Cuando
se habla de derrames de petróleo, nos vienen a la mente esas imágenes de aves
cubiertas de limo negro y una capa brillosa de aceite en el océano.
Cerca
de 2.543.796 litros de petróleo se derramaron cuando se fracturó una tubería a
una profundidad de 1,5 kilómetros de la superficie del océano este octubre en
el Golfo de México, al sureste de Venice, Luisiana, que se ubica más o
menos a 105 kilómetros al sur de Nueva Orleans.
No
se notaba casi nada.
“Lo
que confundió a la gente sobre este evento es que no podían ver nada de
petróleo”, dijo el capitán de corbeta Steven Youde, de la Guardia
Costera estadounidense, en una entrevista telefónica.
Además de unas cuantas zonas con un ligero brillo en la
superficie del océano, el
petróleo parecía haber desaparecido completamente y se creía que no afectaría
la costa.
El
derrame de petróleo parecía ser el más grande desde la explosión del Deepwater
Horizon en 2010, cuando cuatro millones de barriles de petróleo se vertieron
durante casi noventa días. El episodio de octubre fue mucho menor:
16.000 barriles en menos de dos días.
Aún
así, 16.000 barriles es “una fuga bastante importante”, dijo Edward B.
Overton, un profesor emérito de ciencias medioambientales en la Universidad
Estatal de Luisiana, quien estudia los efectos al medioambiente de Deepwater
Horizon. “Sin embargo, no
había suficiente en la superficie para que se diera una orden de limpieza”.
En este caso, el petróleo se degradó rápidamente, en
parte debido a las fuerzas climáticas.
La empresa a cargo del oleoducto, LLOG Exploration, cree
que la tubería se fracturó
en las primeras horas de la mañana del 11 de octubre, según señaló en un
correo electrónico el vocero de la empresa, Rick Fowler.
El 12 de octubre, LLOG descubrió que la cantidad de petróleo que salía de sus
depósitos era distinta a la cantidad de petróleo que salía del sistema de
producción flotante de la empresa, Delta House, que se encuentra en el
Golfo de México, a casi 65 kilómetros al sureste de Venice, Luisiana.
La
pequeña fractura en el oleoducto aún no está reparada, dijo Fowler,
aunque cerraron los depósitos y se detuvo la circulación hacia la tubería. No son claras las causas de la
fractura. La Agencia Federal de Seguridad y Ejecución de Leyes
Medioambientales, que ha supervisado la regulación de la industria energética
de exploración litoral, está investigando lo sucedido.
Las
autoridades determinaron que la mayoría de las gotas que escaparon de la
tubería eran tan pequeñas que se midieron en micras, según Youde.
“Imagínate una lata de refresco o de cerveza”, dijo. “Si
la agitas y le haces un pequeño orificio, el líquido sale en gotas diminutas”.
Explicó que los funcionarios buscaron el petróleo por
varios días antes de establecer que era muy poco probable que pudieran verlo.
Overton indicó que esas minúsculas gotas fueron ingeridas
por bacterias que degradan el petróleo y que habitan en el golfo de México. Algunas de las gotas más grandes
salieron a la superficie, donde la luz, el viento y el oleaje ayudaron a
desintegrarlas.
Como resultado, el derrame tiene “un posible efecto ambiental”,
dijo Overton, pero no parece ser mensurable o significativo. “Tienes un gran impacto cuando
el petróleo se aglomera en una capa muy gruesa”.
Se estima que cada año las filtraciones naturales de
petróleo —sin relación con la industria petrolera y de gas— lanzan de
75.708.236 a 189.270.590 litros al golfo de México, dijo. Lo hacen desde cientos o quizá
miles de distintos puntos del océano Pacífico.
“Las
familias de bacterias que pueden eliminar petróleo ya existen en el Golfo”,
señaló Overton. “Así que
cuando perciben la presencia de más petróleo, esas bacterias lo degradan y
comienzan a reproducirse”.
La
bacteria se come los hidrocarburos del petróleo y los convierte en
dióxido de carbono o en más bacterias, y esas bacterias son fuente de alimento
para otros organismos.
Un derrame de petróleo sirve de comida para las
bacterias, pero hay veces, como cuando sucedió el de Deepwater Horizon, que las bacterias quedan
sobrepasadas por el volumen y no pueden trabajar tan rápido para desintegrarlo.
En un inicio el petróleo derramado por la fractura de
LLOG se estimó en una cantidad de entre 7950 y 9350 barriles, después se rectificó la cifra a
16.000 barriles.
“Hay una gran confianza en la nueva cifra”, dijo Fowler.
El
derrame es un recordatorio sobre la importancia de continuar con la
investigación de los pantanos de Luisiana antes de que suceda otro derramamiento,
dijo Claudia Husseneder, profesora de entomología en la Universidad del Estado
de Luisiana en una entrevista telefónica.
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