Appleby
es considerado uno de los mejores despachos legales del mundo para realizar
transacciones en paraísos fiscales. La filtración de sus archivos en los
Papeles del Paraíso muestra negocios de clientes como la reina Isabel II, así
como de los cantantes Madonna y Bono.
Appleby opera en un universo exclusivo de individuos con patrimonio neto
ultralto (UHNWI, por su sigla en inglés), en el que los yates y los jets privados
son los medios de transporte preferidos y las mansiones están vacías porque sus
dueños tienen varias más. Algunos de los clientes de Appleby también son
personas políticamente expuestas (PEP, por su sigla en inglés), para quienes es
una meta crucial evitar atención no deseada.
“La
gente adecuada. Los lugares adecuados”, se lee en la papelería de
Appleby. La firma se fundó en las islas Bermudas hace más de un siglo y es considerada uno de los
mejores despachos legales del mundo en referencia a empresas registradas en el
extranjero. Una colección de 6,8 millones de documentos de Appleby, que
obtuvo el periódico Süddeutsche Zeitung y compartió con organizaciones de
medios a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ofrece una mirada cercana de los
servicios y los clientes de la firma.
Para
una élite internacional variada, los servicios de baja fiscalidad ofrecen
secreto y discreción, además de la oportunidad de minimizar o diferir sus
impuestos. En vista de que evita clientes abiertamente criminales y
corruptos, Appleby parece ser más escrupulosa que Mossack Fonseca, otra firma
de paraísos fiscales con sede en Panamá, según una comparación de los archivos
de Appleby con las
filtraciones de los Papeles de Panamá, las cuales tuvieron cobertura a
nivel global el año pasado.
En las actas de la junta directiva de Appleby, hay listas de “negocios
rechazados” que incluyen a funcionarios gubernamentales sospechosos de
corrupción y a millonarios ligados con el crimen organizado.
Sin embargo, se les escabullen algunos clientes
sospechosos. Una presentación de PowerPoint que utilizó el gerente de
cumplimiento de Appleby discute
el financiamiento de terroristas y se refiere a fondos que estaban
“definitivamente manchados”.
“Parte
de la basura que aceptamos es increíble, totalmente increíble”, se lee
en las notas de una diapositiva acerca de la evaluación de clientes
potenciales.
A pesar de que han rechazado a algunos posibles clientes,
el negocio rara vez había ido tan bien. Las filas de los superricos están creciendo a paso veloz,
impulsadas por fortunas legítimas en las finanzas, el comercio y la tecnología,
así como por las que provienen de las drogas, las malversaciones y los
sobornos. Además, la industria financiera de baja fiscalidad ha crecido
junto con las cuentas de sus clientes.
Un folleto de Appleby sobre “motivar a los hijos de las personas con posibilidades”
Grandes nombres, fortunas escondidas
La cantidad de gente acaudalada en el mundo con más de 50
millones de dólares en activos es de cerca de 140.900 personas, la mitad de
ellas de Estados Unidos, según un informe reciente de Credit Suisse.
En correos electrónicos, se puede apreciar que los
empleados de Appleby se tomaban la molestia de mimar a los clientes adinerados.
“Nuestras comisiones
rondan los 40.000 dólares y son el tipo de personas que creo que apreciarían
abrir una botella de champaña después de cerrar el trato con Appleby esta
tarde”, escribió en 2008 un abogado que trabajaba en las oficinas de la
firma en Gran Caimán respecto de un acuerdo particular. “¿Tienen la llave de la caja fuerte de los tragos?
Tiene que ser algo decente porque saben de champaña”.
La jerga legal de los documentos filtrados puede aturdir
la vista hasta que, como en el caso de un acuerdo financiero de 2015, descubres que este es por un
yate espectacular de 50 millones de dólares, el Galactica Star, que
Jay-Z y Beyoncé alguna vez usaron durante unas vacaciones.
