Comúnmente, por error o
desinformación, concebimos a la empresa únicamente como motor generador de
utilidades; y cierto, esa es una parte importante de su misión y objetivo, sin
embargo, para alcanzar tal fin no pueden quedar ignorados otros factores. Es importante
adoptar que una empresa integra un papel importante dentro de la sociedad
moderna y es el eje conductor del sistema de mercados, que como tal debe
prestar un servicio, y además de buscar su desarrollo debe integrar en su
avance el crecimiento de los individuos que la componen. Porque bien, una
organización puede al inicio entregar utilidades, pero de no dar continuidad y
cuidados en su camino, caerá al punto de la quiebra.
Bajo esta primera percepción debemos considerar la propuesta que nos indica los
distintos enfoques que nos permiten catalogar las distintas concepciones de
organización.
Tal clasificación adopta
distintos perfiles, que claro, están diseñados para ser aplicados de acuerdo a
las necesidades, características específicas y condiciones de cada empresa. A
continuación hago una presentación de cada una de las categorías con el fin de
que sean expuestas de manera más detallada:
Enfoque Administrativo:
Se basa en la existencia de principios administrativos fundamentados en la
planeación, organización, dirección, ejecución y control.
Enfoque
humano-relacionista: Se destaca el papel del hombre y su desempeño, con
principal interés en los aspectos psicológicos y fisiológicos.
Enfoque burocrático o
estructuralista: conjunta aspectos del enfoque administrativo y del
humano-relacionista, analiza los grupos formales e informales y se encamina
hacia lo sociológico.
Enfoque científico:
Generada a partir de la investigación con respecto al funcionamiento de la
empresa, este enfoque adopta conceptos como división del trabajo,
especialización, rendimiento, estándares y métodos de trabajo, entre otros.
Enfoque
neohumano-relacionista: tiende hacia la actualización del enfoque
humano-relacionista, desarrollando prácticas más evolucionadas para el control
del recurso humano y sus relaciones, llevándolo hacia una mayor producción.
Tras esta perspectiva podemos observar las diferentes visiones y percepciones
que se pueden llegar a tener en torno al concepto de empresa u organización.
Claro está que tales acepciones suelen relacionarse y compaginar direcciones.
Su base se integrada bajo los conceptos de preparación, conocimientos, qué
personas atrae la organización y habilidades.
Ahora bien, el enfoque o
percepción únicamente representa el punto de partida que permiten ubicarnos
para a partir de ello orientar el desarrollo organizacional de la empresa.
Dicho plan involucra distinta etapas que indican desde la creación,
crecimiento, y ya una vez alcanzada la madurez no permitir la caída y permitir
la continuidad en el desarrollo.
Por supuesto tal desarrollo y consolidación jamás serán alcanzados si la
empresa no es capaz de distinguir y delimitar sus bienes, programas, productos,
metas, misión y quiénes son sus clientes.
De manera personal me parece que dentro de una sola organización se puede jugar
con las opciones que nos presenta cada enfoque y formar una visión precisa para
una situación o empresa en específico. Más que dividir, los distintos conceptos
deben permitirnos un enriquecimiento teórico que faciliten la labor del
administrador, del comunicador organizacional y esta percepción ecléctica
llegue hacia los otros departamentos para alzar una conceptualización
generalizada que favorezca a la empresa y permita el logro de objetivos y le
permita sobrevivir en el mercado. Porque como ya mencioné anteriormente, las utilidades no lo son todo,
son un objetivo cuyo alcance es consecuencia de distintos factores que nunca
deben ignorarse.
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