Promover
programas y salir luego con la chequera del Gobierno a resolver problemas y
cantar victoria no es sostenible.
Recientemente,
el gobierno ha salido a difundir el éxito por el crecimiento de 4,4 por ciento
del PIB del sector agropecuario durante el primer semestre del 2017, comparado
con el mismo periodo del año anterior.
Razón le asiste al gobierno al ver que este crecimiento se da a pesar del decrecimiento
del café en 14,3 por ciento, pero sustituido por 23,8 por ciento en los
cultivos transitorios, 10,8 por ciento en permanentes y 3,5 por ciento en la
producción pecuaria.
Las cifras anteriores son globales, pero al desagregar se
observa que en los transitorios los cereales crecieron 36,3 por ciento y
legumbres 17,8 por ciento. Los permanentes se concentraron en frutas 10,9 por
ciento y semillas oleaginosas en 50,4 por ciento. En la parte pecuaria, el
crecimiento se concentró en leche 17,6 por ciento y huevos 6,5 por ciento.
El
gobierno no puede ufanarse de un crecimiento con frías cifras sin analizar la
incertidumbre sembrada por la poca sostenibilidad que tiene el programa
Colombia Siembra.
El principal cultivo transitorio que está sosteniendo el
crecimiento agrícola es el arroz, que se acercó al millón de toneladas
producidas, con un crecimiento del 29,2 por ciento, según la encuesta de arroz
mecanizado. Sin embargo, esta alta producción llevó a caídas de los precios
entre el 13 y el 15 por ciento. Además, se ha visto cierta reticencia de los industriales a mejorar
precios al productor, a pesar del incentivo al almacenamiento ofrecido por el
gobierno. El crecimiento de la producción de legumbres es el esfuerzo de
pequeños productores principalmente, que también están viendo castigados los
precios por el aumento en la producción.
Por el lado pecuario, a pesar de que cayó la producción
bovina en 6,1 por ciento, el
crecimiento de la producción tanto de huevos como de leche, se convierten en
los principales responsables del relativo buen comportamiento pecuario.
Esto ha resultado en excedentes de leche que ha llevado al gobierno a subsidiar
el precio al productor y entregar incentivo de almacenamiento a los
industriales.
Un cultivo que se esperaría creciera es el de maíz
amarillo, para sustituir en algo la gran importación que llegó a cerca de 4,3
millones de toneladas en el 2016, pero solo se cosecharon 426 mil toneladas en el primer semestre del
2017, lo que significó 22,2 por ciento menos que el mismo periodo del 2016.
Aquí existe el poco interés de los fabricantes de concentrados de usar el maíz
amarillo nacional, lo que ha llevado a los productores a solicitarle al
gobierno incentivo al almacenamiento.
La Altillanura es el territorio que se presta más para la
siembra masiva de maíz amarillo, pero la resistencia de los industriales,
sumada a la inseguridad jurídica sobre la propiedad, ha impedido que entren
capitales frescos y desarrollen esta zona que requiere músculo financiero para
lograrlo. Aquí es donde se
ha debido orientar principalmente Colombia Siembra. El importante
crecimiento de los cultivos permanentes como frutas y oleaginosas (palma) están
mostrando lo que predominará en la agricultura colombiana en un futuro cercano,
ya está el claro el
ejemplo reciente del aguacate Hass.
Con Colombia
Siembra se esperó también crecimiento de exportables, pero globalmente las
exportaciones agropecuarias en el primer semestre disminuyeron 6,6 por ciento
en toneladas, a pesar de que aumentaron 6,4 por ciento en dólares.
Promover programas y salir luego con la chequera del
Gobierno a resolver problemas y cantar victoria no es sostenible; así, Colombia
se siembra de incertidumbre
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios aqui: