El
océano está lleno de plástico. Al año se vierten ocho millones de toneladas en
los mares. En las entrañas de tortugas marinas muertas se han encontrado bolsas
de plástico que confundieron con medusas. Se ha documentado que más de
doscientas especies ingieren plástico, que se ve colorido y comestible pero
puede matarlas.
En experimentos de laboratorio, incluso se ha observado a
corales diminutos, los organismos que forman los arrecifes, mordisqueando
confeti de fragmentos de plástico similares a las partículas que forman
remolinos en las profundidades. Pero no comen todo lo que flota a su alrededor. Según un nuevo
estudio publicado en Marine Pollution Bulletin, algunos de los químicos que se añaden al plástico podrían
saber a alimento para los corales.
Aún
no se sabe con certeza la cantidad de plástico que consumen los corales en la
naturaleza ni el daño que podría provocar a estos importantes organismos
marinos que ya están amenazados por peligros medioambientales como el
calentamiento de los mares y la contaminación. Pero es importante
comprender las razones por las que el plástico les resulta atractivo, en
especial, porque al parecer algunas de las partículas se atoran en los corales
y podrían interrumpir su proceso digestivo.
Para lograr determinada textura y características, se
añaden cientos de químicos al plástico. Dado que los corales perciben la presencia de alimento
mediante receptores, no sería raro que algunos químicos añadidos imitaran
sustancias que despiertan el apetito de los corales, según sugirieron
Alexander Seymour y Austin Allen, ambos estudiantes de posgrado de la
Universidad de Duke que dirigen este estudio.
En su experimento, se les ofrecía a corales recolectados
de las aguas costeras de Carolina del Norte dos tipos diferentes de plástico
para determinar cuál era más popular: plástico remojado en agua salada y cubierto con una fina
capa de bacterias o plástico degradado sin bacterias añadidas. Los
corales parecían preferir el plástico sin bacterias, pues ingerían más de este
tipo que de los otros fragmentos.
La
diferencia entre el consumo de los dos plásticos podría deberse a la
concentración de químicos añadidos. Quizá los microbios del primer grupo
de plástico evitaban que los compuestos extras llegaran a los corales con tanta
rapidez. O quizá los
microbios producían sustancias que evitaban que los corales ingirieran las
partículas tan rápido.
El tutor de los investigadores, Daniel Rittschof, y otros
miembros del laboratorio trabajan para verificar si existen sustancias
específicas en el plástico que resulten más apetitosas para los invertebrados
marinos. El saber qué
sustancias son y cómo funcionan podría tener implicaciones de mayor alcance.
“Si
pudimos manufacturar plástico apetitoso, podríamos fabricar plástico con un
sabor repugnante”, dijo Seymour. “Tal vez como principio podamos evitar
que los bichitos coman plástico”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios aqui: