Cuarta
revolución industrial
"La
cuarta revolución industrial no será el resultado de una sola tecnología
disruptiva, sino de las interrelaciones y la combinación de dichas tecnologías utilizadas
para hacer cosas".
Avances
en automatización, como las tiendas sin cajeros o los robots asistentes en los
aeropuertos, sacan a flote una vez más los dilemas éticos en las industrias que
podrían sobrevenir al reemplazar las tareas de un humano con máquinas
inteligentes.
Nicholas Davis, un referente internacional en la tan
aclamada cuarta revolución industrial, aseguró que cuanta mayor influencia hay,
también hay más responsabilidades y que con miedo no hay mucho que se pueda
hacer.
Algunos
expertos defienden que la siguiente revolución industrial se disparará gracias
a determinada tecnología, ¿qué opina?
Como las tres anteriores, la cuarta revolución industrial
no será el resultado de una sola tecnología disruptiva, sino de las interrelaciones y la combinación de
dichas tecnologías utilizadas para hacer cosas.
Analicemos, por ejemplo, la biotecnología, donde se
necesitan el análisis de datos, el ‘machine learning’ aplicado y los avances
que se han hecho en los laboratorios en materia biológica. Todo eso es necesario para
hablar de terapias genéticas. Podemos hablar de muchas tecnologías, ‘blockchain’, inteligencia artificial y
aprendizaje automático,
pero nada podrá hacerse con ellas si no hay una economía digital madurada.
¿Qué valores deben guiar la cuarta revolución industrial?
Los
dos valores principales son: que el desarrollo esté centrado en los seres
humanos, en su entendimiento, y la promoción de la inclusión, es decir,
el entendimiento no de algunos, sino de todos.
Sabemos que revoluciones previas han generado desafíos de cambio climático como la
pérdida de biodiversidad y los desechos en los mares, que son resultado
de la producción y el consumo masivo. Por eso, la cuarta revolución industrial debe procurar
trabajar por la sostenibilidad.
¿Quiénes deben liderar la adopción de esos valores?
Todos debemos hacer oír nuestras voces, pero mientras mayor sonoridad
tenemos, más responsabilidad existe. Los medios de comunicación, los
líderes de los negocios y los líderes del gobierno tienen grandes voces y
responsabilidades.
La
cuestión es pensar en la inclusión también en aras de la productividad y
la eficiencia. Si se ponen la eficiencia y la productividad primero, pensando
en que la inclusión será algo que vendrá después del tiempo, hay que
preguntarse: ¿vamos a ser eficientes, pero en un periodo muy corto de tiempo o
para un reducido grupo de personas?, o ¿existe eficiencia, pero vamos dejando
ineficiencias en los alrededores como la basura y el impacto negativo en el
medioambiente?
Hay
temor por la automatización de los trabajos. ¿Las personas deberían tener
miedo?
El
miedo nunca es una buena posición para empezar. A lo largo de la
historia, los trabajos siempre han cambiado. De hecho, más que los trabajos son
las tareas que realizamos lo que cambia. Si bien existen titulares que nos
asustan, debemos ser
precavidos, yo me siento en un lado mucho más optimista.
Todos
los trabajos cambiarán, pero las preocupaciones son mayores en algunas
ocupaciones que no han tenido que adaptarse durante las décadas pasadas.
Creo que hay miedo a tener que ser disruptivo con uno mismo.
Podemos hablar de muchas tecnologías, ‘blockchain’,
inteligencia artificial y aprendizaje automático, pero nada podrá hacerse con
ellas si no hay una economía digital madurada
¿Qué
se puede hacer?
Debemos apoyar a las personas a las que el cambio les
cuesta. Pero eso significa apoyar
a la gente y no los trabajos.
No es buscar que nada cambie. La meta debe ser una vida más próspera y
sostenible, en la que las personas sean felices con el trabajo y exista el
trabajo, porque es algo muy significativo para los seres humanos. Pero
un trabajo de toda la vida sentado en un autobús no es precisamente algo para
creer que se está avanzando hacia el futuro.
Hay que entrenar a las personas, por ejemplo, a quienes
alimentan palomas en la plaza para tomar fotos. El reto está en cómo llegar y ofrecerles nuevas oportunidades.
Este tipo de desafíos son los que necesitan más innovación.
Hay
quienes creen que las ganancias que generen las máquinas deben destinarse a un
pago a los humanos, el concepto de ‘universal basic income’ (UBI). Otros
critican ese modelo. ¿Qué piensa?
El
UBI me parece una idea innovadora de política pública que puede llegar a ser un
poco radical. Me parece excelente que se hagan experimentos para
entender dónde y en qué contexto funciona. El modelo no sirve si simplemente se
adhiere al sistema actual, pero, si se crean oportunidades para que ciertas
comunidades más vulnerables tengan un apoyo gracias a ese ingreso básico, el
modelo tiene todas las de ganar.
Por ejemplo, experimentos en Canadá mostraron que madres
adolescentes beneficiarias usan el UBI para tener mayor tiempo con su familia e
invertir en su educación. De no existir la opción, tendrían que trabajar en las
noches y buscar una niñera económica. Por otra parte, otros experimentos, en
otros contextos poblacionales, han concluido con algunas personas diciendo:
‘¿Para qué necesito trabajar?’.
Aunque
soy partidario de la idea del UBI, es importante aclarar que aún no estamos en
una situación en la que necesitemos aplicarlo de inmediato.
