En
la región de la Amazonía, actividades humanas como la producción agrícola, el
desarrollo de infraestructura y la explotación forestal producen niveles
alarmantes de deforestación.
Después de conseguir algunos logros importantes, como la
triplicación de las áreas protegidas en Colombia, en la actualidad observamos
un notorio retroceso o mejoras
insuficientes en toda la cuenca del Amazonas.
Si bien se cuenta con políticas que parecen positivas en
el papel, por lo regular
fracasan debido a que las instituciones encargadas de ellas son débiles y la
ley se aplica de manera inadecuada.
Además, existen fuerzas económicas poderosas, tanto legales como ilegales,
que impulsan las actividades responsables de la destrucción de la selva.
La
selva tropical amazónica desempeña un papel vital en la eliminación del
carbono, como mediador del ciclo del agua a nivel global y es una cuna de la
biodiversidad. Una pérdida masiva de la selva tropical amazónica podría resultar catastrófica,
no solo para los treinta millones de habitantes de la cuenca, sino para todo el mundo.
Pese
a que la mitad de la superficie de selva tropical del mundo se encuentra en la
Amazonía, la
deforestación produce el ocho por ciento de las emisiones globales netas,
más que toda la Unión Europea. Varios científicos han advertido que podríamos
aproximamos a un “punto de quiebre”: un nivel de deforestación tal que la
cuenca del Amazonas ya no
podrá generar la lluvia que necesita al reciclar humedad, por lo que no
será capaz de sostener los ecosistemas de la selva tropical. Según un estudio
realizado en 2018 por el
Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), es posible que la mitad de la vida silvestre de las
selvas tropicales más ricas del mundo, como la Amazonía, se encuentre en riesgo
de extinción en el próximo siglo.
Los países de la Amazonía van rezagados con respecto a sus
objetivos de reducción de la deforestación. Algunas políticas de conservación
efectivas han demostrado que pueden dar resultados; el problema es vigilar el
cumplimiento de la ley. Es urgente revertir las tendencias actuales y garantizar que el desarrollo
económico no choque con la conservación, de manera que evitemos llegar
al punto de quiebre.
La
combinación de fuerzas que impulsan la deforestación varía de un país a otro,
y por lo regular no es posible atribuirla a una sola causa, sino a una cadena de
eventos. El sector
agrícola, una de las principales causas de la deforestación en la región, es
una fuente importante de empleo, inversión e ingresos para el gobierno.
Por desgracia, existen
prácticas no sostenibles que a menudo evitan que la tierra se utilice de
manera eficiente. En Ecuador, por ejemplo, el sector agrícola aprovecha el 30
por ciento de la tierra, pero
genera solo el seis por ciento del PIB.
Los caminos y otros proyectos de infraestructura
favorecen de manera indirecta la pérdida de la selva amazónica. Los proyectos de carreteras, que
por lo regular no consideran protecciones ambientales adecuadas ni planeación
de la tenencia de la tierra, crean acceso a áreas que antes eran remotas, con
lo que posibilitan la expansión de actividades lícitas e ilícitas que causan
deforestación. China planea financiar y construir en la Amazonía
infraestructura de transporte y grandes proyectos energéticos, presas
hidroeléctricas entre ellos, como parte de su ambiciosa Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la
Seda. Por desgracia, sus empresas y bancos públicos por lo regular
aplican estándares
ambientales menos estrictos que los acreditantes multilaterales, por lo
que la posibilidad de una mayor expansión hacia áreas prístinas de selva causa
inquietud.
Algunos
grupos criminales poderosos y gobiernos débiles en áreas remotas también han
permitido actividades ilícitas que destruyen el medioambiente, como la
explotación forestal, minas
de oro e incautación de tierra para actividades especulativas. Por toda
la región, la respuesta en materia de políticas públicas ha sido terriblemente
inadecuada. Los gobiernos han recortado sus presupuestos de supervisión
ambiental en vez de autorizar los aumentos necesarios. Las medidas de seguridad
destinadas a combatir las
actividades delictivas que ocasionan deforestación no se ocupan de los
incentivos económicos subyacentes.
El tratado de paz de Colombia suscrito en 2016 abrió
grandes franjas de selva que antes
controlaban las guerrillas de las Farc, las cuales habían impuesto
límites estrictos a la explotación forestal. Desde entonces, otros grupos delictivos se han
instalado en el área, lo que ha ocasionado un aumento significativo en el
acaparamiento de tierra pública, el cultivo de coca y la expansión agrícola no regulada.
La pérdida de selva amazónica en Colombia se triplicó desde 2015 y alcanzó un
récord histórico.
A pesar de que el expresidente Juan Manuel Santos amplió
las áreas protegidas durante su mandato, la aplicación de la ley no ha sido
firme y solo se cuenta con
un guardia forestal por cada 50 000 hectáreas, el equivalente al 0,2 por
ciento de la norma internacional. Para intentar contener el aumento de la
deforestación, el gobierno actual, con Iván Duque en la presidencia, asignó más fuerzas de seguridad,
pero las autoridades ambientales todavía batallan con presupuestos inadecuados,
además de personal y equipo limitados.
En
Perú, el gobierno ha relajado la aplicación de las leyes ambientales
desde hace algunos años, y las políticas diseñadas para combatir la minería
ilegal de oro han sido, en
general, ineficaces. Con todo y que desde hace varios años se realizan
operaciones policiacas y militares, existe legislación más estricta para
combatir la minería ilícita y
se han tomado medidas para formalizar la industria, la deforestación
ocasionada por actividades ilícitas de minería de oro alcanzó una cifra récord
superior a las 9300 hectáreas en 2018, por lo que en febrero el gobierno del Perú se vio
obligado a declarar estado de emergencia en la región Madre de Dios.
Algunos casos exitosos demuestran que sería posible establecer
políticas para revertir la tendencia, a un costo relativamente bajo en
comparación con otras estrategias para mitigar el cambio climático. Ofrecer incentivos a los
productores en pequeña y gran escala podría promover prácticas agrícolas
sostenibles. La producción de soja y ganado aumentó en Brasil entre 2004
y 2012, y en ese mismo periodo el gobierno logró reducir la deforestación un 80 por ciento.
Esto parece indicar que es
posible promover las operaciones agrícolas sin destruir la tierra; basta
que los agricultores aprovechen la tierra subexplotada y mejoren su eficiencia.
Un convenio suscrito en 2006, conforme al cual los compradores de soja se
comprometieron a abstenerse
de comprar producto a los proveedores que deforestaran la tierra para
lograr su producción, desempeñó un papel muy importante para reducir la
deforestación de la Amazonía en Brasil.
Después de los escándalos de corrupción en América
Latina, los gobiernos
quieren mejorar la transparencia de los programas de infraestructura.
Esta situación es una buena oportunidad para incluir una mejor planeación ambiental en el proceso
de diseño de la infraestructura. Una opción es ampliar las áreas
protegidas, además de mejorar el monitoreo y el cumplimiento de la ley,
acciones que, según demuestran varios estudios, contribuyen a reducir los incendios forestales hasta en
un seis por ciento. En América Latina se estima que las reservas indígenas ayudan a
que se reduzcan los incendios forestales, un símil de la deforestación,
en un 16 por ciento.
También
pueden emplearse incentivos económicos para alentar la reforestación. En
Colombia, por ejemplo, la reforestación puede servir para compensar emisiones
de carbono y así evitar el impuesto nacional al carbono. En Ecuador, un
programa que ofrecía incentivos
económicos a los propietarios de la tierra que conservaran la selva nativa
ayudó al país a recortar la tasa de deforestación casi un 50 por ciento entre
2009 y 2014, en comparación con el periodo de 1990 a 2000.
No
faltan propuestas de políticas para proteger la Amazonía. No obstante,
los gobiernos deben tener voluntad política para aplicarlas, aunque existan
otras prioridades que parezcan contraponerse. Identificar oportunidades de crecimiento económico que
sean compatibles con la conservación permitirá lograr los mejores resultados
para la cuenca del Amazonas y para todo el mundo.
