LOS ACREEDORES HOLDOUT SON UN SERIO PELIGRO PARA VENEZUELA

El 95% de las exportaciones venezolanas proceden del petróleo.
El mundo observa con atención lo que ocurre en las calles de Venezuela, donde más de 120 personas han muerto en los últimos cuatro meses en la oleada de protestas en contra del gobierno de Nicolás Maduro.

Entre los economistas, en cambio, es otro el aspecto de esta crisis que acapara las miradas: la deuda externa.

Los temores de que el país sudamericano deje de pagarla circulan desde hace al menos tres años.

Sin embargo, las posibilidades de que el Estado venezolano se declare en default (impago) nunca habían sido tan grandes como ahora.

La probabilidad de que esto se dé en los próximos 12 meses se elevó esta semana al 62% ante el miedo de que Estados Unidos impusiera sanciones a Caracas relacionadas con el petróleo, según la agencia Bloomberg.

De momento, esto no se ha dado, ya que el gobierno norteamericano ha preferidoimponer sanciones a personas, como el propio Maduro.

La oposición ha pedido a los inversores que no presten dinero a Venezuela.
Pero a Venezuela, uno de los países que más impagos ha tenido en su historia, se le está agotando el dinero.

Sus reservas internacionales se redujeron en julio a US$9,986 millones, según datos del Banco Central de Venezuela.

Se trata del mínimo en, al menos, los últimos 20 años.

Vender petróleo poco ayudará a recargar las arcas, ya que hay sobreoferta y bajos precios en el mercado.

Los otros mecanismos que se suelen usar para generar ingresos tampoco están disponibles. Al menos, no fácilmente.

La cautela de los socios
China y Rusia han contribuido en los últimos años a la economía venezolana con préstamos e inversiones.
Pero Venezuela dejó de pagar a los rusos en 2015.
El gobierno de Vladimir Putin reestructuró la deuda venezolana de US$2.840 millones y postergó el primer pago a marzo de este año.
Venezuela le debe a China US$65.000 millones.
Pero Caracas tampoco cumplió, según se reveló el pasado mes de junio en un control de auditoría a las cuentas nacionales rusas.
Ambos países deben llegar a un acuerdo en septiembre sobre la primera parte de la deuda, unos US$1.000 millones, según aseguró la semana pasada en una entrevista a un medio de comunicación ruso el embajador venezolano en Moscú, Carlos Rafael Faría Tortosa.
Ante este panorama, muchos ven difícil que Rusia financie a Venezuela.
Estados Unidos sanciona al presidente Nicolás Maduro y lo califica de "dictador" tras la elección de la Constituyente en Venezuela

Y conseguir dinero de China también va a ser complicado.
El gigante asiático se mueve este año con cautela ante el temor a la fuga de capitales.
Incluso ha restringido a sus grandes empresas las inversiones en el extranjero que no correspondan a sectores claves para evitar que expongan a riesgos a sus bancos.
La oposición ha advertido a los inversores de que un futuro gobierno podrá no reconocer las deudas contraídas durante el gobierno de Maduro.

Venezuela le debe a los chinos, sus mayores acreedores, US$65.000 millones y, al parecer, el grifo se ha cerrado.

La otra opción es renegociar la deuda.
Pero la oposición venezolana ha pedido a los inversores que dejen de financiar al gobierno de Maduro porque, cuando este ya no esté en el poder, es muy probable que su sucesor se niegue a reconocer estos compromisos.
Uno de los motivos es que Venezuela está ofreciendo a los prestamistas rentabilidades demasiado altas, por ejemplo, del 20%.
El otro es que los opositores, que controlan la Asamblea Nacional, consideran que dar un "salvavidas financiero" a un régimen que "viola los derechos humanos" sirve para "fortalecer la brutal represión" contra los manifestantes.

Rusia y Venezuela deben llegar a un acuerdo sobre su deuda en septiembre.
Así lo denunció el presidente del órgano legislativo, Julio Borges, en una carta a Goldman Sachs.