Appleby
tenía 31.000 clientes estadounidenses, la nacionalidad más común hasta el
momento. Los archivos de la firma parecen un concurso de quién es quién
entre los ciudadanos más acaudalados de esa nación: demócratas prominentes como
George Soros, el financiero y filántropo; Penny Pritzker, la secretaria de
Comercio en la administración de Obama; simpatizantes republicanos de alto
perfil del presidente Trump, entre ellos Sheldon Adelson, el magnate de los
casinos, y Carl Icahn, el inversionista de capital privado.
Madonna,
Bono y la reina Isabel II están entre los individuos individuos con patrimonio
neto alto cuyas inversiones fueron reveladas en la filtración de Appleby.
Según
los documentos de Appleby, a través de un fondo en las Islas Caimán, la reina
Isabel II invirtió en una empresa que tenía participación en una firma
británica de alquiler con opción a compra que fue muy criticada por haber
financiado la venta de artículos para el hogar a tasas de interés de hasta 99,9
por ciento. Los archivos filtrados revelan acciones de la cantante
Madonna en una firma de material médico y la inversión de Bono, el vocalista de
U2, en un centro comercial de Lituania.
Los documentos divulgaron las participaciones de
gobernantes y políticos de todo el mundo. La lista incluye a tres ex primeros ministros de Canadá,
a la reina viuda tvue un influyente patrocinador de la campaña
presidencial de Donald Trump, al contribuir más de 3 millones de dólares.
A medida que crecían las inversiones de Renaissance,
también lo hacía su huella en la vida de Estados Unidos: Simons se volvió uno de los
principales donadores políticos del país. Durante el último proceso electoral,
fue uno de los seis mayores contribuyentes políticos, tanto a causas como a
candidatos. Donó más de 26 millones de dólares, los cuales fueron
destinados casi en su totalidad al Partido Demócrata. En 2014, un comité del
senado acusó a Renaissance y a otro fondo de cobertura de haber utilizado una
compleja maniobra contable para evadir impuestos de forma deshonesta.
Renaissance
sigue en pleito por el resultado de la liquidación de impuestos: un estimado de
6800 millones de dólares.
Se calcula que Simons es la vigésimo quinta persona más
rica de Estados Unidos, con
un valor neto estimado en 18.500 millones de dólares, de acuerdo con la lista
de Forbes de los estadounidenses más ricos. No obstante, a pesar de ser
criterios importantes para el estudio del desarrollo y la desigualdad globales,
estas clasificaciones suelen depender de información pública incompleta.
El fideicomiso Lord Jim Trust de Simons es un ejemplo. A pesar de que este ha sido
nombrado en varios expedientes, un documento de 2010 en los archivos de Appleby
ofrece detalles por primera vez. Si al momento de calcular el valor neto
de Simons se hubiera tomado en cuenta la totalidad del fideicomiso, habría
quedado en un lugar mucho más alto de la lista de los superricos.
Sin embargo, contabilizar el fideicomiso dentro de su
riqueza no es tan sencillo, pues Simons asegura que su participación se
encuentra ahora en una organización de beneficencia en paraísos fiscales:
Simons Foundation International (SFI).
Una
persona que está familiarizada con Simons Foundation International, quien no
estaba autorizada para declarar de manera oficial, explicó que la organización
cuenta con 8000 millones de dólares en activos.
Esta cantidad es más del doble de los cerca de 3000 millones de dólares que tiene la
Simons Foundation con sede en Nueva York, la cual comparte con la
fundación de las Bermudas la misión de financiar la investigación científica y
la educación.
“Hasta
el momento, la fundación no ha estado muy activa”, redactó Simons en
respuesta a los cuestionamientos de The New York Times. “En los años por venir, a medida que disminuyan
mis ingresos y finalmente se detengan, la SFI tendrá un papel cada vez más
importante en el financiamiento”.
Simons Foundation International opera en la oscuridad.
Aunque podría estar con facilidad entre las diez fundaciones más importantes de
Estados Unidos, no tiene
sitio web. Simons señaló que mantener la fundación en las Bermudas facilitó las donaciones a organizaciones
de beneficencia que no son estadounidenses y también evitó los
requisitos mínimos en cuanto a las contribuciones que deben realizar las
fundaciones en Estados Unidos cada año.
