Por
eso necesitamos que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas entre en
acción. Y República Dominicana juega un papel crucial.
A
medida que estalla la crisis del coronavirus en todo el mundo, la institución
internacional más poderosa del mundo, el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU),
se tambalea.
El
secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido un alto
al fuego global y ha descrito a la pandemia como la prueba más importante que
las Naciones Unidas ha enfrentado desde su creación. La Asamblea General
de la ONU aprobó una resolución en la que insta a una respuesta multilateral
coordinada y la Organización Mundial de la Salud (OMS) está salvando vidas al movilizar científicos,
coordinando investigaciones y brindando información y atención urgentes a las
poblaciones en riesgo. Creado en los cuarenta, el CSNU es el organismo
que centraliza todos los esfuerzos de las Naciones Unidas sobre paz y seguridad
internacional y aborda crisis globales como la que vivimos. Pero, hoy,
cuando el mundo enfrenta
la mayor amenaza de nuestro tiempo, el Consejo de Seguridad está
desaparecido.
Muchos de nosotros trabajamos en organizaciones y sabemos
que si el jefe no nos
respalda, nos hace más vulnerables e ineficaces. En asuntos de paz y
seguridad en la ONU, el CSNU es el jefe y, si no actúa, socava los esfuerzos
mundiales para combatir la pandemia.
Es
momento de que el Consejo de Seguridad esté a la altura de esta crisis.
República Dominicana, que ocupa actualmente la presidencia del CSNU, tiene una oportunidad histórica
de liderar los esfuerzos globales ante el coronavirus y mitigar sus
repercusiones en la paz y seguridad del mundo.
En
algunas crisis del pasado, las grandes potencias pudieron elevarse por encima
de sus intereses nacionales y tomar un papel de liderazgo mundial, como lo
hicieron con desafíos de salud anteriores, como cuando surgieron el ébola y el
sida. Pero ahora, frente a una amenaza global mucho más inminente, los países más influyentes no
pueden ponerse de acuerdo: China ha querido minimizar el problema, Rusia parece apoyar a China y
Estados Unidos está ausente. En otras ocasiones, Estados Unidos ha
impulsado al Consejo de Seguridad a tomar medidas, pero el presidente
estadounidense, Donald Trump, ha optado por tratar de culpar de todo a China. Pero el tiempo
de la política de acusaciones ya pasó y es profundamente contraproducente. Es por lo mismo que el Consejo
de Seguridad debe actuar con urgencia para unificar al mundo y gestionar una
respuesta colaborativa a la pandemia.
De
los miembros permanentes del Consejo, solo Francia ha propuesto una resolución
para abordar la pandemia. Pero no ha tenido eco: los países parecen más
preocupados en acusarse que en atender la crisis de manera conjunta. Por ello,
los diez miembros del Consejo no permanentes o electos están llenando ese vacío
y ha tomando el liderazgo junto con Francia. La semana pasada, nueve de los diez miembros electos
organizaron una reunión donde el CSNU, por primera vez, abordó el tema del
coronavirus, pero los miembros no se pusieron de acuerdo sobre lo que había que
hacer.
Como actual presidente del Consejo, República Dominicana puede
liderar este esfuerzo. Como primer paso, el país caribeño debe usar su
posición para unificar al
Consejo en torno a una declaración conjunta que llame a una respuesta global coordinada.
Si la declaración del presidente se hace con miras a futuro, y no señalando
culpables, tal vez pueda
hacer que se sumen los miembros permanentes, lo que permitiría tomar medidas más enérgicas y de
manera más apresurada.
Esta
declaración tendría que respaldar el llamado del secretario general de un alto
al fuego de todos los conflictos en el planeta. El coronavirus golpeó
primero al mundo desarrollado, pero puede causar aún más estragos en regiones
desgarradas por la guerra, la violencia o el crimen organizado (como muchas
zonas de América Latina). Una
interrupción global de los conflictos real y efectiva puede ayudar a garantizar
que el personal médico tenga acceso seguro y sin obstáculos a los enfermos en
esas áreas. Grupos de la sociedad civil e incluso algunas de las partes
beligerantes están respondiendo positivamente a la propuesta de Guterres, pero hasta el momento, el
Consejo de Seguridad no se ha pronunciado. Sin ese respaldo, algunos
grupos en conflicto podrían no colaborar.
La
declaración debe enfocarse en hacer que la ONU asuma la responsabilidad de
supervisar la cooperación global. Hasta la fecha, las respuestas
nacionales a la pandemia han
sido increíblemente descoordinadas, a veces enfrentando a un país contra otro mientras
luchan por conseguir equipos médicos.
El Consejo de Seguridad podría ordenar una mayor coordinación y cooperación entre
los Estados miembro y entre las organizaciones de la ONU. Una
declaración contundente debería insistir en que las acciones de los gobiernos del mundo respeten
plenamente el derecho internacional, incluyendo la normativa
internacional sobre derechos humanos, y vigilar que se extienda la atención a
todas las personas sin
discriminación y siempre considerando a los habitantes de zonas
ocupadas, refugiados y migrantes, y protegiendo la libertad de prensa.
La
Carta de la ONU le otorga al Consejo de Seguridad la autoridad para responder a
cualquier amenaza de seguridad internacional, incluso una pandemia. Las
declaraciones de República Dominicana son cruciales en ese sentido, porque
reflejan la opinión consensuada de los miembros del Consejo.
Una
declaración decisiva en la que se llame a trabajar juntos puede hacer toda la
diferencia: legitimaría las decisiones recientes de la Asamblea General,
reforzaría la autoridad
del secretario general y fortalecería los esfuerzos que realizan las agencias especializadas de
la ONU para salvar vidas. Y no es todo: una señal clara y enérgica del Consejo de Seguridad
persuadiría a otros actores a colaborar y dejar de pensar en esta crisis como
un problema con fronteras; no lo es.
Los países latinoamericanos han marcado la diferencia en
momentos importantes del Consejo de Seguridad, y deben volver a hacerlo. Diego
Arria, un exembajador de Venezuela, puso en práctica en 1992 un nuevo tipo de
reuniones, fuera de las salas del CSNU, informales pero oficiales. Además de la
declaración del presidente, República Dominicana, algunos creemos que la “fórmula Arria” también podría
aportar ahora nuevas voces y dar mayor flexibilidad a las deliberaciones del
Consejo de Seguridad. República Dominicana puede seguir esta tradición
latinoamericana y optar por un liderazgo firme desde los márgenes, como hizo
Arria.
Ahora
más que nunca necesitamos unidad y liderazgo del Consejo de Seguridad. La seguridad mundial y la
legitimidad del organismo dependen de la capacidad de todos sus miembros,
incluso los pequeños, de asumir la responsabilidad por nuestro futuro
compartido.
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