En la última década los sistemas de pensiones han
incorporado mecanismos "solidarios" en algunos de los países de la
región.
Hay dos países en América Latina que están debatiendo en
sus parlamentos sendas reformas de sus sistemas de pensiones: Brasil y Chile.
Ambos
son ejemplos de dos modelos bien distintos: mientras en Brasil las pensiones se
financian con dinero del Estado (el clásico sistema de reparto), en Chile cada
trabajador ahorra individualmente para financiar su propia jubilación
(aunque en 2008 se agregaron pensiones mínimas para los sectores más
vulnerables).
La
edad más baja de jubilación para las mujeres-50 años- está en Bolivia (50).
Luego le siguen -con 55 años- El Salvador y Venezuela.
La
más baja para los hombres -55 años- está en Bolivia.
En el caso de Ecuador, con 40 años de contribuciones no
hay mínimo de edad de jubilación. Con 30 años la edad mínima es 60, con 15 años
es 65 y con 10 años es 70.
En Bolivia, la edad de acceso a la pensión solidaria es
de 58 años para hombres y mujeres, con 10 años de cotizaciones. Además las mujeres pueden
jubilarse un año antes por cada hijo que tengan, con un máximo de tres.
Y en Brasil, con 35 y 30 años de cotizaciones, los
hombres y las mujeres pueden retirarse sin mínimo de edad).
¿Qué
sistemas de pensiones existen en Latinoamérica?
Si lo quisiéramos simplificar al máximo, podríamos decir que hay dos grandes sistemas: público (con financiamiento estatal) y privado (con financiamiento individual).
Pero claro, también hay sistemas mixtos (que financian
las jubilaciones con fondos del Estado y aportes individuales), sistemas paralelos, en los que
la gente puede elegir entre una jubilación con fondos públicos o con fondos
personales, y el modelo integrado, que agrega pensiones mínimas al
sistema de ahorro individual.
Y
luego en cada país existen muchas variantes o subsistemas que le dan a cada
modelo características propias.
"La tendencia dominante en la última década han sido
las reformas estructurales que crean mecanismos solidarios para ir en auxilio
de los mayores de 65 años", dijo el asesor regional de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y exministro de Hacienda de
Chile.
"El
principal desafío de la región es la sostenibilidad de los sistemas de
pensiones, es decir, la solvencia del sistema y la capacidad de cumplir sus
promesas".
No hay un sistema único que funcione bien para todos los
países, porque las circunstancias son distintas.
Cómo
financiar las jubilaciones
Los expertos coinciden en que una de las grandes preguntas es cómo financiar las jubilaciones y qué hacer con el creciente número adultos mayores que en muchos casos reciben pensiones que no les alcanzan para sobrevivir.
El tema va mucho más allá del análisis técnico porque
suele darse en medio de turbulencias políticas y protestas callejeras.
La población de América Latina está envejeciendo
rápidamente.
Los países tienen que gastar más porque la gente vive más años y, con el cambio demográfico, cada vez hay más pensionados y menos trabajadores que aportan al sistema.
Existe una preocupación por la sostenibilidad fiscal.
Según
su análisis, es importante poner esta discusión en el contexto de ampliar la
cobertura para que la mayoría de los adultos mayores reciba una pensión y, al
mismo tiempo, que esas jubilaciones les permitan tener una vida digna.
Algunos países optan por aumentar la edad de jubilación,
otros por subir las cotizaciones de las personas y otros por pagar pensiones
más bajas.
La
tendencia en América Latina y en todas las regiones del mundo es hacia sistemas
mixtos.
Si lo quisiéramos simplificar al máximo, podríamos decir que hay dos grandes sistemas: público (con financiamiento estatal) y privado (con financiamiento individual).
Los expertos coinciden en que una de las grandes preguntas es cómo financiar las jubilaciones y qué hacer con el creciente número adultos mayores que en muchos casos reciben pensiones que no les alcanzan para sobrevivir.
Los países tienen que gastar más porque la gente vive más años y, con el cambio demográfico, cada vez hay más pensionados y menos trabajadores que aportan al sistema.
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