Las
imágenes cerebrales realizadas antes y después de la enfermedad mostraron una
mayor pérdida de materia gris y daños en los tejidos, sobre todo en las zonas relacionadas
con el olfato.
Modelo digital del cerebro humano que muestra, en color rojo-amarillo,
las regiones del cerebro que perdieron la mayor parte de la materia gris
en 401 participantes infectados con covid.
Modelo digital del cerebro humano que muestra, en color
rojo-amarillo, las regiones del cerebro que perdieron la mayor parte de la materia gris en 401
participantes infectados con covid.
Un amplio estudio de fecha reciente, reveló que la
COVID-19 tal vez provoque
una pérdida más grande de materia gris y un mayor daño tisular en el cerebro
que los causados por el deterioro natural en las personas que no se han
infectado con el coronavirus.
Se
cree que este estudio, publicado en la revista científica Nature, es el primero
en el que participan personas a las que se les tomaron imágenes del cerebro
tanto antes de contraer covid como algunos meses después. Neurólogos que
no participaron en la investigación afirmaron que el estudio era muy útil y
original, pero advirtieron que no quedaba muy claro qué implicaciones tenían
estos cambios y que no significaban necesariamente que las personas fueran a
sufrir daños prolongados ni que los cambios pudieran afectar mucho el
razonamiento, la memoria o algunas otras funciones.
En
el estudio, donde participaron personas de entre 51 y 81 años, se detectó
encogimiento y daño de los tejidos, o tisular, sobre todo en las
regiones del cerebro que tienen que ver con el olfato; según los
investigadores, existen otras funciones cerebrales que también se localizan en
algunas de estas áreas.
“Para
mí, estas son pruebas bastante convincentes de que hay algo en el cerebro de
este grupo de personas que se modifica con la covid”, señaló Serena
Spudich, jefa del departamento de infecciones neurológicas y neurología general
en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale que no participó en el
estudio.
Sin embargo, advirtió: “Creo que falta mucho para concluir que esto pueda tener
algunas repercusiones clínicas a largo plazo para los pacientes. No
queremos asustar a la población, ni que piense: ‘Ah, esto demuestra que todos
van a tener daño cerebral y no podrán tener un buen desempeño’”.
En el estudio participaron 785 pacientes del UK Biobank, un archivo con datos
médicos y de otra índole de cerca de medio millón de personas en el Reino
Unido. A todos los participantes se les realizaron dos escáneres del cerebro con aproximadamente tres
años de diferencia, además de algunas pruebas cognitivas básicas. En el
periodo intermedio entre los dos escáneres, 401 pacientes dieron positivo por
coronavirus; todos ellos se infectaron entre marzo de 2020 y abril de 2021.
Puesto
que los otros 384 participantes no se habían infectado con coronavirus y
compartían algunas características con los pacientes infectados en aspectos
como edad, sexo, antecedentes clínicos y situación socioeconómica, pasaron a
formar parte del grupo de control.
Como
resultado del envejecimiento natural, las personas pierden cada año una
pequeñísima porción de materia gris. Por ejemplo, según los
investigadores, en las regiones vinculadas a la memoria, la pérdida anual común
es de entre 0,2 y 0,3 por ciento.
No
obstante, los participantes en el estudio que contrajeron covid —a quienes, en
promedio, se les realizó su segundo escáner del cerebro después de cuatro meses
y medio de la infección— tuvieron una pérdida mayor que los participantes que no se infectaron:
una pérdida adicional de materia gris de entre 0,2 y 2 por ciento en
distintas regiones del cerebro durante los tres años entre un escaneo y otro. También perdieron más volumen
cerebral en general y presentaron un daño tisular mayor en algunas
regiones.
“Lo
que me sorprende mucho es la cantidad adicional que se perdió y lo generalizada
que es esta pérdida”, comentó Spudich, quien se ha dedicado a estudiar
los efectos neurológicos de la covid. “Yo no habría esperado que el porcentaje
fuera tan diferente”.
Es posible que los efectos sean considerables en
particular porque en el estudio participaron principalmente personas para
quienes —al igual que para la mayoría de los pacientes con covid de la
población en general— la
infección inicial no fue grave y no estuvieron tan enfermos como para requerir
hospitalización.
La autora que encabezó el estudio, Gwenaëlle Douaud,
profesora del departamento de neurociencias clínicas en la Universidad de
Oxford, señaló que a pesar
de que el número de personas del estudio que fueron hospitalizadas (15) era
demasiado pequeño como para que los datos fueran concluyentes, los
resultados indicaron que su deterioro cerebral era mayor que el de los
pacientes que no fueron muy afectados.
Las
personas que tuvieron covid también presentaron un mayor deterioro en una
prueba cognitiva relacionada con la atención y la eficiencia en la
realización de una tarea compleja. Pero tanto los especialistas externos como
Douaud señalaron que las pruebas cognitivas eran muy básicas, así que el
estudio no dice gran cosa acerca de si la pérdida de materia gris y el daño
tisular que mostraron los pacientes con COVID-19 afectaron su capacidad
cognitiva.