Propuestas para salvar la Selva Amazónica
Fortalecer las leyes ambientales: Implementar y hacer cumplir normativas más estrictas contra la deforestación y la explotación ilegal de recursos naturales.
Promover la reforestación: Establecer programas masivos de reforestación con especies nativas para restaurar áreas degradadas.
Fomentar la economía sostenible: Apoyar a las comunidades locales en la implementación de prácticas agrícolas y económicas sostenibles, como la agroforestería y el ecoturismo.
Reducir el consumo de productos vinculados a la deforestación: Implementar certificaciones estrictas para productos como carne, soja y madera, asegurando que provengan de fuentes sostenibles.
Establecer más áreas protegidas: Ampliar las zonas de conservación y garantizar su financiamiento para una gestión adecuada.
Involucrar a las comunidades indígenas: Reconocer y proteger los derechos de las comunidades indígenas, quienes son los principales guardianes de la selva, y apoyarlos en su lucha contra actividades ilegales.
Impulsar la educación ambiental: Crear campañas educativas que destaquen la importancia de la selva para el equilibrio climático global y la biodiversidad.
Fomentar la cooperación internacional: Promover acuerdos globales que financien la protección de la selva y penalicen actividades que contribuyan a su destrucción.
Desarrollar alternativas económicas: Invertir en industrias verdes y en el desarrollo de tecnologías que reduzcan la dependencia de actividades destructivas como la minería y la ganadería extensiva.
Incentivar la investigación científica: Apoyar estudios que ayuden a entender mejor la biodiversidad de la Amazonía y sus servicios ecosistémicos, y que orienten políticas de conservación.
Penalizar el financiamiento de la deforestación: Establecer mecanismos para identificar y sancionar a empresas y entidades financieras que apoyen actividades destructivas.
Combatir el cambio climático: Implementar acciones globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que mitigará las presiones climáticas sobre la selva.
Promover acuerdos de conservación privada: Incentivar a propietarios de tierras a preservar los ecosistemas a través de subsidios y beneficios fiscales.
Utilizar tecnologías de monitoreo: Implementar sistemas avanzados de monitoreo satelital para detectar y prevenir la deforestación en tiempo real.
Crear alianzas con ONGs y empresas: Trabajar junto a organizaciones no gubernamentales y el sector privado para financiar proyectos de conservación y desarrollo sostenible.
Implementar corredores ecológicos: Conectar áreas protegidas mediante corredores biológicos para facilitar el movimiento de especies y preservar la biodiversidad.
Prohibir nuevas infraestructuras destructivas: Detener la construcción de carreteras, represas y otras infraestructuras que fragmenten los ecosistemas de la Amazonía.
Fomentar acuerdos de carbono: Incentivar la conservación mediante programas de compensación de carbono, en los que las comunidades locales sean recompensadas por mantener la selva intacta.
Desarrollar bioeconomías locales: Promover el uso sostenible de los recursos naturales, como aceites esenciales, frutos y medicinas derivadas de plantas amazónicas.
Revisar políticas de subsidios: Eliminar incentivos gubernamentales que favorezcan actividades destructivas, como la expansión de la agricultura y la ganadería en áreas protegidas.
Incentivar la agricultura regenerativa: Promover técnicas agrícolas que mejoren la salud del suelo y reduzcan la necesidad de expandir tierras de cultivo.
Implementar sanciones internacionales: Establecer sanciones económicas y comerciales contra países o empresas que no respeten acuerdos para la protección de la Amazonía.
Apoyar a las mujeres indígenas: Fortalecer el rol de las mujeres indígenas como líderes en proyectos de conservación y en la transmisión de conocimientos ancestrales.
Aumentar el financiamiento verde: Establecer fondos internacionales dedicados exclusivamente a la conservación de la Amazonía, gestionados con transparencia.
Fomentar el turismo responsable: Desarrollar iniciativas de ecoturismo que generen ingresos sostenibles y sensibilicen a los visitantes sobre la importancia de la selva.
Desarrollar bancos de semillas: Crear bancos genéticos que preserven la diversidad de especies de la Amazonía para futuras generaciones.
Crear acuerdos de soberanía compartida: Promover acuerdos internacionales que reconozcan a la Amazonía como un bien común global y no solo de los países que la albergan.
Reforzar la lucha contra el crimen ambiental: Establecer fuerzas de tarea especializadas para combatir la tala ilegal, el tráfico de fauna y la minería ilegal.
Establecer metas de reforestación obligatorias: Imponer metas de reforestación para empresas y gobiernos que hayan causado daño ambiental en la región.
Promover iniciativas de justicia climática: Abogar por la reparación de daños a las comunidades afectadas por la deforestación y el cambio climático en la Amazonía.
Reconocer a la Amazonía como patrimonio mundial: Proponer que la selva sea protegida bajo la UNESCO para garantizar su conservación internacional.
Promover productos libres de deforestación: Asegurar que todos los productos exportados desde la región amazónica cumplan con certificaciones estrictas de sostenibilidad.
Incluir la Amazonía en currículos educativos: Educar a niños y jóvenes en la importancia de la selva a nivel local y global, fomentando una nueva generación de conservacionistas.
Utilizar inteligencia artificial para la vigilancia: Desarrollar sistemas basados en IA para identificar patrones de deforestación y actividades ilegales.
Prohibir el uso de agroquímicos peligrosos: Limitar el uso de pesticidas y fertilizantes que dañen la biodiversidad de la selva y contaminen los ríos.
Promover acuerdos regionales de conservación: Establecer pactos entre países amazónicos para coordinar esfuerzos de protección y desarrollo sostenible.
Incentivar la investigación farmacológica: Estudiar las plantas medicinales de la Amazonía para encontrar usos sostenibles que beneficien a la humanidad y generen recursos para su conservación.
Fomentar un cambio en el consumo global: Educar a los consumidores sobre cómo sus elecciones afectan la Amazonía, promoviendo hábitos de consumo más responsables.
Crear programas de compensación para comunidades locales: Garantizar que quienes protegen la selva reciban beneficios económicos y sociales directos.
Ampliar las alianzas internacionales: Fortalecer coaliciones globales como la Alianza para la Protección de los Bosques Tropicales para maximizar recursos y esfuerzos.
Adoptar un enfoque basado en los derechos humanos: Garantizar que las decisiones relacionadas con la Amazonía respeten los derechos de las comunidades indígenas y locales.
Crear sistemas de alerta temprana: Desarrollar tecnologías para predecir y prevenir incendios forestales y otros desastres ambientales.
Fomentar la cooperación científica internacional: Establecer redes globales de investigación para monitorear la salud del ecosistema amazónico y proponer soluciones basadas en evidencia.
Implementar sanciones ambientales progresivas: Establecer penalizaciones económicas proporcionales al daño ambiental causado por empresas o gobiernos.
Apoyar el emprendimiento sostenible: Incentivar proyectos locales que generen ingresos sin destruir el medio ambiente, como la producción de artesanías o alimentos orgánicos.
Reducir la deuda de países amazónicos: Proponer intercambios de deuda por naturaleza, donde los países reduzcan su deuda externa a cambio de compromisos de conservación.
Promover la regeneración natural: Identificar áreas que puedan recuperarse de manera natural y permitir que los ecosistemas se restauren sin intervención humana intensiva.
Fomentar la producción agrícola vertical: Reducir la necesidad de expandir tierras de cultivo mediante el desarrollo de tecnologías de agricultura vertical en otras regiones.
Crear una autoridad internacional para la Amazonía: Establecer un organismo global que supervise y coordine esfuerzos de conservación a nivel regional e internacional.
Establecer cuotas de uso sostenible: Limitar la cantidad de recursos naturales que pueden extraerse legalmente de la Amazonía.
Desarrollar infraestructura sostenible: Promover proyectos de infraestructura que minimicen el impacto ambiental y beneficien a las comunidades locales.
