La
Academia Estadounidense de Pediatría publicó un estudio que señala que aunque
los medios digitales y las redes sociales pueden motivar el aprendizaje
temprano, también conllevan un montón de riesgos. ¿Qué pueden hacer los padres?
A
estas alturas todos los padres saben que, de alguna manera, la tecnología pone
en riesgo a los niños. Tan solo el mes pasado, la Academia
Estadounidense de Pediatría publicó un estudio que señala que aunque los medios
digitales y las redes sociales pueden motivar el aprendizaje temprano, también
conllevan un montón de riesgos como, por ejemplo, efectos negativos en el
sueño, la atención y el aprendizaje, además de una mayor incidencia de obesidad
y depresión. El grupo
recomienda que los padres desarrollen un Plan Familiar de Uso de Medios.
La propuesta suena bien, pero ¿qué debe contener un plan
así? Como padre de adolescentes, requiero más que palabrería. Quiero saber qué están haciendo
otros padres.
Durante las últimas seis semanas, he circulado (¡mediante
las redes sociales!) veinte preguntas sobre temas como tareas, contraseñas,
hora de dormir y castigos. He recibido sugerencias de más de sesenta familias y
aunque la encuesta no fue científica, sus respuestas ya han modificado cómo se
administra la tecnología en mi casa.
El
primer teléfono
La mayoría de los padres que respondieron les dieron a
sus hijos de entre 11 o 13
años sus primeros teléfonos; solo algunos esperaron hasta el
bachillerato. Sin embargo, esos aparatos no son siempre de última generación.
Los padres les dieron “teléfonos tontos” (sin capacidad de instalar
aplicaciones o de acceso a internet como los teléfonos inteligentes), teléfonos
simples o teléfonos de segunda mano que heredaban de hermanos u otros adultos.
También apagaron funcionalidades como wifi, Siri, e incluso el acceso a
internet.
Otras
restricciones comunes incluían: “Un contrato escrito del comportamiento
esperado”. “Prohibido usar el internet durante los días escolares
(excepto si se trataba de tarea)”. “Tiempo de pantalla limitado de 30 a 60
minutos al día durante la semana, sin límite durante los sábados por la
mañana”.
Otra
es una prohibición parcial de mensajes en grupo. “Pude hacer sentir mejor a mi
hijo por no tener esta funcionalidad al dejarlo ver los mensajes de grupo en el
iPad de la familia”, dijo un padre. “Le ayudó a darse cuenta del poco
valor que tienen las conversaciones en grupo”.
Los
teléfonos durante las visitas de amigos son otro tema: “No hay nada más
decepcionante que ver a los amigos de mis hijos traer sus aparatos a mi casa y
tenerlos concentrados en sus teléfonos o tabletas en lugar de pasar el rato con
mis hijos”.
Mi método favorito para restringir el uso de la
tecnología: “No hay recepción; los teléfonos no siempre funcionan”.
Cuando les pedí consejo a otros padres sobre en qué
momento hay que darles teléfonos a los niños, la respuesta generalizada fue:
espera lo más que puedas. Una vez que se los das, es muy difícil quitárselos.
Tarea
¿Debemos
permitir que los niños se comuniquen con amigos mientras están haciendo la
tarea? Dos tercios de los padres dijeron que sí; un tercio dijo que no.
Algunos de los comentarios aprobatorios decían:
“Solamente en áreas comunes de la casa” o “Solo con la puerta abierta (para que podamos
supervisarlos)”. Otro agregó: “Depende de si están trabajando juntos en un
proyecto, lo cual puede ser difícil de hacer cumplir”.
Los
que están en desacuerdo dijeron que la tarea se hace individualmente; si el
chico necesita ayuda, necesita buscar a uno de sus padres o los padres deben
contactar al maestro.
El uso más amplio de computadoras para la tarea también
ocasionó reacciones diversas. Algunos padres son bastante estrictos y limitan
toda la tecnología: “Solo se utiliza la computadora para revisar ortografía o
para usar Google Docs”. “Solamente
sitios relacionados con temas de tarea y nada de redes sociales”. “Solo están
permitidos ciertos sitios educativos. Wikipedia no se recomienda para
nada. Creo firmemente que deben consultar libros reales para investigar en
lugar de guglear todo”.
Otros son más relajados: “Debes dejarlos usar las herramientas que necesitarán en
su vida. De otro modo, démosles carbón y un pedazo de pizarra, como Lincoln”.
Hora de dormir
Investigadores del King’s College de Londres han
descubierto “una relación fuerte y constante” entre el uso de aparatos
electrónicos durante la hora de dormir y tener un sueño insuficiente o sufrir de una mayor
somnolencia durante el día. Los padres ya entendieron el mensaje.
Una mayoría aplastante prohíbe los teléfonos en las
habitaciones durante la hora de dormir. “La tecnología también tiene que irse a dormir; en
nuestra casa sucede 30 minutos antes de que se apaguen las luces”. “No se usa
tecnología una hora antes de acostarse”. “A las 21:00 me trae el
teléfono abajo, donde se quedará hasta las 7:00”.
Redes
sociales
Muchos
padres restringen a los usuarios primerizos a una sola plataforma digital.
“Solo Snapchat; no Instagram, Twitter, Facebook”. “Solo Instagram y lo
reviso ocasionalmente”. “Una plataforma a la vez”.
Sin
importar el sitio, la mayoría de los padres insisten en tener las contraseñas y
los nombres de usuario. “Mis reglas, hasta que cumplió 18 años, eran que
yo debía tener todas las contraseñas de todas sus cuentas. De vez en cuando
hacía inspecciones sorpresa”. “Tengo TODOS los nombres de inicio y las
contraseñas, y si cambian, mi hija tiene que actualizar mi lista. Si trato de
entrar y no puedo, le quito el teléfono hasta que yo decida devolvérselo”.
¿Es
verdad que los padres realmente monitorean las actividades en línea de sus
hijos? Algunos sí. “Leo sus mensajes frecuentemente”. “Somos ‘amigos’ o
nos seguimos en redes sociales, así que puedo ver todas sus publicaciones”. “Le
he pedido leer los mensajes si mi hija esconde el aparato cuando entro a su
habitación”. “Hago auditorías al azar. Hemos tenido pláticas sobre ciudadanía
digital y mensajes positivos”.
Sin
embargo, otros padres prefieren darles libertad. “Cuando comienzan a
mandarse mensajes, leo algunos al azar y pregunto sobre lo que leo: ‘Veo que tu
amigo y tú están hablando sobre los Jets’ o ‘Veo que tú y tu amigo están
hablando sobre otro chico de su clase’. De esa manera, saben que puedo leer
cualquier mensaje en cualquier momento, aunque en realidad no lo hago”. “Casi
todos son muy aburridos”.
Castigos
¿Qué
pasa si el niño infringe una regla familiar? ¿Es posible separar a un nativo
digital de un aparato electrónico por un periodo largo? Observen,
escépticos: muchos padres opinan que sí.
“Sí,
cuando era más chico”. “Sí, y mi hija responde bien”. “¡¡SÍ!! ¡Es la
motivación más grande!”. “Sí. Lamentos y rechinidos de dientes, y después
encuentran otra cosa que hacer”. “Lo he hecho. Se enoja mucho al principio pero
finalmente se calma. La primavera pasada establecí una limpieza digital de tres
semanas. Estuvo enojado los primeros tres días pero después todo se volvió más
tranquilo”.
Otra
forma común de obligar a los niños a cumplir con las normas es hacerlos pagar
por el sobreuso. “Pagamos la cuota normal pero hacemos que ella pague el
sobreuso”. “También le quitamos los datos”. “Ahora trabaja como niñera para
algunos amigos de la familia para ganar más dinero; debe aprender a manejar su
dinero”.
Tiempo
familiar
Quizá la mayor queja en contra de la tecnología es que
roba el tiempo de familia. Así que ¿cuáles métodos han usado los padres para
recuperar ese tiempo?
En primer lugar, la hora de la cena está libre de
tecnología. “No hay aparatos electrónicos durante las comidas”. “No hay teléfonos sobre la mesa y
eso no solo sucede en nuestra casa. En casa de mi madre y de nuestros hermanos,
los sobrinos y sobrinas tienen la misma regla. Nadie se queja, simplemente lo
ejecutan”. “No hay aparatos durante las comidas. No hay audífonos cuando viajan
en el auto”.
En segundo lugar, consideren alternativas positivas. “Hacer cosas donde los teléfonos
estorben. Jugar algo rápido, caminatas, ir a conciertos o presentaciones”.
“Vemos películas juntos, hacemos fogatas en el patio o nadamos cuando el clima
es cálido y hacemos una noche de juegos, en la que solo se permiten juegos de
mesa. Solían quejarse pero
ya tienen sus favoritos y ahora esperan con ansias el momento de jugarlos”.
“Hagan
algo constructivo juntos. Asegúrense de que todos (incluso mamá y papá)
se ensucien las manos. Muchas veces cocinamos juntos y preparamos los peores
platillos del mundo, pero está bien, porque los hicimos juntos”.
Finalmente, cuando todo falla, muchos se apoyan en los
viejos trucos parentales: amenazas, sobornos y humillación pública.
Amenazas:
“Les grito de la nada: ‘¡Deja ese teléfono!’. Limita su uso por los siguientes
cinco minutos”.
Sobornos: “Salida nocturna de papá o mamá e hijo. Los
padres se alternan para llevar a un niño de paseo; la cuarta semana les toca
salir a los padres juntos”.
Humillación
pública: “Si confisco un aparato durante el tiempo familiar, abrimos los
mensajes y mi esposo y yo los leemos con tono dramático”.
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