Mientras que el motivo de Simons para establecer
entidades en paraísos fiscales es complejo, Warren A. Stephens, un sexagenario
a quien alguna vez nombraron el rey de Little Rock, Arkansas, heredó un banco de inversiones
familiar y se volvió un adepto de los republicanos conservadores, tiene una
motivación que parece más evidente.
A finales de 2011, representantes de Stephens y su socio
comercial, James R. Carnes, pidieron a Appleby que incorporara dos empresas en paraísos fiscales como
parte de un plan para ayudar a que las tribus nativas estadounidenses
establecieran operaciones de préstamos, una táctica empresarial común
porque estas empresas pueden solicitar inmunidad tribal ante impugnaciones
legales foráneas.
La empresa matriz de la nueva sociedad, Hayfield
Investment Partners, se registró en Delaware: un estado dentro de la media
decena que se consideran paraísos fiscales en Estados Unidos, lo cual enfatiza
que el secreto y las ventajas fiscales no se limitan a islas tropicales plagadas de palmeras.
Los documentos en el expediente de Appleby demuestran que Stephens y sus fondos
poseen 40 por ciento de Hayfield.
Hayfield ya tenía una filial por separado llamada Integrity Advance, una empresa
en línea de adelantos de quincena en efectivo que pronto generaría quejas de
los prestatarios y las autoridades regulatorias. Hubo gente que no tenía
mucho dinero y pidió préstamos pequeños, solo para luego ver cómo se hacían
grandes retiros de sus cuentas bancarias por intereses y cargos por servicios que solían
exceder la cantidad que habían pedido prestada en un inicio.
Por ejemplo, un prestatario, Nils Paul Warren, técnico
especializado en audio, se quejó ante las autoridades regulatorias de Florida porque debía pagar más de 1300
dólares para reembolsar un préstamo a corto plazo de 500 dólares que hizo en
línea con Integrity Advance en 2009.
Para noviembre de 2012, Integrity Advance había recibido
órdenes de cese y suspensión de varias autoridades regulatorias estatales y, en
mayo de 2013, un tribunal distrital de Minnesota ordenó que la empresa pagara casi 8 millones de dólares
en sanciones civiles y en restitución a las víctimas, con el argumento
de que la firma se había concentrado en ciudadanos financieramente vulnerables
con tasas de interés de hasta 1369 por ciento.
“Creo
que el grueso de la clientela son personas que están a una quincena de vivir en
la calle”, comentó Warren en una entrevista.
A medida que crecieron las quejas, Stephens y Carnes
vendieron parte de Integrity Advance a una empresa de préstamos tipo casa de
empeños: Ezcorp. Con el tiempo, la Oficina para la Protección Financiera del
Consumidor (CFPB, por su sigla en inglés) acusó a Integrity Advance por tácticas “falsas y
engañosas” y, el año pasado, un juez de ley administrativa recomendó al
director de la CFPB que la empresa y Carnes, su director ejecutivo, pagaran más
de 51 millones de dólares en multas e indemnizaciones a los prestatarios.
Integrity Advance y Carnes están apelando el fallo.
En su acción legal en contra de Integrity Advance, la oficina puso énfasis en la
propiedad del 52 por ciento que tiene Carnes en Hayfield, la empresa matriz.
Ni las autoridades regulatorias ni los medios han mencionado la considerable
participación de Stephens, quien se rehusó a hacer comentarios.
Durante la campaña electoral del año pasado, Stephens contribuyó con 3
millones de dólares al Club for Growth, un comité conservador de acción
política que ha presionado al congreso con el objetivo de quitar a la CFPB su
facultad para aplicar la ley.
Además de ayudar a financiar estas batallas en
Washington, Stephens recientemente utilizó su banco de inversiones, Stephens
Inc., para lanzar una serie de videos en línea llamados “Esto es el
capitalismo” que tienen como objetivo mejorar la opinión de los milenials sobre
la economía del libre mercado.
En
su introducción, Stephens escribió que esperaba que la serie pudiera
contrarrestar la noción de que el libre mercado es “un sistema que enriquece a
unos cuantos a costa de la mayoría”.
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