Desde
su hogar en las montañas del noreste de China, Li Zhi ha observado a la
distancia cómo la prosperidad ha transformado a China en una tierra de trenes
de alta velocidad, multimillonarios y rascacielos.
Sin embargo, el auge económico que ha enriquecido a China
nunca llegó a Chashan, una población desolada de cuarenta personas que se
encuentra a unas seis horas en coche de Pekín. Li, de 72 años, se pasa los días
cojeando por los caminos polvosos para recolectar basura a cambio de propinas. Rígido y demacrado,
subsiste con una dieta a
base de arroz, pan al vapor y licor destilado.
“No
le intereso al país”, afirmó Li mientras se hacía un cigarro en su casa.
“A nadie le importo”.
A casi siete décadas de la llegada al poder del Partido
Comunista de China, con la promesa de prosperidad para todos, el presidente Xi
Jinping ha asegurado que
cumplirá con esa iniciativa original, al vincular su legado con un plan
ambicioso que busca erradicar la pobreza rural para 2020.
El
foco del plan son las más de 43 millones de personas que se las arreglan para
vivir con el equivalente a menos de 95 centavos de dólar al día, que el
gobierno chino estableció como el umbral de pobreza. Hace cinco años, casi 100 millones de personas
vivían debajo de esa línea, según las estadísticas oficiales.
Xi, quien recientemente cimentó su estatus junto a Mao
Zedong como uno de los líderes modernos más poderosos de China, considera que mejorar los
estándares de vida es esencial para apaciguar las frustraciones que
nacen de la desigualdad y para asegurarle a su partido el control del poder durante la que el presidente
ha llamado una nueva era de fortaleza nacional.
Sin embargo, la visión idealista de Xi choca con una dura realidad en una buena
parte de la China rural. En muchos poblados, los jóvenes se han ido y han dejado que los residentes
más viejos se las arreglen solos. La disparidad en la educación, la
atención médica y los servicios sociales sigue siendo severa.
Li
Zhi recibe un pago de 75 dólares al año por parte del gobierno y
sobrevive gracias a donaciones de turistas y propinas por recoger la basura.
Credit Gilles Sabrié para The New York Times
Aun cuando en las ciudades chinas abundan los nuevos ricos y la clase media, cerca
de 500 millones de personas –alrededor de 40 por ciento de la población
de China– viven con menos
de 5,50 dólares al día, según el Banco Mundial.
“La
idea del socialismo era que todos los chinos tendrían un estándar de vida razonable”,
señaló Kerry Brown, un académico del King’s College de Londres especializado en
China. “Lo más inquietante es que el Partido Comunista ha creado
multimillonarios y una sólida clase media, pero aún hay mucha gente pobre. Esto parece una enorme contradicción”.
Al tiempo que China trabaja para modernizar su economía,
tiene una realidad enfrentada: es la nueva superpotencia del mundo y, a la par, una nación en vías de
desarrollo con un inmenso problema de pobreza. Los expertos aseguran que
la desaceleración de la economía y la pérdida de trabajos de manufactura podrían empeorar el deterioro de
las familias con bajos ingresos; esto socavaría la visión de Xi.
Durante el gobierno de Xi —quien ha querido proyectar una imagen de hombre común—,
la lucha contra la pobreza
se ha convertido en un mantra nacional. Los medios administrados por el
Estado usualmente muestran a Xi en sus visitas a poblados pobres, cuando prueba la comida y
verifica la salud de los residentes.
Los noticiarios nocturnos están llenos de historias sobre
las comunidades renovadas y los habitantes de estos sitios que se han convertido en empresarios
y que llenan de halagos a Xi y al gobierno por haberles otorgado préstamos y nuevos apartamentos.
En el hogar de Li Chao hay fotografías enmarcadas del
presidente chino, Xi Jinping, y la primera dama, Peng Liyuan. Credit Gilles
Sabrié para The New York Times
El
25 de octubre, durante un discurso que marcó el inicio de su segundo periodo
quinquenal como líder del partido, Xi mencionó que una de sus
principales prioridades era la erradicación de la pobreza para 2020 y prometió “no dejar a nadie atrás en la
marcha hacia la prosperidad común”.
Xi también ha utilizado la lucha contra la pobreza para
fortalecer las alianzas de China a nivel mundial, por medio del financiamiento de programas en África,
América Latina y el sureste asiático, y al urgir al mundo a que aprenda
de la experiencia de China.
Ahora
Xi enfrenta la presión de mostrar los resultados.
Algunas personas creen que el objetivo que se planteó el gobierno al
enfocarse en 43 millones de personas es demasiado limitado, pues hay millones
más que viven apenas sobre la línea oficial de pobreza y en condiciones que no
son mucho mejores. Por otro lado, hay quienes opinan que, al enfocarse en
zonas rurales, Xi está descuidando la mala situación de los pobres urbanos,
muchos de los cuales son migrantes del campo.
“Las iniciativas del gobierno suenan bien”, señaló Qin
Gao, un profesor de la Universidad de Columbia que estudia la política social
china. “Pero la pregunta
es cómo mantener la reducción de la pobreza. Algunas personas podrían estar
buscando soluciones rápidas en vez de abordar las raíces del problema”.
Xi
ha ordenado a los funcionarios que se concentren en paliar la pobreza en lugares
rurales como Chashan, donde las condiciones de labranza son malas, el
acceso a los servicios sociales básicos es limitado y los residentes sufren de
problemas cardiacos y otros males sin que haya una clínica cercana.
El gobierno ha empleado una variedad de apoyos para
intentar sacar a la gente de la pobreza, con una inversión de miles de millones
de dólares, y ha otorgado
más de 370.000 millones de dólares en préstamos. Los funcionarios
locales, quienes son juzgados por el partido en parte por el éxito que puedan
tener en mejorar los estándares de vida, están trabajando a marchas forzadas para cumplir con la
fecha límite que planteó Xi.
Algunas poblaciones han experimentado con cooperativas
rurales, lo cual ha permitido que las familias aumenten la producción al
compartir la mano de obra y los recursos. Los bancos administrados por el Estado han otorgado
micropréstamos para que los pobladores puedan acceder al auge del comercio
electrónico en China, vendiendo vestidos bordados y otros productos en
línea.
No obstante, todavía viene lo más difícil. Casi la mitad de las 43 millones
de personas que han sido clasificadas de manera oficial como pobres
podrían tener alguna discapacidad, según el gobierno. La campaña también debe
llegar a zonas que han sido pobres de forma crónica durante generaciones, entre
ellas muchas que albergan minorías étnicas.
Los funcionarios de estas zonas están mudando a los
pobladores cerca de las ciudades a apartamentos otorgados por el gobierno,
donde a veces son reubicados
en contra de su voluntad. Están entregando subsidios en efectivo a los
residentes discapacitados. Además, están siguiendo las órdenes de Xi sobre una
estrategia “focalizada”, al monitorear el progreso de residentes individuales
en tableros gigantes de anuncios puestos en centros municipales.
La
corrupción también es un problema: en 2016, más de 1800 personas fueron
investigadas por defraudar fondos antipobreza y por crímenes
relacionados, de acuerdo con las estadísticas oficiales. Los académicos también
han externado sus dudas respecto de la confiabilidad de algunos datos, pues
argumentan que hay funcionarios locales que parecen no reportar los verdaderos índices de pobreza a
causa de la intensa presión que implica cumplir los objetivos de Xi.
Por otro lado, tienen el problema de que la campaña de Xi
no está enfocada en las zonas urbanas. Hay más de 200 millones de migrantes rurales en las
ciudades chinas, donde muchos sufren para recibir educación, atención médica y
otros beneficios porque los gobiernos locales no los consideran residentes.
Algunos están desempleados o tienen mala salud y viven en condiciones
miserables.
“Este
es un gran problema en el panorama general, que el gobierno no suele
enfrentar”, señaló Philip G. Alston, académico y asesor para las Naciones
Unidas y quien publicó un informe este año sobre pobreza extrema y derechos
humanos en China. “La
realidad es que muchos de ellos están viviendo en pobreza extrema”.
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