LA CRISIS DEL SECTOR TEXTIL

Según el Dane, en junio el sector produjo 20% menos que el mismo mes del año pasado, mientras que en confecciones el declive fue de 13%.

La producción de textiles y confecciones en Colombia está de capa caída. Según el Dane, en junio el sector de hilos y telas produjo 20 por ciento menos que el mismo mes del año pasado, mientras que en confecciones el declive fue de 13 por ciento.

La menor producción implica despedir trabajadores, y se estima que ya se habrían perdido 80.000 empleos. Lo curioso es que la venta de textiles y confecciones en el comercio minorista creció 1,4 por ciento en el mismo periodo y las importaciones de confecciones aumentaron 21 ciento. Esta diferencia entre el comportamiento de la producción industrial, por un lado, y las ventas del comercio y las importaciones, por el otro, es una de las claves para explicar la mala racha del sector, que empeoró el último mes, pero es notoria desde el año pasado.

En el primer semestre, la producción nacional de confecciones y prendas de vestir se redujo 9,7 ciento, mientras que las ventas del comercio solo cayeron 1,9 ciento.

En el 2016, la caída de la producción fue de 4,2 ciento, en tanto que el comercio minorista aumentó sus ventas en 3,8 ciento. Además, es significativo que en el 2016 las importaciones de prendas de vestir tuvieron una disminución del 22 por ciento, por efecto del aumento del arancel que rigió en ese año, lo cual permite suponer que el incremento de las ventas debió incluir confecciones de contrabando.

No obstante los esfuerzos e inversiones realizadas por las empresas textileras para modernizarse y aumentar su productividad, la realidad es que es imposible competir con prácticas desleales como el dumping (vender por debajo del costo de producción), o ilegales como el contrabando técnico, mediante la subfacturación de importaciones, uno de los mecanismos que se utilizan para lavar dineros ilícitos. Un caso concreto de estas prácticas es el de telas Denim, que llegan de China a un precio de 0,70 dólares/kg, cuando la sola materia prima, el algodón, tiene un precio internacional de 1,50 dólares/kg.

En la medida en que se han cerrado otros canales para el lavado de dinero, en los últimos años se pueden haber incrementado el dumping y el contrabando técnico, agudizando los problemas del sector, No obstante, su deterioro viene desde hace años, debido a las políticas de apertura hacia adentro de los últimos gobiernos y la funesta revaluación, que tanto daño hicieron al aparato productivo nacional al exponerlo a una competencia desleal con los bienes importados.

El volumen de la producción nacional de textiles y confecciones (línea continua) en el 2003 es muy parecido al del 2017, es decir, un magro crecimiento de 3 por ciento. Con algunos altibajos, la triste realidad es un estancamiento total en un periodo en el que la economía creció 75 por ciento y el conjunto del sector industrial, 42 por ciento.

Tan mal desempeño no se originó porque los consumidores hubieran frenado sus compras. Por el contrario, las ventas de confecciones en el comercio minorista crecieron 2,3 veces (es decir, 130 por ciento), lo cual implica necesariamente que tuvieron que comprar telas y vestidos importados, mucho más baratos por las rebajas de aranceles y la revaluación del peso.

El comportamiento de las importaciones de estos productos (barras verticales con la escala en el lado derecho) corrobora la anterior afirmación. En 11 años –hasta el 2014– se cuadriplicaron, y aunque con la devaluación del peso de los últimos años han decrecido un poco, el crecimiento en el periodo es de 235 por ciento.

Llama la atención que las ventas del comercio siguieron creciendo después del 2014, aunque la producción nacional estaba estancada y las importaciones declaradas en las aduanas disminuyeron. Una hipótesis para explicar esta paradoja es el aumento del contrabando y el lavado de dinero.

Los evangelistas de la apertura a ultranza justifican el deterioro del sector porque, afirman, no ha hecho el esfuerzo de aumentar la productividad para ser más competitivos frente a las importaciones. La verdad es que el conjunto del sector sí ha hecho la tarea de reducir sus costos de producción, en particular el más importante, la mano de obra.

La industria textil hoy produce lo mismo que a principios del siglo, pero lo hace con el 40 por ciento menos de trabajadores.


La noticia positiva es que, hasta el año pasado, el aumento de la productividad en el sector textil era del 75 por ciento; la negativa, que eso ha sido a costa de la pérdida de miles de empleos.

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