Casi
el 90% de las ciudades chinas incumplieron el pasado año los estándares
nacionales de calidad del aire, según un estudio del Ministerio de
Medioambiente que, paradójicamente, subraya una mejoría del cuadro general.
Ocho
de las 74 ciudades estudiadas han bajado de los niveles de partículas PM2,5,
que miden la contaminación atmosférica, cuando el pasado año apenas
fueron Haikou (isla de Hainan), Lhasa (capital de Tíbet) y Zhoushan. A las tres
ciudades anteriores se han sumado este año Shenzhen, Huizhou, Zhuhai, Fuzhou y
Kunming.
El tibio avance supone el primer signo de que la "guerra contra la contaminación"
que anunció el presidente, Xi Jinping, para aliviar uno de los problemas que
más preocupan a la población. "La gestión ha empezado a mostrar signos de impacto", ha
explicado hoy el ministerio.
Según sus cuentas, las principales ciudades chinas han registrado un 66% de días
con aire aceptable durante el año, un incremento respecto al 60% del
pasado.
Menos cambios se han registrado en la lista de las diez
ciudades más contaminadas del país, que conserva a siete de ellas situadas en
Hebei, la provincia que abraza Pekín.
La
abundante industria pesada de Hebei y la dificultad de reducirla sin limar el
desarrollo económico son las culpables de que los aires de la capital continúen
ennegrecidos a pesar de que todas las medidas tomadas por el Ayuntamiento.
Los esfuerzos por encontrar nuevas vías productivas en
Hebei han sido hasta ahora improductivos.
China
crea una flota de drones para combatir la contaminación
Baoding
(Hebei), una ciudad de 11 millones de habitantes, ostenta este año el dudoso
honor de contar con el peor aire del país.
La polución causa en el país 1,2 millones de muertes
anuales, según uno de los muchos estudios que en los últimos tiempos han
certificado el daño que causa en la salud.
Hace
años que Pekín incluye la lucha contra la contaminación como uno de los pilares
básicos de sus discursos junto a la corrupción.
Sus esfuerzos por mejorar la calidad del aire se
enfrentan a la aún gran dependencia del carbón y las necesidades productivas e
industriales de un país que
tiene todavía a cientos millones de personas a los que sacar de la pobreza.
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