El
presidente ejecutivo, de 72 años, ha comparado al personal de Huawei con una
hambrienta manada de lobos capaz de derrotar a leones, un comentario que revela
tanto sobre el estilo de liderazgo de Ren como de sus 170.000 empleados.
Huawei
ha sorprendido a sus rivales en los últimos cinco años al duplicar sus ingresos
a casi US$60.000 millones y pasar a ser el tercer fabricante mundial de
teléfonos inteligentes por envíos. El crecimiento explosivo se debe, en
parte, según fuentes que
conocen bien la compañía, a la disposición de los trabajadores a sacrificar sus
vacaciones, el pago de horas extra y, en ocasiones, arriesgar sus vidas en pos
de la firma.
“Si
uno se dedica a la empresa, la empresa no lo va a defraudar”, dice Meng
Bo, un nuevo empleado de Huawei que asistió a la orientación de agosto.
“Es
el fundador quien desempeña el papel más importante en el desarrollo de valores
comunes. Es la razón por la que los estadounidenses respetan a los
padres de la patria”, manifestó el vicepresidente de Huawei, Guo Ping, en una
entrevista. Ren sigue siendo el “líder espiritual” de la compañía, insistió.
La
meta de Huawei es ser el mayor fabricante de smartphones del mundo en un plazo
de cinco años. No obstante, mientras Ren se aparta de las operaciones
cotidianas, abundan las preguntas sobre quien lo sucederá y los cambios que hay
que implementar para competir en mejores condiciones contra potencias de la
talla de Google, de Alphabet Inc., y Apple Inc. a la hora de captar a los
trabajadores de tecnología más capacitados.
La intensidad de la cultura laboral de Huawei sobresale
incluso entre las empresas chinas. Durante el brote de la epidemia del ébola en
África Occidental en 2014, los empleados chinos de Huawei se quedaron en los
países afectados pese a que otras empresas evacuaban su personal. Esos
trabajadores recibieron más adelante bonificaciones especiales.
“Cuando
se desata una crisis, encontrará que los trabajadores de Huawei se dirigen
hacia ella” mientras los de otras empresas huyen, señaló Sun Yafang,
presidenta de la junta directiva de Huawei en la memoria de la empresa
correspondiente a 2015.
Luego de pasar un año en sus trabajos, el personal de
Huawei puede firmar “un acuerdo de empleado dedicado” en el que renuncia en forma voluntaria al pago de
vacaciones y horas extra. Un ingeniero de la empresa contó que firmó el
acuerdo hace cuatro años y empezó a recibir acciones como parte de su
remuneración. Huawei, que
no cotiza en bolsa, dice que las acciones son propiedad exclusiva de sus
ejecutivos y trabajadores.
La influencia de Ren es omnipresente. Sus publicaciones
en la intranet de la empresa son ampliamente leídas y algunos gerentes ponen a prueba los
conocimientos de sus subalternos sobre el fundador. Una pregunta de
opción múltiple en un examen, tenía que ver con un discurso en el que el
empresario comparaba los genios excéntricos con las frutas que lucen mal pero
tienen un sabor delicioso.
Las
historias acerca del sacrificio de los empleados abundan. Durante la
primera incursión internacional de Huawei, hace más de una década, algunos
trabajadores en Siberia laboraron en temperaturas bajo cero para construir las
redes de telecomunicaciones de la compañía, según The Huawei Story, un libro de
dos autores chinos que asesoraron al grupo. Los empleados que fueron despachados a Alemania a
mediados de los 2000 recuerdan haber vivido en condiciones muy austeras en
dormitorios con baños compartidos. En Shenzhen, en tanto, los ingenieros
guardan colchones debajo de sus escritorios en caso de que les toque trabajar
durante toda una noche, según ex empleados.
Ren ha dicho que el líder que conduzca a Huawei a nuevas
alturas no será un miembro de la familia, aunque su hija es la directora de
finanzas y un hijo gestiona una subsidiaria. Los ejecutivos no han comentado sobre los planes de
sucesión del fundador y se han limitado a indicar que el sistema de rotación de
presidentes ejecutivos ha dado resultados.
Huawei ya parece estar ablandando su estrategia para
captar a los empleados jóvenes de China, los cuales son más individualistas.
Los trabajadores en Alemania, por ejemplo, ahora pueden recibir subsidios
mensuales para vivir en sus propios apartamentos. En Shenzhen, mientras tanto, los colchones debajo de los
escritorios se usan para siestas cortas después del almuerzo, no para trabajar
toda al noche, dicen los empleados.
Ren ha visitado las oficinas internacionales de Huawei
con mayor frecuencia en mercados como Uganda y Malawi, donde los trabajadores chinos a menudo
hacen frente a una infraestructura deficiente, entre otros desafíos.
Según Guo, el fundador les ha dicho a los ejecutivos que asignen más recursos para mejorar las
condiciones laborales del personal de Huawei en otros países. La
empresa, por ejemplo, contrató
a chefs chinos para que los trabajadores disfruten de las delicias de la cocina
de su país. “Si están bien alimentados, no extrañarán su casa”, dijo Ren
según el testimonio de Guo.
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