Futuro:
lo que nos encanta que alguien, o algo, nos indique exactamente cómo será.
Ese ha sido, en cierto modo, uno de los deseos casi universales en diversas
culturas y a lo largo de la historia. Pitonisas, astrólogos, magos, druidas y chamanes tirando
los huesos o mirando el vuelo de los pájaros… Sobre todo, el interés ha estado
puesto en despejar la incertidumbre y prever futuras amenazas. Para prepararse,
para anticiparse.
Así
que cuando descubrimos que el futuro no existe, parece un chascazo. Si
no existe, como un único “lugar”, por mucha tecnología, ciencia o, quien sabe,
¿magia? que aplicásemos, nada podremos ver. Y sin embargo, existen los prospectivistas y todo un
conjunto de profesionales que trabajan futuros en plural. Porque lo que
sí existe, recordemos, es
el horizonte de posibilidades (futuros en plural). Es aquí donde los
escenarios futuros juegan un papel clave
¿Escenarios
de futuros, qué son?
Por escenarios de futuro, en ocasiones se puede referir a métodos y técnicas más o menos creativas y especulativas/proyectivas, o incluso basadas en datos, que producen unas visualizaciones del mundo en un momento futuro determinado y concreto.
En otras ocasiones, se puede referir a las visualizaciones en sí, que
a su vez pueden servir para fines comunicativos, o como herramientas para trabajar la estrategia o
las políticas públicas.
Y en otras ocasiones, sobre todo en el mundo de la
política, simplemente se
refiere a consecuencias posibles de una sola tendencia, como cuando se especula
con posibles resultados de unas elecciones.
Ahora, no funcionan siquiera como escenarios concretos,
puesto que no presentan por completo la riqueza de un escenario (con sus
actores, sus agentes, su entorno visual…), como una descripción de una realidad
o mundo (como si fuera una novela de ciencia-ficción). Más bien son proyecciones.
Un
escenario de futuro se presenta como una posible realidad, como un posible o
incluso probable presente del mañana. Probable si se fundamenta en
métodos muy cuantificados, en análisis de datos.
Un
escenario debe presentar una descripción mínima de ese “mundo”, con unos
elementos narrativos (ya sea en forma de datos proyectivos o más
literarios, o estéticos) que permitan hacerlos común(icables) a otras personas.
Es
aquí donde nos hacemos pues la siguiente pregunta
¿Para
qué sirven?
A veces puede parecer que el trabajo de un prospectivista, o cualquier profesional que juegue con estos métodos, sea el de presentar escenarios de futuros. No necesariamente.
Un
escenario de futuro no es una finalidad.
Se
pueden entender como herramientas para la reflexión, el debate, y la antesala
para la planificación estratégica. Ya sea en el contexto de empresas,
instituciones públicas, gobiernos, o la opinión pública.
Cualquier contexto.
Dicho de otro modo, un escenario es una descripción coherente de un mundo futuro concreto, que permita como mínimo entender tanto los cambios que han producido esa realidad posible, así como los retos, las consecuencias, o las oportunidades que ese nuevo mundo podría acarrear.
Hay
diferentes caminos y técnicas, que, como todo en la vida, dependen del objetivo
último del proyecto por el cual se propuso hacer un análisis hacia futuros.
Y también depende de la mirada metodológica: son
distintos los métodos y técnicas que usaba un prospectivista de hace 50 años,
que uno de hoy en día, que un diseñador especializado en futuros, a que una
creatiao que busca nuevos acercamientos estratégicos. Tenemos técnicas de todo tipo para dar con ellos.
Algunas sencillas, algunas muy sofisticadas. De todo esto iremos hablando poco
a poco.
Vale,
¿cómo son esos métodos y técnicas?
Cuando hablamos de futuro, nos viene a la mente, de nuevo, la idea de que o está pre-escrito (es uno, está pre-definido por el universo, cosas del estilo), o aunque entendamos que no existe y trabajamos con abanicos de posibilidades, probabilidades y otros conos del montón, se “crea” a partir de nuestras acciones y (o solo en exclusiva) también a partir de otros factores del entorno.
El método que asociaríamos a esta idea es la extrapolación de
tendencias y fuerzas. Es el método más clásico, que más confianza genera
en ciertos campos (sobre todo en el mundo corporativo, pues en parte se enseña
aun en escuelas de ADE). Y
en vigilancia tecnológica, o en campos muy afectados por un aire
tecnodeterminista.
