Alex Torrenegra se atrevió a pedir un crédito a los 14 años
y hoy es genio informático. Tiene solo 34 años y da conferencias por el mundo
‘Se pasan trabajos a
computador’. Ese era el letrero que para 1992 se veía en la ventana de la
familia Henriquez Monroy, ubicada en el barrio Villas de Granada, de Bogotá.
El autor del mensaje era Alex, un adolescente de 14 años, hijo de Katia Monroy,
que desde los cuatro años
se había obsesionado con tener un computador.
Para la época, pocos tenían la oportunidad de tener en su casa uno de esos
aparatos. Alex tampoco lo tenía. Sin embargo ofreció pasar trabajos a computador y en la
puerta de su casa a diario golpeaban estudiantes de colegio y universitarios
para preguntar cuánto costaba pasar su escrito a un documento digital.
Nadie
sabía que Alex en realidad no tenía cómo transcribirlo. A lo mejor,
ninguno de los que preguntó el valor, sospechó que él sólo quería saber cuánto estarían dispuestos a
pagarle los interesados por esa labor. La intención de Alex era calcular si el total de los
trabajos que pasaría le eran suficientes para pagar una cuota bancaria y
conseguir así su primer PC.
Cuando
los cálculos fueron suficientes, se dirigió a un banco en el que tenía una
cuenta de ahorros. Para él, solo por ese hecho, podrían prestarle los
850.000 pesos que necesitaba para conseguir su equipo. Pero al llegar al banco,
las respuestas fueron contundentes: “eres un menor de edad, no te podemos hacer un préstamo”.
Pero por su insistencia y
decisión, terminó en la oficina de la gerente de la sucursal, a
quien le explicó cómo
pagaría el préstamo con los recursos que le generaría transcribir trabajos a
computador, lo que llamó la atención de la directiva de la oficina.
Ella le dijo que viniera con su mamá al siguiente día y
luego de explicaciones y cálculos, Alex salió en sus manos con 850.000 pesos.
Un clon 386 fue su primer computador propio.
De ahí en adelante la empresa Apache AX Cibernetic Enterprises Limitada, como
Alex le llamó, empezó a crecer. El problema ahora no
fue la falta del computador, sino
la de tiempo de su creador para atender la alta demanda que tenía, a la
par de alto flujo de obligaciones escolares.
Fue entonces cuando la abuela, María Emma Torrenegra, a sus más de 80 años,
aprendió a digitar textos en el “aparato” para ayudarle a su nieto a pasar los
trabajos que le encargaban y que a su vez cumpliera con sus labores
escolares. “Lo más curioso
fue que mi abuela nunca aprendió a grabar el archivo. Entonces ella se
trasnochaba pasando el trabajo y me despertaba, yo guardaba el trabajo y podía
entregar a tiempo”, cuenta Alex en medio de sonrisas. Por eso hoy, para hacerle homenaje a esa
“madre” que lo ayudó y apoyó, lleva el apellido Torrenegra.
En la última cuota del crédito, se atrasó. Cuando tuvo el
dinero se dirigió al lugar
ofreciendo nada más que excusas por el retraso y el pago final. Pero, al
efectuarlo, no encontraban
una deuda en la entidad a su nombre, ni al de su mamá. Tampoco les
permitieron conocer el nombre del titular de la cuenta a la que consignaban el
pago de la deuda, así que como última medida, consignaron y dieron por terminado el
préstamo.
Pero fue así como Alex entendió que el préstamo nunca lo efectuó la entidad, sino la
gerente del banco, y que sus consignaciones mensuales eran a la cuenta personal
de ella, quien le creyó a un joven de apenas 14 años sus ideas de
empresa. Pese a que no sabe nada de ella, le agradece infinitamente ese
“favor”.
Cuando Alex terminó sus estudios de bachiller, su empresa en casa seguía
funcionando. Empezó a estudiar ingeniería de
diseño y automatización electrónica y allí se dio cuenta de que con
los computadores tenía otra estrecha relación: repararlos le era muy fácil. Con los estudios
potenció esta capacidad y una vez más se arriesgó,
al ver que este negocio era mucho más rentable que transcribir a computador.
Puso en un clasificado en el periódico El TIEMPO de la
edición del domingo, un aviso ofreciendo reparación de computadores. No era un experto, pero
se sentía capaz de hacerlo. “Llamé a clasificados y les dije que cobraran el pago en la cuenta de
teléfono de mi casa. Lo compré y no le dije nada a mi mamá. Luego
pensaba ¿qué pasará si no llama nadie?, ¿cómo voy a pagar los 250.000 pesos?”.
El domingo de la publicación, estuvo todo el día junto al
teléfono esperando llamadas, pero
ni una llegó. Aún así, se contactó de nuevo con el periódico y tomó una oferta de clasificado por
tres días laborales). “¡Oh sorpresa! cuando me llamaron no personas sino empresas para que les
arreglara los computadores de las oficinas”.
Con el pago de las empresas no solo pudo pagar la los avisos
clasificados, sino empezar
a contratar personas. Pasar trabajos a computador quedó a un lado y nació Cyberprise Ltda.,
dedicada al soporte
técnico de la ingeniería en compañías.
A sus 19 años, Alex tenía 25
personas trabajando para su empresa.
Cuando conoce a la que es hoy su esposa, Tania Zapata, quien
es locutora profesional, vislumbra
junto a ella una nueva oportunidad de negocio: el de las voces
profesionales. Es con ella
que entiende que para conseguir un sonido vocal de altas calidades había un
proceso en el que intervenían muchos agentes, poco óptimo.
Con ella y su mejor amigo, emprendieron un nuevo camino. Cerró así su empresa de soporte
técnico y creó Voice123, una plataforma web que permite encontrar voces
profesionales.
Posteriormente la empresa se convirtió en VoiceBunny, que fue pionero en la
creación de este tipo de empresa en Colombia y en el exterior y que hoy es el banco de voces
más grande del mundo. Cuenta con 160.000 perfiles de voces en 50 idiomas y más
de 65.000 clientes, entre ellos Pixar.
Su proyección es seguir y creciendo y pese a que no terminó sus estudios profesionales
por sacar adelante su empresa de soporte técnico, hoy es ‘el duro’ de la
informática, lo que le ha permitido darle sustento a sus innovadoras
ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios aqui: