La
campaña del gobierno chino “Diez minutos felices” anima a los niños a hacer ejercicio
al menos 10 minutos al día.
Lucía como una medida loable para mejorar la salud pública
en un país que enfrenta tasas
alarmantes de obesidad infantil.
Pero la publicidad no mencionaba la importancia de evitar la comida
chatarra y mermar
bebidas azucaradas tan altas en calorías.
Son productos que se han vuelto omnipresentes en la segunda economía
más grande del mundo.
Resulta que el mensaje acerca de que el
ejercicio por sí solo es la mejor opción fue producto de Coca-Cola.
También de otros gigantes occidentales de alimentos y bebidas procesadas
con mucho dinero y escasa o nula ética.
Varios estudios prueban cómo estas empresas han ayudado
a dar forma a décadas de falsa ciencia y malas políticas públicas en China.
Todo para ocultar que la obesidad y enfermedades como diabetes tipo
2 e hipertensión sí están relacionadas con la alimentación.
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