Los
países en América Latina además de Brasil seguirán dependiendo de sus factores
idiosincráticos para el crecimiento económico.
El drama político en Brasil ante los recientes escándalos
del Presidente Michel Temer han
creado una nueva incógnita para los inversionistas, no sólo sobre qué
tan oscuro se ha convertido el futuro de Brasil, sino su impacto sobre los otros países de América Latina.
Aunque todavía hay mucho por definirse en el futuro
liderazgo del gigante brasileño, el consenso parece afirmar que los días de Temer en el poder serán cosa
del pasado. Sin embargo lo que podría parecer un caos político, no
necesariamente es el retorno a la crisis que Brasil vivió años atrás con el
Gobierno de la ex Presidenta Dilma Rousseff, sino más bien un tiempo de transición para el crecimiento
económico.
Las
cifras de crecimiento económico de Brasil para el primer trimestre de 2017
exhibieron un crecimiento trimestral de 1% luego de 8 caídas consecutivas. Asimismo, el Banco Central decidió reducir la
tasa de referencia en 1%. ¿Tiene sentido que un banco central realice dicha
maniobra en un país que tiende a sufrir periodos de “hiperinflación” cuando experimenta crisis
políticas? Me inclinaría a afirmar más bien que la señal que el banco
central le dio a los mercados fue ratificando que estamos en medio de una
eventualidad, que no es crisis sino contingencia.
Recordemos
que el déficit de cuenta corriente en Brasil se ha reducido en los últimos 18
meses, mientras que la inflación se estima que logrará niveles inferiores al
target de 4.5%. Asimismo como afirma la casa de análisis independiente
Capital Economics, un nuevo Gobierno no necesariamente implica un stop a la
reforma pensional.
En
lo que respecta al resto de América Latina, el efecto negativo más pronunciado
sobre los otros países sería el impacto sobre el comercio con Brasil, donde
países como Argentina serían entre los más afectados. Asimismo la inversión extranjera directa
se debería ver mermada en toda la región por el mismo efecto de la
crisis brasileña. Por último, el turismo y la importancia del sector financiero
brasileño sobre la región también serian amenazas directas sobre países como
Colombia, Argentina y Chile.
Lo
cierto es que ninguno de estos efectos parecen tener relevancia en la región.
Como vimos anteriormente, no hay signos determinantes de una desaceleración interna que
pueda reducir dramáticamente las importaciones de otros países hacia Brasil.
El turismo no tiene gran relevancia sobre las principales economías de la
región, y el sector bancario en Brasil está lejos de experimentar una crisis,
sino que por el contrario, demuestra tener una buena solidez y rentabilidad.
Los
países en América Latina además de Brasil seguirán dependiendo de sus factores
idiosincráticos para el crecimiento económico. México demuestra tener
mayor estabilidad en la moneda y en sus relaciones con EE.UU, lo que genera una
expectativa de crecimiento de aproximadamente 2.2% para 2017. Argentina continua el proceso de
consolidación financiera con el reto de las elecciones legislativas. Colombia sigue experimentando
debilidad como consecuencia de la reforma tributaria, no obstante la
expectativa de caída en la inflación y en las tasas de interés podrían generar
algo de alivio a la reciente desaceleración. Chile debería seguir la senda de recuperación
luego del rezago que generaron las mineras sobre el desempeño económico, aunque
no es para celebrar el crecimiento que se espera. Perú debería demostrar un crecimiento económico sólido a
pesar de las inundaciones. Lamentablemente en el caso de Venezuela, esperamos una crisis al borde
del colapso económico con la alta expectativa de un default entre 2019 a
2020.
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