Hay
empresas que buscan robotizarse casi al 100 por ciento ¿Es algo
deseable? ¿Debería plantearse un mínimo de seres humanos en las compañías?
En algunas compañías, el porcentaje de seres humanos
versus la cantidad de usuarios o servicios que ofrecen no son proporcionales. Instagram, Facebook, Amazon,
entre otras firmas, tienen unas proporciones muy elevadas en términos de
productividad, precisamente por su uso de tecnología.
Creo que es positivo cuando los beneficios de esa
productividad se comparten con la economía en general, las compañías pagan
impuestos proporcionales, los
trabajadores están siendo remunerados justamente y los usuarios se ven
beneficiados con costos significativamente bajos.
Resulta un problema si ese nivel de automatización trae beneficios que van a parar
en unos pocos o si los impuestos no se ven en los países. Más que un
asunto de bueno o malo, es cuestión de cómo diseñamos esa distribución de los
beneficios.
La
gente envejece, nacen menos personas, y pronto habrá más robots trabajando...
¿Qué va a ocurrir con el modelo de pensiones actual? ¿Los robots van a pagar
nuestro retiro?
Si quitamos la automatización de esa fórmula y vemos
algunas tendencias económicas, el sistema pensional está en crisis en varios lugares, en especial si
implica tomar el dinero de una población para invertirlo en otra. El
mundo se moverá hacia otros modelos.
Con
el aumento de la expectativa de vida vemos un aumento de la edad de jubilación.
Muchos países han puesto el umbral en 65 años. Los que ya la tenían a
esa edad están pensando en elevarla a los 70 o más. Pero, si trabajas en una
fábrica, pensar en jubilarte al llegar a los 70 es inimaginable. Necesitamos
innovación en este aspecto.
Por ejemplo, un joven que esté dentro de la ‘geek
economy’ (personas que trabajan parcialmente día a día y son consideradas
independientes: conductores de Uber, ‘rappitenderos’, etc.), es probable que no encuentre una
forma de adquirir una pensión sostenible si no es gracias a un ahorro
programado por sí mismo.
¿Cómo ve el panorama de la cuarta revolución industrial
en Colombia?
Es
un ejemplo fantástico de todas las oportunidades que están disponibles.
Lo digo porque, por lo poco que he podido ver, la mentalidad de los líderes
gubernamentales y de los empresarios es clara frente a cómo puede usarse la
tecnología, no sólo para
aumentar el desarrollo económico sino también frente a qué tipo de beneficios
pueden entregarse a la ciudadanía.
Por ejemplo, el proyecto de ley de modernización del
sector TIC enfatiza en el acceso y la apropiación de internet. La desconexión
no se trata solamente del acceso a 3G o 4G, sino de la velocidad de la conexión
y el acceso a contenido local.
Más allá, aun si las personas ya usan internet, se necesita desarrollar usos más
avanzados. Por ejemplo, no es lo mismo comunicarse con compañeros por WhatsApp
que utilizar la aplicación para enviar audios de denuncia a la Policía y
mejorar la seguridad en la localidad. Ese es el tipo de usos que debemos
buscar. La idea de cerrar
la brecha digital es empoderar a los ciudadanos con herramientas para su desarrollo.
También es fenomenal que Colombia esté comprometida con
el tema, pues puede ser ejemplo para otros países de la región.
Hablemos de retos de la automatización como el desempleo,
el reentrenamiento y el poder de compra...
En
todo el mundo nos preocupa el desempleo, pero aún no podemos encontrar
las habilidades que los negocios están necesitando. Claramente, existe un problema con el
entrenamiento y la ubicación.
No
me preocupa la total destrucción de los trabajos, sino el reentrenamiento de
los empleados. Las compañías que están sintiendo que no encuentran el
talento humano que necesitan ¿qué van a hacer? ¿Van a esperar a que las nuevas
generaciones se gradúen de la universidad o van a traer especialistas por el
doble del salario de otros países extranjeros? Muchos pueden dudar acerca de entrenar a los empleados,
que pueden irse con la competencia; por eso, la clave está en invertir
de manera comunitaria. Esto es un trabajo conjunto entre empresas,
universidades y gobiernos.
Por otro lado, estoy de acuerdo en que necesitamos poder de compra.
Necesitamos que continúe porque es lo que alimenta nuestra economía. Hay que apostar por aumentar la demanda de
bienes y servicios de consumo, pero también en hacerla más sostenible para el mundo.
También tenemos que preocuparnos por la economía
informal. No tenemos ningún tipo de respuestas fáciles aquí, pero hay que
empezar por abordar nuestras prioridades.
Es fenomenal que Colombia esté comprometida con el tema,
pues puede ser ejemplo para otros países de la región
¿Cuáles
son las principales habilidades que la gente debería estar entrenando en este
momento, las habilidades del futuro?
Se
puede hablar desde las más técnicas hasta las más comportamentales. En
el futuro, por el lado técnico, probablemente la habilidad más demandada en
todo el mundo sea lidiar
con datos y analítica. En la segunda categoría hay una clara necesidad de habilidades básicas
como la confiabilidad, la adaptabilidad, la creatividad, el trabajo en equipo y
las habilidades para solucionar problemas. La demanda por esas capacidades aumentará mientras, que
las habilidades manuales van a la baja. No puedo imaginarme ni una sola
profesión del futuro sin que requiera habilidades de colaboración en equipo, de
comunicación y conexión emocional con otras personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios aqui: