Las
amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de renegociar el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de construir un muro en la
frontera sur del país están sacudiendo a la economía mexicana antes que se
coloque el primer bloque de concreto o se fije una fecha para negociar el
acuerdo.
Se
prevé que el crecimiento de la economía mexicana prácticamente se paralizará en
2017, la inversión
interna se ha desplomado, el peso ha caído, las tasas de interés y la inflación
están en alza, y los líderes políticos y empresariales del país se preguntan si
necesitan un nuevo modelo económico que dependa menos de su vecino del norte.
Antes de las elecciones presidenciales de EE.UU. en
noviembre, Citibanamex pronosticó que el Producto Interno Bruto crecería 2,3%
en 2017. Desde entonces,
el banco ha reducido dos veces sus previsiones, primero a 1,8% y recientemente
a un flojo 1,2%, en parte debido a la incertidumbre sobre la relación
comercial y de inversión con EE.UU.
Las
encuestas muestran un creciente pesimismo entre los empresarios.
Citibanamex predice que la inversión fija bruta en México se contraerá 0,8%
este año, después de subir 4,6% en 2015. En los primeros nueve meses de 2016, la inversión
extranjera directa cayó 24% frente al mismo lapso del año anterior,
según el Banco de México, conforme los negocios que dependen del comercio
transfronterizo se preocupaban más por las críticas a los pactos comerciales
incluso antes de las elecciones en EE.UU. Desde 1999, EE.UU. ha representado
46% de la inversión extranjera directa en México, con España como su segundo
inversionista, con 3%, según la Secretaría de Economía mexicana.
“La
palabra clave para 2017 es incertidumbre”, dice Sergio Luna, economista
jefe de Citibanamex. “Los
fabricantes preferirán tener más claridad antes de hacer cualquier inversión”.
Otro
factor que ha mermado el crecimiento ha sido el alza de las tasas de interés:
el banco central de México ha elevado las tasas seis veces en el último año
ante el debilitamiento del peso y las preocupaciones de que el declive
de la divisa esté generando presiones inflacionarias. Economistas de PNC
Financial Services Group advierten que una recesión es probable en 2017.
La
preocupación por las perspectivas a largo plazo está ligada a la dependencia de
México de las exportaciones, las cuales representan un tercio de su actividad
económica. Cerca de 80% de
esas exportaciones van a EE.UU.
“Cualquier
economía, para ser saludable, debe estar basada en dos motores de crecimiento:
el mercado interno y el mercado externo”, dijo el secretario de
Economía, Ildefonso Guajardo, en una entrevista en su oficina en Ciudad de
México el martes. “¿Qué se puede hacer para fortalecer el motor externo? Se
tiene que diversificar el comercio”.
Para ese fin, México recientemente aceleró las negociaciones para lograr la expansión
de acuerdos comerciales con la Unión Europea y empezó negociaciones con
Argentina y Brasil sobre la posibilidad de comprar maíz, trigo y soya a
los productores sudamericanos. Eso aliviaría su dependencia del grano
estadounidense, lo cual sería una ventaja en caso de una guerra comercial.
Algunos en las industrias exportadoras de México ven una ventaja en la caída del
peso, que ha perdido 16% de su valor frente al dólar desde inicios de mayo.
La idea es que cualquier gravamen fronterizo impuesto por EE.UU. sea compensado
por una devaluación que será más que suficiente para mantener los bienes
mexicanos competitivos.
“Sin importar qué arancel imponga Trump a los productos
mexicanos, el peso se va a
devaluar lo suficiente para acomodarse”, dice Doug Donahue, quien dirige
Entrada Group, una compañía de San Antonio que ofrece servicios comerciales y
renta parques industriales a exportadores mexicanos, 40% de los cuales son
proveedores de autopartes.
Sin embargo, la debilidad de la divisa tiene su lado negativo: la inflación saltó a
4,72% el mes pasado, el nivel más alto en más de cuatro años. La
creciente inflación probablemente obligará al banco central a seguir aumentando
las tasas de interés, lo
cual frena la demanda interna.
Algunos sostienen que la postura proteccionista de Trump podría ser el golpe
que México necesita para volcar la mirada hacia adentro e invertir para
fortalecer la economía interna.
Los detractores del Nafta en México resaltan que el
crecimiento anual del PIB desde que se implementó el acuerdo ha promediado
2,6%, frente a 4,2% durante las dos décadas anteriores. Los niveles de pobreza se han mantenido más o
menos iguales que antes de la era del libre comercio.
Pese a las recientes reformas que abrieron las industrias
de energía y telecomunicaciones y atrajeron miles de millones en inversión
extranjera, México aún
enfrenta barreras y riesgos significativos asociados con un mayor énfasis en su
mercado interno, incluyendo las altas tasas de delincuencia organizada, un
débil estado de derecho, una educación de bajo nivel y corrupción política.
Con el fin de concentrarse en el crecimiento interno, “hay una necesidad más imperiosa
que nunca para que México continúe con sus reformas internas”, señala
Christopher Wilson, experto en México del Wilson Center, una entidad de
estudios con sede en Washington.
Monica DeBolle, del Instituto Peterson para la Economía
Internacional, señala que
60% de los trabajadores mexicanos aún se desempeñan en la economía informal,
donde no pagan impuestos, pese a los programas del gobierno dirigidos a
ayudarlos a acceder a los servicios bancarios y la red de seguridad social.
“Los consumidores de México tienen una existencia precaria”, dice DeBolle. “Pasar de una economía que está
liderada por las exportaciones a una liderada por el mercado interno sería muy
difícil”.
Otros, incluyendo a muchos de los principales empresarios
mexicanos, opinan que la
mejor oportunidad del país es desviar la atención de Trump hacia China,
país con el cual EE.UU. tuvo un déficit comercial de US$347.000 millones sólo
en bienes el año pasado.
Eduardo Garza T. Fernández, presidente del Grupo Frisa
Industrias, un fabricante de acero que exportó cerca de la mitad de sus US$500
millones en ventas el año pasado a EE.UU., dice que los productores mexicanos deberían comprar más
suministros en Norteamérica, en vez de en Asia, para reducir el déficit y
eludir la ira de Trump.
La idea es una parte central de la estrategia de México
para renegociar el Nafta. “Las
cosas van a ser más costosas para las empresas mexicanas”, dice Garza,
“pero debe haber más integración”.
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