoyas a otros.
Cree
más en Dios y en ti, no te detengas en asuntos de poca
monta y recuerda que la fe y el amor son tu mejor apoyo.
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