Vivimos
en un mundo donde todo va a la velocidad de la luz y los cambios son
constantes; quedarse un instante parado es quedarse obsoleto. Hoy,
quedarse parado es ser un “jefecillo”,
que dirige el equipo casi a empujones, es decir, sin tener objetivos claros; está pendiente del error, sin espacios para compartir, sugerir, construir.
El
entorno hoy requiere personas versátiles, capaces de aprender mientras crean,
hacen o deshacen. Necesita
un ambiente de confianza. Una gran parte de la responsabilidad de los
ambientes organizacionales son los comportamientos diarios de los líderes y de
todos aquellos que gestionan personas. Ahora se trata de integrar y mantener enchufado al
equipo, predicando con el ejemplo, para alcanzar el objetivo común.
Evolucionar de la cultura del “jefecillo” a un liderazgo
que comprometa lleva su tiempo, a pesar de la velocidad con la que vivimos los
cambios. Esto va de
personas y requiere una transición inteligente, que integre a todos los
implicados para mantener a todo el mundo comprometido con el proyecto.
¿En
qué consiste el liderazgo colectivo?
El liderazgo colectivo supone que todos los miembros del equipo se empoderan para hacer y conseguir los objetivos con su desempeño, a la vez que lo hacen fácil sumando a los otros.
Las
claves para que ocurra sin estragos son mantener una comunicación fluida y de
calidad. Esto se puede conseguir si evitamos muchos intermediarios con
estructuras jerárquicas complejas: lo sencillo es amigo de lo eficiente. La jerarquía vertical dentro de
la empresa tiene los días contados. El modelo tiende hacia un sistema horizontal, más ágil y
flexible, que integre a todos los colaboradores.
Eliminando
las barreras
Instaurar una holocracia dentro de la empresa, en la que la toma de decisiones se distribuye de manera horizontal, ayuda a eliminar las barreras de los antiguos sistemas jerárquicos.
Los
propios empleados eligen los roles para los que están más capacitados en cada
proyecto. La motivación florece en todos los colaboradores y los dota de
libertad para sacar todo su potencial.
Eliminar
estas barreras lleva implícito un cambio de mentalidad por parte del líder.
Para empujar con fuerza en un mismo sentido, todos los colaboradores deben
tener esa ambición y ese objetivo marcado. El líder debe aprender a empoderar y
delegar de verdad, esto
es, confiar en el equipo, lo que requiere formar a nuevos líderes que se ocupen
de tareas específicas para mantener cohesionado el grupo.
Todo esto conlleva un cambio de mentalidad en la cultura empresarial hacia un
modelo de dirección más dinámico donde los empleados vivamos la empresa
como si fuese el fruto de nuestro saber hacer y nos convirtamos en parte de sus
resultados, alegrándonos de sus éxitos, pues hemos contribuido a ellos. Y lo haremos con un espíritu
similar al de un emprendedor, que todos los días tiene que ganarse la confianza
del cliente trabajando con pasión como si fuese la primera vez para que
vuelvan a elegirle.
Te animo a que reflexiones sobre cómo lo estás haciendo o
cómo lo están gestionando contigo. Esto va rápido y la alternativa es evolucionar, además de adaptarse.
Cada
día las empresas necesitan líderes que sean capaces de manejar a sus equipos
para motivarlos y sacar lo mejor de ellos.
Aprende
a sacar lo mejor de ti y de tu equipo.
que dirige el equipo casi a empujones, es decir, sin tener objetivos claros; está pendiente del error, sin espacios para compartir, sugerir, construir.
El liderazgo colectivo supone que todos los miembros del equipo se empoderan para hacer y conseguir los objetivos con su desempeño, a la vez que lo hacen fácil sumando a los otros.
Instaurar una holocracia dentro de la empresa, en la que la toma de decisiones se distribuye de manera horizontal, ayuda a eliminar las barreras de los antiguos sistemas jerárquicos.
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