“A
ninguno de ellos se les realizaron pruebas cognitivas lo suficientemente
exhaustivas como para saber si tenían alguna deficiencia importante en
muchas de estas regiones donde descubrieron cambios de volumen”, explicó Benedict
Michael, profesor adjunto de Infecciones neurológicas en la Universidad de
Liverpool, quien investiga los efectos neuropsiquiátricos de la covid y no
participó en el estudio. “No
sabemos si en realidad tienen alguna repercusión en la calidad de vida o el
desempeño de los pacientes”.
Los pacientes del estudio tomaron una prueba de trazo, un
ejercicio conocido como trail making, en el que deben conectar los puntos
intercalando letras y números. Los pacientes con covid tardaron más en completar la tarea.
Por ejemplo, aunque alguna de la mayor pérdida de materia
gris sucedió en zonas relacionadas con el olfato, entre ellas la corteza
orbitofrontal y el giro parahipocampal, esas áreas cerebrales también participan en la memoria y
otras funciones. Pero los pacientes de covid no tuvieron peor desempeño
en las pruebas de memoria que los participantes que no se infectaron, dijo
Douaud, aunque sí añadió
que las pruebas de memoria fueron breves y elementales.
La
principal evaluación cognitiva en la que los pacientes de covid mostraron un
déficit fue en la prueba de trazo conocida como trail-making test, un ejercicio
parecido al de conectar los puntos en el que se alternan letras y números.
Los pacientes de covid demoraron
más tiempo en completar la tarea, lo que podría sugerir debilidad en la
capacidad de atención, velocidad de procesamiento y otras habilidades.
Douaud dijo que esta habilidad disminuida estaba correlacionada con la
pérdida de materia gris en una zona específica del cerebelo. Pero el
estudio no prueba una relación de causa y efecto, dijo Spudich, quien también
indicó que el cerebelo, que se asocia principalmente al equilibrio, la
coordinación y el movimiento, “no es la primera estructura cerebral que viene a la mente” para
explicar los cambios en la destreza en la prueba de trazo.
Una limitante de importancia para el estudio, dijo
Douaud, es que los investigadores no tuvieron información sobre los síntomas de los participantes, como
si habían perdido el sentido del olfato. Los investigadores tampoco
pudieron identificar si los pacientes sufrían de covid persistente, por lo que no queda claro si los
hallazgos están relacionados con esa afección a largo plazo.
Las diferencias entre las personas infectadas y las sin
infectar aumentaba con la edad. Por ejemplo, en la prueba de trazo, el
desempeño fue similar en ambos grupos para los participantes en sus cincuenta
años y principios de la década de los sesenta, pero la brecha se amplió de
forma significativa en las edades posteriores. “No sé si eso se deba a que las personas más jóvenes se
recuperan más pronto o porque para empezar no resultaron tan afectadas”,
dijo Douaud. “Puede ser cualquier cosa o puede ser ambas”.
Michael advirtió que estos hallazgos no podían
extrapolarse a las numerosas personas más jóvenes que experimentan niebla
cerebral y otras dificultades cognitivas. Y dado que la materia gris y el daño tisular se midieron
solo en un momento en particular después de la infección, “no sabemos si solo
es un cambio transitorio que mejora con la recuperación”, indicó.
Los expertos externos así como los autores del estudio indicaron que el rango de zonas
del cerebro en el que los pacientes de covid mostraban más pérdida de materia
gris planteaba dudas intrigantes.
“No
hay una sola parte del cerebro que haga una sola cosa”, dijo Douaud. “Hay partes del cerebro en los
participantes infectados con pérdida adicional de materia gris que no tienen
nada que ver con el olfato y las que sí están relacionadas con el olfato
también participan en otras funciones cerebrales”.
No
queda claro cuál es la causa de las modificaciones cerebrales. Los
autores mencionaron algunas hipótesis, entre ellas la inflamación, de la cual
se ha encontrado evidencia en otros estudios, así como “deprivación sensorial”
procedente del trastorno del sentido del olfato.
Avindra Nath, jefe de la sección de infecciones del
sistema nervioso del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes
Cerebrovasculares, que no participó en el estudio, dijo que otra “pregunta clave” era si los
cambios cerebrales podrían hacer que los pacientes con covid fueran más
propensos a la demencia o a otros déficits en el futuro.
Y aunque los investigadores no hallaron los mismos
cambios cerebrales en pacientes con neumonía no causada por covid, Nath recomendó estudiar a pacientes
con otros coronavirus o con influenza, “para ver si estos hallazgos son
distintivos para la COVID-19 o más generalizables”.
Spudich dijo que el mayor valor del estudio bien podría
ser que indica que “hay
algo que le ha pasado al cerebro de estas personas”, y añadió que “yo pienso que las personas han
sentido que es tan general, tal difícil de medir”.
Otros científicos, dijeron ella y los demás, ahora pueden
basarse en estos hallazgos.
“Es un estudio importante, han hecho un buen
trabajo”, dijo Michael y añadió: “ahora necesitamos hacer los estudios para observar la cognición y los
síntomas psiquiátricos y las cosas de comportamiento y las neurológicas y
averiguar qué significa esto para los pacientes”.
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