El banco compró en mayo a precio de ganga bonos de la petrolera estatal PDVSA por una deuda que vence en 2022.
Su valor ascendía a US$2.800 millones, pero el banco sólo pagó un tercio de esta cantidad.

Este tipo de operaciones son las que han llevado a la Asamblea Nacional a tomar cartas en el asunto, advirtiendo que un futuro gobierno podría considerar ilegítima la deuda que herede.

Los 'holdout'
Todos estos elementos dejan a los inversores en una incertidumbre de la que nace otra posible amenaza para la economía venezolana: los acreedores holdout.
Para renegociar una deuda, los acreedores exigen garantías de que la economía del deudor va a mejorar y, a menudo, se ven obligados a renunciar a parte del dinero para darle un respiro.
Pero no todos están dispuestos a hacer sacrificios ni asumir riesgos como estos.

En caso de reestructuración de la deuda, los acreedores holdout serían un peligro para la economía venezolana.
Hay algunos prestamistas que se niegan a postergar el cobro y optan por acudir a los tribunales a exigir lo que se les debe.
El mercado los llama acreedores holdout (del inglés "quedarse fuera") y pueden llegar a poner la economía de un país en una encrucijada.
Así ocurrió en Argentina, que a raíz de la crisis de 2001 dejó de pagar los bonos que había emitido a cambio de financiación.
Años más tarde, consiguió llegar a un acuerdo con la gran mayoría de sus acreedores, menos un pequeño porcentaje que se negó a pactar y acudió a la justicia.
Esta les dio la razón y sentenció al gobierno a pagar sumas millonarias pese a que muchos habían adquirido los bonos cuando su precio estaba por los suelos.
Algunos bienes del Estado que se encontraban en el extranjero fueron embargados, como el barco insignia del ejército argentino, la Fragata Libertad, en 2012.

La importancia del petróleo
Un bono es un instrumento que utilizan empresas y Estados para obtener dinero cuando les hace falta.
Se venden en el mercado financiero con el compromiso de devolver al comprador el precio pagado y los intereses en un plazo indicado.
En Venezuela, dos bonos han dado oxígeno a su economía durante estos años: los del Estado y los de la compañía petrolera estatal, PDVSA.
La empresa petrolera PDVSA tiene una deuda de unos US$25.000 millones.
Esta última, por ejemplo, tiene, entre otros muchos, unos que vencen el próximo 2 de noviembre y que requerirán un desembolso de US$1.000 millones.
Hasta ahora, Venezuela y PDVSA han cumplido con el pago de intereses pese a los problemas económicos que vive el país.
El gobierno ha antepuesto este compromiso a otros como el de las importaciones de comida, lo que ha generado escasez de algunos productos.
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"(El ex presidente de Rumanía Nicolás) Ceausescu, tuvo a su gente pasando hambre durante años, pero él cumplía con el pago de la deuda externa", recordó en una conversación con BBC Mundo el profesor de Derecho de la Universidad Duke (EE.UU.) Mitu Gulati.
Para él, la situación de Venezuela "está muy cerca" de esta "conducta rara" que han tenido algunos "líderes en la historia".
Pero "existe un consenso entre la mayoría de analistas" de que esto "se está volviendo insostenible", según un estudio publicado hace dos semanas por Gulati junto a Lee C. Buchheit, de la firma de abogados Cleary Gottlieb Steen & Hamilton.
El informe advierte de la posibilidad de que tenedores de bonos de PDVSA se comporten como holdouts.
Una "tentación" a la que los acreedores podrían "sucumbir" después de ver cómo los fondos buitres que abrazaron la vía holdout se salieron con la suya en el caso argentino, recoge el estudio.
Pozo de petróleo en el marDerechos de autor de la imagenALFREDO ALLAIS
Image caption
PDVSA tiene activos en el extranjero que podrían ser embargados en caso de impago.
El escenario resultaría muy negativo para el país: la petrolera cuenta con activos en el extranjero que podrían acabar embargados.
El más importante: el dinero que percibe por la venta de petróleo, que representa el 95% de las exportaciones venezolanas.
Gulati y Buchheit proponen una alternativa para proteger la principal fuente de ingresos de Venezuela.
Pero para materializarla, se necesitaría "un gobierno que pueda convencer a los acreedores de que la economía va a dejar de caer y empezar a subir", afirmó Gulati.