Y el que, valga decirse, se ha ido abandonando por diversos motivos como método
principal o exclusivo en los Estudios de Futuros. Desde hace varias
décadas según tenemos entendido.
La
extrapolación consiste en investigar todos los cambios, dinámicas, corrientes
sociales, políticas, económicas y de otra índole, de manera preferible
cuantificado, en forma de datos numéricos, para luego dar con una
visualización de las tendencias y fuerzas de un entorno que se decida
investigar.
Una vez se ha dado con ello, entonces, se calcula, o especula, en base a la
dirección que siguen esas tendencias, hacia dónde pueden seguir desplazándose
en el futuro. Así, con un puñado de tendencias de diferentes índoles del
entorno, se pueden dibujar escenarios. Lo más seguro es que consistan en
escenarios de futuros probables.
Si ha dejado de ser un método atractivo en Estudios de
Futuros como método principal es por muy diversos motivos, por ejemplo:
La casuística de los cambios nunca se puede entender ni de manera aislada, ni de manera mecánica acción-reacción. Dependen y forman parte, las tendencias, de sistemas-de-sistemas complejos
Observar un patrón de movimiento no implica
necesariamente que se vaya a mover de manera infinita igual en el futuro. Esto hasta el viejo Malthus lo
intuía en su teoría demográfica ya vencida
Sí,
hay fuerzas muy sólidas que tienen una inercia arrolladora, como el
crecimiento de la población mundial. Pero aun así podríamos pensar en lo
siguiente…
Los cambios están cambiando, valga la redundancia. Estamos en tiempos muy extraños,
donde como dice Sardar en Welcome to Postnormal Times “las viejas ortodoxias han muerto y aun no se han
consolidado las nuevas normalidades“. Aunque esto dará lugar a otros
contenidos, los marcos y los patrones sociales, políticos, ecológicos o culturales,
por citar, están dejando de ‘evolucionar’ a la vieja usanza
¿Y qué se usa hoy en Estudios de Futuros (y sí, en diseño también)?
En algunos apuntes y bibliografía se catalogan los
métodos de escenarios de futuros entre deductivos e inductivos. El método de extrapolación sería
del tipo deductivo, por ejemplo.
Algunos métodos, el más famoso, quizás consiste en
detectar y analizar las características de las fuerzas moldeadoras de un
entorno dado, y crear
matrices de posibilidades. Ahí anda el ejercicio que podemos ver en
Despensar el futuro en forma de matriz de dos ejes. Hablaremos con más calma de éste.
Otros, inspirados en explorar los mejores y peores
escenarios para pensar estrategias muy polarizadas, trabajar el pensamiento
estratégico, pueden inspirarse a su vez en usar arcos narrativos habituales en
nuestra cultura, como los cuatro escenarios de Jim Dator.
Y
luego, existen métodos más específicos y objeto-céntricos que han emergido en
el campo híbrido de diseño y futuros.
Por escenarios de futuro, en ocasiones se puede referir a métodos y técnicas más o menos creativas y especulativas/proyectivas, o incluso basadas en datos, que producen unas visualizaciones del mundo en un momento futuro determinado y concreto.
A veces puede parecer que el trabajo de un prospectivista, o cualquier profesional que juegue con estos métodos, sea el de presentar escenarios de futuros. No necesariamente.
Dicho de otro modo, un escenario es una descripción coherente de un mundo futuro concreto, que permita como mínimo entender tanto los cambios que han producido esa realidad posible, así como los retos, las consecuencias, o las oportunidades que ese nuevo mundo podría acarrear.
Cuando hablamos de futuro, nos viene a la mente, de nuevo, la idea de que o está pre-escrito (es uno, está pre-definido por el universo, cosas del estilo), o aunque entendamos que no existe y trabajamos con abanicos de posibilidades, probabilidades y otros conos del montón, se “crea” a partir de nuestras acciones y (o solo en exclusiva) también a partir de otros factores del entorno.
La casuística de los cambios nunca se puede entender ni de manera aislada, ni de manera mecánica acción-reacción. Dependen y forman parte, las tendencias, de sistemas-de-sistemas complejos
¿Y qué se usa hoy en Estudios de Futuros (y sí, en diseño también)?
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