Malas noticias para el autoproclamado ‘mil oficios’: las
investigaciones continúan
desacreditando el mito de que usted puede realizar más de una tarea a la vez de
forma productiva. El cerebro humano simplemente no está diseñado para funcionar
de esta manera. El intento de dividir su concentración aumenta el estrés y
disminuye el rendimiento.
Sin embargo, desafortunadamente la mayoría de los lugares
de trabajo no son
propicios para la concentración. Están llenos de interrupciones urgentes y
atractivas que reducen nuestra capacidad de prestar atención de una
manera que produzca tanto resultados de alta calidad como un compromiso
satisfactorio.
La evidencia de la fragilidad de nuestra atención sigue
aumentando. Un teléfono que suena afecta la productividad, pero incluso una
pequeña vibración puede imponer una sustancial carga cognitiva. Y si eso no
fuera suficiente, otros estudios muestran que solo la presencia de un teléfono
socava nuestro enfoque y debilita las conexiones interpersonales.
Las
persistentes interrupciones se vuelven especialmente insidiosas cuando no somos
conscientes de la poderosa función que nuestro entorno desempeña en la
formación de nuestros pensamientos, estados de ánimo y opciones.
Si apretar los dientes y tratar de ignorar las molestosas
interrupciones no funciona, estas son algunas maneras de tomar el control de su
entorno de modo que no lo controle a usted.
1.
Monitoree las emociones. Pruebe este pequeño experimento: Las próximas
10 veces que usted permita ser interrumpido, deténgase y pregúntese, “¿Qué
estaba sintiendo justo antes de que cambié de actividad?” La mayoría de
nuestras interrupciones son respuestas adictivas –tácticas aprendidas para
evitar emociones incómodas.
En un pequeño experimento, le pedí a estudiantes
universitarios que anoten sus interrupciones, y he encontrado que más del 90%
de los cambios de tareas fueron una respuesta a sentimientos de ansiedad,
aburrimiento o soledad. Ser más conscientes de los motivos detrás de su
respuesta a atractivas interrupciones le ayudará a desarrollar estrategias
saludables para manejar sus sentimientos y para resistirse a atender esa alerta
de correo electrónico o teléfono.
2.
Tome las victorias fáciles. La ansiedad inconsciente acerca de las
tareas incompletas también lo puede hacer vulnerable a la distracción. En lugar
de dejar que la preocupación tome el control, intente concentrarse con
simplemente eliminar de su lista de pendientes algunas tareas que generan mucha
ansiedad pero a la vez tienen baja complejidad. Cualquier cosa en su lista de
tareas que está sin terminar atrae su atención. Y lo interesante es que las
tareas de baja complejidad atraen de manera desproporcionada esa reserva finita
de atención.
Por ejemplo, “Encontrar una cura para el cáncer”, atrae
su atención más que “preparar una cita de almuerzo con el jefe”. Sin embargo,
esta última tarea tiende a atraer más atención de lo que merece. Por lo tanto,
libere energía mental al simplemente eliminar cualquier tarea que dure menos de
dos minutos en terminar antes de centrarse en la cura para el cáncer.
3.
Estructure la soledad. Hágase de tiempo y espacio para enfocarse.
Conozca cuáles son sus momentos más productivos en el día, luego programe
bloques de tiempo para realizar un trabajo concentrado en tareas complejas. Y
no solo programe el tiempo: cree un ritual en torno a la construcción de un
espacio tranquilo. Apague los teléfonos, alertas e incluso el acceso a
internet, si es posible. Otórguese un oasis temporal y espacial y luego
disfrute ese espacio. Al principio, puede experimentar ganas de rendirse. Pero
aférrese a este hábito.
4.
Ejercite su músculo de la atención. La atención es un músculo, y el
atractivo de las interrupciones es evidencia de atrofia o subdesarrollo. Pero
mientras el músculo crezca más fuerte, más tiempo podrá concentrarse en una
tarea. Carl Sandburg comparte una historia relevante. Un observador vio a
Lincoln sentado en un tronco, perdido en sus pensamientos mientras luchaba con
un problema especialmente molesto. Horas más tarde, el observador pasó de nuevo
cerca de Lincoln, aun en la misma posición. De repente, una luz ilumino su cara
y Lincoln regresó a su oficina. Lincoln tenía la capacidad de sentarse a pensar
en un problema bastante tiempo hasta el punto de dedicar su más completa
concentración. Tenga paciencia a medida que crece ese músculo. Anote cuánto
tiempo se puede enfocar. Permítase aumentar sus sesiones de soledad
estructurada de forma gradual para que coincida con su capacidad.
También es posible reforzar ese músculo usando algo de su
tiempo frente al volante o en el autobús para simplemente sentarse quieto y
permitir que su mente se ordene y le presente ideas. Apague todos los
dispositivos y deje que su mente se relaje y siga su propia agenda por un
período fijo de tiempo. Pruebe con cinco minutos si es difícil, y luego aumente
el tiempo a medida que descubre el valor creativo y terapéutico del silencio.
5.
Analice un problema con una caminata. Si el ambiente de la oficina hace
que sea difícil excluir las interrupciones, desarrolle un plan de caminatas.
Analice un problema interesante e importante mientras da una caminata. Mover el
cuerpo puede complementar la actividad mental. Y será menos probable que
encuentre interrupciones mientras está en movimiento.
Usted no puede decidir para saber si su mundo impulsado
por interrupciones le está influyendo. En su lugar, usted tiene dos opciones:
tomar el control de estas distracciones o dejar que las controlen. Si usted
permite que lo último ocurra, las interrupciones socavarán su rendimiento,
aumentarán su estrés, y debilitarán su capacidad de prestar atención.
Pero no tiene por qué ser así. Si y cuando usted tome el
control de las cosas que lo controlan, puede cosechar los beneficios de nuestro
mundo siempre conectado sin muchos de los costos.
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