Los
insultos, las amenazas y las agresiones físicas forman parte del día a día de
los profesionales sanitarios
En los últimos siete años se registraron casi 3.500 agresiones,
aunque no todas se contabilizan
"Durante
algún tiempo, cuando iba a trabajar, antes de bajarme del coche miraba el
espejo retrovisor. Recibía amenazas y era inevitable sentir miedo".
Detrás de esta confesión no está ningún miembro de un cuerpo de seguridad sino
un médico de urgencias asturiano al que un paciente, cabreado por tener que
esperar una ambulancia, propinó dos puñetazos que le provocaron importantes
lesiones en un ojo y en un oído.
El caso de Felipe Piedra lejos de ser una anécdota se ha
convertido en algo demasiado habitual en nuestros centros médicos. Amenazas, insultos, coacciones,
injurias, vejaciones y en el peor de los casos agresiones físicas forman parte
del día a día de médicos, enfermeras, auxiliares administrativos o celadores,
que sufren las consecuencias de la presión asistencial, fruto de años de
recortes.
Según datos del Observatorio de Agresiones de la
Organización Médica Colegial de España (OMC), en los últimos siete años se han
registrado 3.429 agresiones a médicos. Y lejos de disminuir, en 2017 se
incrementaron un 4%, hasta los 515 casos (un 56% de ellos fueron amenazas, un
32% insultos y un 12% agresiones que conllevaron lesiones, de las cuales un 49%
fueron físicas y un 51% psíquicas).
La Central Sindical Independiente y de Funcionarios
(CSIF) denuncia que estas cifras son sólo "la punta del iceberg".
"Tenemos constancia
de que la mayoría de los incidentes no se registran por diferentes motivos:
miedo, falta de apoyo, tiempo, desprotección, falta de protocolos efectivos..."
Aunque se producen agresiones en todos los centros, los
de atención primaria se llevan la palma (con un 53%), seguidos de los
hospitales (21%). Mientras que por comunidades autónomas, Andalucía se sitúa a
la cabeza, con 122 agresiones, seguido de Cataluña (98) y Madrid (84).
"Los
médicos de atención primaria son los que están más desprotegidos. La
mayoría de los centros de atención primaria de la Comunidad de Madrid no
cuentan con vigilantes de seguridad privada. Aunque los centros están
conectados con las comisarías de la zona, a veces el tiempo en que tardan en
llegar los efectivos policiales es suficiente para que se produzca la agresión.
Tampoco está generalizado
el botón del pánico en los teclados de los ordenadores, que sirve para que el
médico que se encuentra solo en la sala pueda dar la voz de alarma y acudan el
resto de compañeros, la Policía...
Sólo los más modernos cuentan con esos teclados",
denuncia Pedro Borraz, responsable de salud laboral de UGT en Madrid.
En los centros de especialidades sí hay vigilancia, así
como en los hospitales, y ahí no son los médicos los que están tan expuestos
sino los enfermeros, auxiliares, piedra angular de las plantas, o los
administrativos, los primeros en dar la cara.
Han pasado tres años, pero Felipe Piedra, de 55 años,
médico adscrito al servicio de Urgencias del Hospital Valle de Nalón, conserva
aún muy fresco el recuerdo de la agresión que sufrió. "Nos llegó un
paciente de un accidente de tráfico.
Necesitaba
que le hicieran un escáner, pero como ese día no se podía hacer la prueba en
nuestro centro había que derivarlo a otro hospital, por lo que debía esperar
una ambulancia. Un celador me advirtió de que estaba encarándose con el
resto de pacientes que estaban en la sala de espera y que mostraba una actitud
agresiva, por lo que me acerqué a hablar con él para intentar tranquilizarle. Y
cuando le estaba explicando la situación, me propinó dos puñetazos.
No me dio tiempo a reaccionar, en seguida llegaron otros
compañeros y entre todos conseguimos reducirlo. Decía que si le pasaba algo,
nos hacía responsables", cuenta.
El
primer golpe le dio de lleno en un ojo y el segundo le alcanzó el pabellón
auditivo de la oreja izquierda. Unas lesiones por las que el facultativo estuvo
más de 15 días medicándose. "No me cogí la baja por la sobrecarga
asistencial y porque no quería fastidiar a mis compañeros. Pero no me
encontraba bien y tuve que tomar medicación por las lesiones. Además, tuve que
tomar precauciones en las entradas y salidas del hospital porque recibí
amenazas de mi agresor y su entorno".
El 7
de noviembre de 2016 la justicia falló a favor de Piedra. El paciente
fue condenado por un delito de atentado y condenado a una pena de cuatro meses
de prisión, dos meses de inhabilitación y al pago de una multa de 500
euros.Piedra está satisfecho con la atención que recibió por parte del Servicio
de Salud del Principado de Asturias (Sespa), pero considera que debería haber
más medidas de protección y vigilantes para evitar agresiones. "La sobrecarga asistencial hace
que los médicos dispongamos de poco tiempo para tratar a los pacientes.
La gente se poner nerviosa por los retrasos en la asistencia, por la falta de
medios... y nosotros somos los que damos la cara y los que, en ocasiones,
tenemos que asumir tareas que no nos corresponden como contener a los
pacientes", se queja.
