La noticia es clara, contundente y de alguna manera esperada: “El Presidente de los Estados
Unidos confirmó la salida de su país del acuerdo de París”. Esta
decisión marca un punto de inflexión, no solo en el desarrollo de la política
ambiental internacional, sino
en las relaciones que mantiene este líder mundial con el resto del hemisferio.
Para entender su impacto y
significado, es necesario considerar todas las aristas. Primero, es
fundamental analizar el escenario; y segundo, resaltar los efectos que tiene
esta noticia en cada ámbito de la realidad global.
El acuerdo que se logró en París
en diciembre de 2015 es un hecho sin precedentes. Por primera vez, el 99 % de las naciones
que pertenecen a la ONU llegaron
a un consenso para lograr una meta común: coordinar acciones económicas y
sociales para reducir el calentamiento global. Por tanto, el contenido
del acuerdo no es superficial, y si bien no tiene elementos jurídicos
vinculantes, sí contempla instrumentos que garantizarán su viabilidad.
El artículo 28, por ejemplo, menciona que para que un país se desvincule del acuerdo debe esperar
tres años para realizar la solicitud formalmente, y después esperar un año más para
que esta sea efectiva.
En consecuencia, Estados
Unidos seguirá vinculado al acuerdo hasta 2020, es decir, la
administración Trump estará obligada hasta esa fecha a cumplir con los mandatos
que allí se consignaron. Sin embargo, este escenario no le quita relevancia a
la declaración que el polémico mandatario realizó la semana pasada. Sus categóricas palabras merecen
un análisis político, económico y social.
Se considera que los primeros pasos para garantizar la sostenibilidad
socioambiental de los territorios están en el mundo político. En los últimos años el discurso
proambiental ha cobrado fuerza, tanto así, que en la cumbre del G7 este
fue un tema neurálgico. Por tanto, que un país declare que no acepta los acuerdos
y solicite una renegociación deja dos ideas.
Sale EE. UU. y entra… ¿quién?
‘La Casa Blanca se quedó sola’
por retiro del Acuerdo de París
La primera es que de alguna manera se excluye del nuevo club que ha
forjado el asunto ambiental, donde
naciones como Rusia, India, China y Alemania empiezan a tomar cada vez más
relevancia y visibilidad en la hegemonía internacional. El segundo, es
el mensaje que se da a otros países, donde se abre una puerta en la cual
cualquiera que no esté de acuerdo con lo pactado puede solicitar una
renegociación. ¡Peligroso antecedente!
En el ámbito económico, no es
secreto que muchas naciones que no tienen la capacidad financiera para
desarrollar sus propios procesos de mitigación del cambio climático ven en los
países desarrollados una fuente importante de financiación. También se
reconoce que Estados
Unidos es uno de los países que más aporta para estos procesos de desarrollo,
innovación e investigación.
En conclusión, su eventual retiro de los compromisos establecidos podría generar un hueco
financiero que no será fácil cubrir y por ende muchos proyectos quedaran
en el papel.
En otras palabras, los
impactos de la decisión de Trump no afectarán directamente a los
estadounidenses. Sin
embargo, se podría presentar un efecto colateral en el largo plazo que
irónicamente afectaría negativamente a Estados Unidos. ¿Por qué?
Existen dos realidades, la
primera es que los países más perjudicados por el calentamiento global son
aquellos que se encuentran en vía de desarrollo y que su economía depende de la extracción
y comercialización de materias primas; la otra realidad es que Estados Unidos es el mayor
comprador de bienes y servicios del mundo, y sus proveedores son muchos
de los países que tienen un alto riesgo de sufrir las consecuencias del cambio
climático.
Entonces, al
existir eventos naturales drásticos que afecten seriamente la estabilidad de
naciones en desarrollo, seguramente su capacidad de ofrecer bienes y servicios
se va a disminuir afectando el mercado global, que se verá reflejado en
un aumento de precios que al final el consumidor se verá obligado a pagar.
El otro matiz que podría impactar en el largo plazo a los Estados Unidos
son los desplazados
medioambientales, este fenómeno aparece cuando un territorio pierde su
estabilidad natural y no logra ofrecer servicios ecosistémicos que satisfagan
las necesidades de las comunidades.
Por tanto, las
personas se ven obligadas a desplazarse a las grandes ciudades y en muchas
ocasiones a países donde se cree que existen amplias oportunidades para
lograr bienestar de vida; sin embargo, no logran insertarse en las nuevas
dinámicas sociales o las mismas comunidades las rechazan, presentándose
problemas de violencia o pobreza extrema.
En conclusión, la declaración que
se registró en Estados Unidos la semana pasada en el largo plazo afectará a las
comunidades que el mismo Donald Trump dice proteger; además, su mensaje
refuerza que el interés individual prima sobre el interés global, y para lograr
armonía entre las dinámicas de los ecosistemas y las dinámicas de la sociedad
se exige de manera imprescindible un trabajo en equipo en el cual se reconozca
que el componente natural de la tierra es un bien común que debe interesar a
todos sin importar su condición socioeconómica.
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