Cambio de gobierno
Para el director de la consultora venezolana Econométrica, Henkel García, existen tres escenarios posibles.
En el primero, Maduro consigue mantener las cuentas de forma "milagrosa" y, aún así, la probabilidad de impago es "alta".
En el segundo, el presidente también sigue en el poder, pero la caída del precio del petróleo continúa, por lo que el default se vuelve "inevitable".
En el último, hay un cambio de gobierno y el país reestructura su deuda con ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para él, este es el más probable y "necesario" para los venezolanos.

Para Henkel García, la salida de Maduro y la reestructuración de la deuda son "necesarios" para el país.
García es optimista y no cree que los acreedores se arriesguen a la "caótica" vía holdout.
"Embargar no es tan sencillo y la situación actual es tan mala, que si les ofrecen una reestructuración atractiva, la van a aceptar", aseguró a BBC Mundo desde Caracas.
"La gente sabe lo mal que está Venezuela", insistió.
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Fondos buitres
Pero los inversores no suelen caracterizarse por anteponer el interés social a las ganancias.
La economía venezolana tiene al petróleo como base y su precio ha caído más del 50% en pocos años.
A esto se suman los niveles de inflación que, según el FMI, este año superarán el 700%, algo que devalúa la moneda y dificulta aún más el pago de bonos emitidos en dólares.

Cuando hay inestabilidad e incertidumbre en un país, sólo los fondos especulativos se atreven a comprar bonos.
"¿Quién está dispuesto a suscribir deuda de un país así? Pues fondos especulativos, también llamados buitres, que sólo están dispuestos a prestar con rentabilidades muy elevadas".
"Por su situación, Venezuela tiene que ofrecer intereses altos para que alguien le quiera prestar. Esto es ponerle una soga al cuello al país".

Mena cree que, en caso de impago, el riesgo de holdout es "grande".
"Dependerá de qué gobierno haya. Tiene que ser uno que inspire confianza a los inversores y, con Maduro, no está clara la intención de negociar con buena fe", aseguró.
Y en el caso de PDVSA, un impago resultaría aún más dañino: "Se marchitaría en cuestión de meses".

Ricos a expensas de un pueblo
Gulati ve esperanza en la actitud de los tenedores de bonos venezolanos.
"El mejor escenario para los inversores es que Venezuela continúe pagando pero muchos reconocen que es improbable", explicó.
El catedrático aseguró que los prestamistas con los que ha hablado le han dado a entender que poseer un bono venezolano es como la lotería, ya que nunca se sabe si se podrá cobrar.

La inflación debilita el bolívar, lo que dificulta aún más el pago de los bonos, ya que están emitidos en dólares.
Confesó que le dicen: "No entendemos, cada vez que recibimos un cupón de pago es como Navidad".
"El país está pagando los retornos más grandes del Índice de Mercados Emergentes por un factor de 20. Todo el mundo está haciendo dinero a expensas del pueblo venezolano", añadió el experto.
Tal vez por eso, la mayoría de acreedores parecen estar "dispuestos a colaborar" en caso de que suceda el que, según Gulati, sería "uno de los mayores impagos de la historia".
Gulati y Buchheit estiman que la deuda venezolana supera los US$100.000 millones.
De estos, unos US$35.000 millones corresponderían a los bonos estatales y otros US$25.000 millones, a los de PDVSA.

En su informe, ambos expertos advierten de que, en caso de que haya acreedores holdout, Venezuela no podrá enfrentarlos "con la misma ecuanimidad" que Argentina y que "el daño que pudieran causar" sería "considerablemente mayor".

Los analistas concluyen que, si "la invasión de Rusia por Napoleón en 1812 fue un gran emprendimiento", la reestructuración de la deuda venezolana será uno "aún mayor".

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