Hijo
de campesinos, a los 16 años ya estaba curtido como luchador a favor de la
libertad, estudió para ser abogado y ascendió hasta convertirse en el jefe del
temido servicio de inteligencia de su nuevo país. Conocido como el Cocodrilo,
una vez explicó su apodo al decir: “Ataca en el momento preciso”.
Emmerson Mnanagagwa, el vicepresidente de Zimbabue hasta
que lo despidieron el 8 de noviembre de 2017, es el nuevo presidente, después de que el ejército se
llevó detenido al expresidente Robert Mugabe y este terminó por renunciar
después de que la nación del sur de África estuvo sumida varios días en la
incertidumbre.
Aún no se sabe cuál fue el papel que Mnangagwa, de 75
años, desempeñó en lo que
parece haber sido un golpe de Estado realizado por sus aliados en el ejército,
pero los funcionarios y observadores de su ascenso al poder dicen que comparte ciertos rasgos con
Mugabe: tiene hambre de poder, es corrupto y domina la represión.
“Sus actos crueles son numerosos”, dijo Peter Fabricius,
un periodista sudafricano y uno de los muchos observadores que temen que Zimbabue esté pasando
de un líder autoritario a otro.
Al despedir a Mnangagwa, Mugabe —el dirigente de Zimbabue
desde que se hizo independiente en 1980 y quien, a los 93 años, era el jefe de
Estado más anciano del mundo— puede haberse pasado finalmente de la raya, escogiendo a un antiguo
aliado con credenciales de la guerra de independencia y una profunda base de
poder propia.
Muchos vieron el despido como una acción que abría el
camino para que Grace
Mugabe, la primera dama, sucediera al recién dimitido presidente en el
cargo, pero ella —ampliamente rechazada por su temperamento volátil y sus
gustos costosos— prácticamente carece de apoyo entre los militares y agentes de
inteligencia, quienes
tienen un firme control sobre el país.
Para cuando Mnangagwa fue despedido, la enemistad entre
el vicepresidente y Grace Mugabe se había hecho pública. La acusó de tratar de asesinarlo
con helado envenenado proveniente de su granja de lácteos, lo que ella niega.
Conforme Zimbabue avanza a una transición, los ánimos en el país están
apagados.
La mayoría de los ciudadanos se regocijan por la caída de
los Mugabe, cuyo control político absoluto no hizo sino arruinar la economía y alienar a gran parte
de la población. Sin embargo, muchos ven el relevo en el poder como un
síntoma de la lucha intestina y la división generacional que enturbia al
partido gobernante, el ZANU-PF (Unión Nacional Africana de Zimbabue – Frente
Patriótico), y no una
verdadera oportunidad de tener una democracia multipartita ni una
reforma económica.
Un grafiti en Harare en el que se lee: “We want garwe” (Queremos a
garwe), que significa cocodrilo, en referencia al apodo de Mnangagwa
También se teme por la relación de Mmangagwa con algunos
de los peores momentos de la era de Mugabe: se acusó al próximo presidente de orquestar las medidas
de la década de los ochenta por las cuales miles de miembros del grupo étnico
ndebele fueron asesinados. Fue un defensor ávido de la política
económica más controvertida de Mugabe: la expropiación y redistribución de la tierra que había estado en manos
de los agricultores blancos desde la época colonial.
También se le acusó de estar detrás de la violencia
mortal que amañó la votación en 2008 a favor de Mugabe, lo cual niega.
“Hay
una dosis saludable de turbulencia porque saben que el hombre que podría tomar
el control no es el ‘señor Democracia’”, dijo Wilf Mbanga, editor de The
Zimbabwean, un periódico en línea. “Su récord no es impresionante. Tiene un
pasado sucio. ¿Va a ser más limpio? No lo sabemos”.
Emmerson Dambudzo Mnangagwa nació el 15 de septiembre de 1942, en Zvishavane, un
pueblo minero, y es hijo de agricultores políticamente activos.
Su
padre participó en el movimiento de resistencia en contra de los colonizadores
blancos; su activismo político obligó a la familia a huir a lo que hoy
es Zambia. “Nació dentro
de la política”, dijo Victor Matemadanda, secretario general de la
Asociación Nacional de la Guerra de Liberación de Zimbabue, quien fue
subordinado de Mnangagawa en el ejército.
Al igual que su rival Grace Mugabe, Mnangagwa es muy impopular en algunas
partes del país. Perdió su escaño en el parlamento por lo menos dos
veces, una después de que se
le acusó de poner una bomba en la casa de su oponente, de acuerdo con
Mbanga, editor de The Zimbabwean.
En los últimos años, Mnangagwa ha tratado de reformar su escabroso pasado,
presentándose como
defensor de la reforma agraria y propulsor de esfuerzos para restaurar
la relación de Zimbabue con inversionistas extranjeros e instituciones
internacionales, incluyendo al Fondo Monetario Internacional y al Banco
Mundial.
Aunque la reciente acción militar contra Mugabe inició
con el despido de Mmangagwa, hay reportes sobre que el seudogolpe se había
planeado varias semanas antes y que altos mandos del ejército habían consultado
con oficiales de Sudáfrica y China.
Los
orígenes del apodo Cocodrilo no son claros. Algunos dicen que era el
seudónimo de Mnangawa durante
la lucha por la liberación; otros dicen que se deriva del nombre de su familia.
Matemandanda, el veterano del ejército, abundó en el
sobrenombre durante una entrevista telefónica reciente.
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