Muchos
pensábamos que el ser extrovertidos era un rasgo necesario en el liderazgo; sin embargo, un grupo de investigadores y académicos, conformado por
Adam Grant, Francesca Gino y David Hofmann, ha comprobado lo contrario, que la introversión, más
bien, funciona mucho mejor en ciertos grupos de trabajo más proactivos.
Los
líderes extrovertidos se caracterizan por ser individuos desinhibidos, osados,
con confianza en sí mismos y con una capacidad de comunicación cargada de
autoridad y dirección. Si bien esto parecería encajar a la
perfección con el rol de
un buen líder, lo cierto es que una actitud extrovertida suele acabar en roces
al dirigir empleados con iniciativa, pues el líder extrovertido reacciona de manera menos receptiva
a las ideas de los otros y se encuentra a la defensiva por sentir su
puesto en peligro, lo que
limita la motivación, creatividad e innovación.
En
cambio al trabajar con empleados proactivos, los líderes introvertidos suelen generar
mejores resultados y aumentar los beneficios, ya que suelen estar más abiertos
a las sugerencias y estimular el esfuerzo de los trabajadores.
Al
no preocuparse tanto por posición, estatus y poder, el líder introvertido está
más dispuesto a usar parte de su tiempo escuchando y menos hablando, procesando en silencio las ideas presentadas. En este tipo de
liderazgo, no hay lucha
por el poder en la relación entre líder y empleado.
En fin, la investigación demuestra que los estilos de liderazgo,
el introvertido o extrovertido, pueden ser igualmente eficaces depende del
grupo de trabajadores. Los líderes, por su parte, deben estar atentos y estudiar la
personalidad y perfil del equipo que van liderar para saber qué estrategias
usar.
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