Tener
una amplia experiencia laboral y hoja de vida es importante, pero que tengas
una serie de cualidades y actitudes como actuar basado en principios y valores,
escuchar a quienes hacen parte de tu equipo, entre muchas otras, es
imprescindible para un buen entorno empresarial.
Todo esto ha tomado fuerza en los últimos años, gracias a
la idea de que el directivo más que un jefe, es el guía de los colaboradores de
la compañía, es quien da los lineamientos para la correcta coordinación y
funcionamiento de la organización, en pocas palabras, es quien da ejemplo.
Hicimos un listado con algunas de las cualidades con las
que estamos seguros podrás
dirigir y garantizar que tu desempeño se potencialice para obtener los
resultados y cumplir con las metas que te has trazado junto con tu
equipo de trabajo:
1.
Inteligencia emocional
Estar a cargo de personas no es fácil, esto requiere de
un gran dominio de las emociones, por lo que siempre debes estar en calma en
los momentos duros que se presenten, la serenidad debe ser el sentimiento que
te guíe para tomar las mejores decisiones.
2.
Reconocimiento del talento
Sin los empleados, la empresa no sería lo mismo, por lo
que debes saber cómo tratar a las personas con respeto, entender sus
necesidades y conocer sus motivaciones, pero sobre todas las cosas reconocer
sus fortalezas para potencializarlas en cada aspecto, es decir, “ser el gran
director de la orquesta, en ese concierto”.
3.
Conocimiento
Nos referimos a los conocimientos administrativos o el
campo en el que te estás desenvolviendo, la verdad es que tener argumentos,
hablar con propiedad, pero sobre todo estar dispuesto a enseñar y aprender, te
dará reconocimiento y respeto. En este punto es importante aclarar que esos
conocimientos no solo son académicos, existen casos donde gracias al trabajo,
dedicación y esfuerzo se adquieren de manera empírica; lo importante es que
siempre estés seguro de qué es lo que estás haciendo y hablando. De lo
contrario demuestra tu firme intensión por aprender.
4.
Adaptabilidad
Debes ser flexible a los cambios, atento para aprovechar
las oportunidades y las condiciones del entorno; saber cómo actuar frente a la
presión o la incertidumbre, porque en esta era, siempre debemos estar positivos
y ver las dinámicas del mercado como posibilidades de expansión.
5.
Liderazgo
Debes ser quien tome la iniciativa y no sentarte a
esperar a que las cosas sucedan porque sí. Saber dónde estás y para dónde vas;
recuerda que tu entusiasmo es el ejemplo para las personas con quienes
trabajas.
6.
Delegar
No puedes ni debes encargarte de todo, por eso estás
rodeado de un equipo de trabajo hábil e inteligente, que comprende la importancia
del trabajo que cada uno tiene a cargo.
7.
Comunicarte
Hablando se entiende la gente, este es un dicho popular
totalmente sabio; siempre que tengas claro que debes buscar las herramientas
para informar, comunicar o trasladar lo que quieres, tu trabajo marchará como
un reloj, de lo contrario todo será complicado porque no tendrán una directriz
clara.
8.
Pasión
La clave es amar lo que haces, de esta manera todo fluye
mejor, las ideas nacen solas y la gente lo nota, te cree y se contagia de esa vibra.
9.
Actitud
Una actitud positiva, creer en el éxito como algo real,
saber, creértelo y expresar lo bueno que es tu trabajo, sin alardear y siempre
todo enmarcado en la humildad y el respeto, hacen de ti un líder importante
para tu equipo.
10.
Aprender de tus errores
El tiempo te demuestra que los fracasos son el gran
maestro de las victorias, lo que te permitirá sacar el mejor provecho de los
obstáculos que se te presentan para no volverlos a repetir. Pero, sobre todo,
asúmelos y no los delegues, si hay errores es de todos y si las victorias
llegan, también será igual.
REFLEXIONES DE UN SACERDOTE CATÓLICO
Un gran directivo no se mide solo por sus logros, sino por la forma en que lidera, inspira y sirve. Desde una perspectiva cristiana, el liderazgo es un acto de servicio que refleja el ejemplo de Jesús, quien dijo: "El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9:35).
La humildad es la primera cualidad esencial. Un buen directivo reconoce que su autoridad no es un privilegio personal, sino una responsabilidad otorgada para el bien común. Este líder sabe escuchar, aprende de otros y no teme admitir sus errores. La humildad fortalece la confianza y fomenta un ambiente de colaboración.
La empatía es otra característica fundamental. Jesús lloró con los que sufrían y celebró con los que se alegraban. Un directivo que entiende las necesidades de su equipo y las circunstancias de su entorno puede guiar con justicia y compasión. La empatía permite construir relaciones genuinas y enfrentar los desafíos con humanidad.
La visión es indispensable. Un gran directivo no solo ve el presente, sino que también se esfuerza por discernir el camino que Dios podría estar señalando. Con prudencia y fe, planifica estrategias que no solo busquen beneficios económicos, sino que también respeten la dignidad humana y el cuidado de la creación.
Por último, un directivo debe ser íntegro. Su vida debe ser un testimonio de honestidad, justicia y fidelidad a los valores éticos y espirituales. En un mundo lleno de tentaciones, su ejemplo puede iluminar el camino de muchos.
Un gran directivo es aquel que combina la sabiduría con la humildad, la integridad con la compasión, la visión con la justicia. Es aquel que inspira, motiva y guía a su equipo hacia un futuro mejor.
Que cada directivo recuerde que liderar es una oportunidad para glorificar a Dios a través del servicio a los demás, trabajando siempre por un propósito mayor.
Que el Señor bendiga a quienes ejercen el liderazgo, para que sean instrumentos de Su amor y justicia en el mundo empresarial. Amén.
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