Recortes presupuestariosSegún datos del Observatorio de
la OMC, el 40% de las
agresiones se producen por discrepancias en la atención médica; el 10%
por el tiempo en ser atendido; el 12% por no recetar lo propuesto por el
paciente; el 15% por discrepancias personales; el 10% por informes no acordes a
sus exigencias; el 6% en relación a la incapacidad laboral; el 7% por el mal
funcionamiento del centro; y el 15% por otras causas.
"Los recortes están, sin duda, detrás de este
aumento de las agresiones. Las listas de espera provocan que la gente pierda la
paciencia y se deteriore la relación entre médico y paciente", explica
Gracia Álvarez, secretaria de salud de UGT.
"Hay
muchos nervios en los centros, sobre todo, en los que tienen más presión y
donde los médicos tienen que atender en una mañana o una tarde entre 60 o 65
pacientes. Eso es una barbaridad. De esta manera, se está creando un
caldo de cultivo idóneo para que se produzcan agresiones. Es urgente que haya
una menor presión asistencial", reclama Borraz. Una opinión que comparten
desde CCOO.
"Los recortes explican en gran parte el aumento de
las agresiones porque se ha incrementado de forma considerable la presión
asistencial, sobre todo en los centros de atención primaria y las urgencias,
que es donde más agresiones hay porque es donde más se produce el
colapso", señala Antonio Cabrera, secretario general de la Federación de
Sanidad y Sectores Sociosanitarios de este sindicato.
Precisamente, en un servicio de urgencias de atención
primaria en Granada fue donde agredieron a A. G. una veterana doctora de 58
años hace poco más de un año. Era domingo y estaba de guardia de 24 horas.
Salió a llamar al paciente que le tocaba por turno y una mujer se levantó y le
espetó: "Y a mi hijo cuándo lo vas a llamar". A. G. le comentó que no
le habían dicho que fuera tan urgente y que al tratarse de un chichón debía
esperar el turno. En ese momento, la hermana del niño de 11 años se acercó
hasta ella y le dijo: "Me
lo llevo, pero si le pasa algo vendré a buscarte" y seguidamente le
propinó un fuerte bofetón que la dejó aturdida y con las gafas en el suelo.
Ansiedad y miedoA. G. denunció la agresión y como al día siguiente empezaba sus
vacaciones pensó que se olvidaría de aquel episodio, pero no fue así. "La
noche anterior a volver a incorporarme lo pasé fatal.
Me
generaba muchísima ansiedad volver a enfrentarme a los pacientes. Estuve
de baja un tiempo, me sentía frágil y con miedo. Finalmente, pedí el traslado a
otro centro". Aunque las partes llegaron a un acuerdo y recibió una
indemnización por el tiempo que estuvo de baja, A. G. todavía se estremece
cuando atiende a un paciente y éste alza la voz. "Es entonces cuando todo
te viene a la cabeza". Su agresora fue condenada a cinco meses de cárcel,
a pagarle una indemnización de alrededor de 2.500 euros y tuvo que pagar una
multa al Servicio Andaluz de Salud. Conscientes de la magnitud del problema,
desde la Administración se han puesto en marcha dos vías de actuación. Por un
lado, se creó en 2016 un grupo de trabajo para hablar sobre este asunto -que
apenas ha avanzado- y desde la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio
se ha creado la figura del interlocutor policial sanitario, una iniciativa que
ha tenido buena acogida entre los profesionales sanitarios, aunque consideran
que no se ha implantado de forma suficiente. La situación es de desprotección
absoluta. Si no tomamos medidas pronto, esto se va a ir de las manos",
denuncian desde CCOO.La Organización Médical Colegial reconoce que se dio un
importante paso en la lucha contra este problema cuando, tras la reforma del
Código Penal, que entró en vigor el 1 de julio de 2015, las agresiones a
sanitarios que trabajan en el sector público pasaron a considerase delito de
atentado contra la autoridad, algo que piden, no obstante, que se extienda a la
sanidad privada, donde en 2017 se produjeron un 13% de las agresiones
registradas a través de los colegios médicos. Además, reclama que las
agresiones a sanitarios sean consideradas como violencia social y que sean
penadas con los mismos criterios en todas las Comunidades Autónomas. Medidas de
prevención
Por
su parte, desde las organizaciones sindicales exigen la puesta en marcha de
medidas de prevención para anticiparnos e impedir que se produzcan nuevas
agresiones. "Debemos avanzar en la prevención proactiva",
señala Pedro Borraz, responsable de salud laboral de UGT en Madrid, y en
mejorar el registro de casos para conocer bien el problema al que nos
enfrentamos y poder actuar". Sin duda, es fundamental la creación de un
"Sistema de Información de Agresiones del Sistema Nacional de Salud, así
como protocolos contra las agresiones", añaden desde el CSIF.También
reclaman el aumento y la mejora de la eficacia de las medidas de seguridad en
los centros de trabajo, instaurando en todos los centros de salud del botón
antipánico, además de aumentar la seguridad privada y las plantillas. "Se
necesitan más profesionales para evitar la saturación de los centros. Es algo
imprescindible", señalan desde CCOO.
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