El
cambio del modelo económico y la estabilización de la economía venezolana,
indican necesariamente un crecimiento de la demanda por importaciones.
La
economía venezolana desde el 2021 presenta una tendencia hacia la
estabilización con un leve crecimiento de alrededor del 7%. Para el año
2022 se proyecta un crecimiento mayor al 10%. Este comportamiento, aunque positivo, continúa siendo
insuficiente en relación con la caída que se produjo desde el año 2013
de cerca del 80% del PIB.
Los efectos sobre el comercio binacional muestran una correlación directa
con esta evolución. En el 2021 nos acercamos a los US$400 millones muy
por encima de los US$222 millones del año 2020. Desde enero de este año ya se observa un incremento del
comercio exterior entre los dos países y las proyecciones de la Cámara
Colombo Venezolana para el 2022, si se abre la frontera entre Norte de
Santander y Táchira, son
de un comercio legal de casi US$800 millones.
Las
modificaciones en el modelo económico de Venezuela son sorprendentes:
En materia cambiaria existe libertad total y la tasa representativa se rige por la oferta y la demanda en las ‘Mesas de Cambio’ que se realizan en la banca venezolana. El Banco Central de Venezuela únicamente ratifica los resultados reportados para establecer el tipo de cambio oficial. Por su parte, la política fiscal se ha profundizado y el aumento en la recolección de impuestos, tanto en bolívares como en dólares, es evidente.
Con
la Ley de inversiones antibloqueo, se permitió la participación de más del 51%
de las empresas privadas en las empresas públicas.
También
se están otorgando concesiones en comodatos de entre 5 y 20 años o
privatizaciones en las empresas que habían sido expropiadas o nacionalizadas.
Sigue sin existir
seguridad jurídica.
Asimismo, existe una apertura significativa a las importaciones con la
liberalización de gravámenes. Lo anterior, aunado a la dolarización de las operaciones internas
permitió un relativo control de la inflación.
Técnicamente Venezuela finalizó el período hiperinflacionario y el gobierno proyecta
una inflación para el 2022 menor de 100% y, para el 2023, por debajo de
dos dígitos.
Lo
nuevo: la apertura de los diálogos entre los gobiernos de los EE. UU. y
Venezuela y la posible negociación de venta de petróleo venezolano, sujeto al levantamiento de
algunas sanciones y el
compromiso de realizar elecciones transparentes en el 2024.
Si lo anterior se desarrolla, las exportaciones de petróleo con destino a China,
que son pagadas al 50% de su valor real por barril se desplazarán hacia EE. UU.
De otra parte, la producción de la Chevron en el corto
plazo implicaría nuevas exportaciones
en cerca de 300.000 barriles diarios, lo que significaría un aumento del
flujo de recursos externos para Venezuela.
En
conclusión, el cambio del modelo económico y la estabilización de la economía
venezolana, indican necesariamente un crecimiento de la demanda por
importaciones, donde Colombia se convierte en un importante oferente, por
razones de cercanía y precios competitivos en condiciones de calidad adecuadas.
En materia cambiaria existe libertad total y la tasa representativa se rige por la oferta y la demanda en las ‘Mesas de Cambio’ que se realizan en la banca venezolana. El Banco Central de Venezuela únicamente ratifica los resultados reportados para establecer el tipo de cambio oficial. Por su parte, la política fiscal se ha profundizado y el aumento en la recolección de impuestos, tanto en bolívares como en dólares, es evidente.
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