Combatir la corrupción en la gestión de recursos: Implementar sistemas de transparencia y rendición de cuentas para evitar la explotación ilegal de los recursos de la selva.
Fomentar la participación juvenil: Involucrar a jóvenes de las comunidades locales y del mundo en proyectos educativos y de acción para proteger la Amazonía.
Regular la minería responsable: Establecer normas estrictas para la minería en la región, minimizando su impacto ambiental y social.
Promover alianzas con líderes religiosos: Trabajar con comunidades de fe para generar conciencia sobre la importancia espiritual y ecológica de la selva.
Reforzar la gobernanza local: Capacitar y empoderar a líderes comunitarios para que gestionen los recursos de manera sostenible y participen en la toma de decisiones.
Apoyar la transición energética global: Reducir la demanda de combustibles fósiles, que impulsa la deforestación para la extracción de petróleo y gas en la Amazonía.
Establecer una “moratoria de deforestación”: Prohibir temporalmente la tala en áreas clave para frenar la pérdida de biodiversidad mientras se implementan medidas de conservación.
Crear un fondo de emergencia climática: Establecer un fondo global para responder rápidamente a eventos como incendios y sequías en la región amazónica.
Promover narrativas positivas: Desarrollar campañas globales que muestren el valor de la Amazonía como fuente de vida, cultura y riqueza natural.
Apoyar tecnologías de bioremediación: Usar microorganismos y plantas para restaurar suelos y ríos contaminados en la región.
Desarrollar acuerdos vinculantes sobre biodiversidad: Establecer tratados internacionales que protejan especies clave y hábitats en peligro en la Amazonía.
Reducir el impacto de la pesca intensiva: Regular la pesca en los ríos amazónicos para proteger la vida acuática y las comunidades que dependen de ella.
Promover el comercio justo amazónico: Garantizar que los productos provenientes de la región sean comprados a precios justos y beneficien directamente a las comunidades locales.
Involucrar al sector financiero: Incentivar a los bancos e inversores a financiar únicamente proyectos sostenibles en la región.
Crear alianzas mediáticas: Colaborar con medios de comunicación para mantener la Amazonía en el foco de la opinión pública global.
Incorporar valores de conservación en las constituciones nacionales: Asegurar que los países amazónicos incluyan principios de sostenibilidad en sus marcos legales.
Desarrollar mercados de biodiversidad: Crear incentivos para la conservación mediante el uso sostenible de recursos biológicos como base para nuevos productos farmacéuticos y alimenticios.
Promover el acceso equitativo a los beneficios de la conservación: Garantizar que las ganancias de los proyectos sostenibles se distribuyan equitativamente entre las comunidades locales.
Organizar campañas globales de recolección de fondos: Movilizar a individuos y organizaciones de todo el mundo para financiar iniciativas de conservación.
Salvar la Amazonía requiere un enfoque integral y multidimensional, que combine políticas locales, esfuerzos internacionales y la participación activa de la sociedad global. Cada acción, por pequeña que parezca, suma al objetivo de proteger este ecosistema vital.
PODCASTS
¿CÓMO SE PODRIA SALVAR LA SELVA AMAZÓNICA?
https://creators.spotify.com/pod/show/carlos85361/episodes/CMO-SE-PODRIA-SALVAR-LA-SELVA-AMAZNICA-e2shqu0
Salvar la selva amazónica requiere un enfoque global que combine la protección de sus ecosistemas, la implementación de políticas de conservación, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y el fortalecimiento de las leyes ambientales. Además, es crucial involucrar a las comunidades locales y fomentar la conciencia internacional sobre su importancia.
HOW COULD THE AMAZON RAINFOREST BE SAVED?
https://creators.spotify.com/pod/show/carlos85361/episodes/HOW-COULD-THE-AMAZON-RAINFOREST-BE-SAVED-e2shr08
Saving the Amazon rainforest requires a global approach combining ecosystem protection, conservation policies, promoting sustainable agricultural practices, and strengthening environmental laws. Additionally, it is crucial to involve local communities and raise international awareness of its importance for biodiversity and climate stability.
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