SI VAS A DUBÁI DEBES CUMPLIR NORMAS TALES COMO NO DAR LA MANO NI TOMAR VINO

Un restaurante con vista al canal y al barrio Dubái Marina. Dubái le da la bienvenida a los extranjeros, pero muchos terminan en la cárcel al realizar actos que en sus países son normales pero que en ese emirato son penados como delitos.

Jamie Harron, un electricista escocés que visitó Dubái como turista, recibió una sentencia de tres meses de cárcel por haber tocado a un hombre en un bar.

A David Haigh, el dirigente británico de un equipo profesional de fútbol, lo sancionaron con siete meses en la cárcel por un tuit que, según él, no pudo haber publicado —pues ya estaba en la cárcel sin un celular—.

Un trabajador humanitario que vive en Dubái, Scott Richards, fue encarcelado por intentar recaudar dinero para comprar cobijas para los niños afganos pues no formaba parte de una beneficencia reconocida.

Dubái, uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos, se presenta como un lugar que le da la bienvenida a los extranjeros. Quienes lo promocionan dicen que es el cuarto destino turístico más visitado del mundo y tiene, por lo menos, doce veces más residentes extranjeros que ciudadanos.

Pero un sistema legal basado en una rígida interpretación de la ley islámica a menudo hace que los extranjeros sean encarcelados por acciones que en sus países jamás serían consideradas como delitos.

Ejemplos recientes citados por abogados incluyen tomarse de la mano en público; publicar elogios en Facebook para una beneficencia que se opone a la caza de zorros; beber alcohol sin licencia, y compartir una habitación de hotel con una persona del sexo opuesto (si no están casados).

En la mayoría de los casos, las autoridades del emirato se hacen de la vista gorda cuando se trata de extranjeros que se comportan así… hasta que dejan de hacerlo. Dubái tiene una vida nocturna animada con muchos bares gays y clubes donde prostitutas de Europa del Este ofrecen abiertamente sus servicios. Sin embargo, la cohabitación es un crimen, la homosexualidad está sujeta a pena de muerte (aunque rara vez se impone) y la prostitución puede castigarse con azotes y medidas más duras.

Jamie Harron, un turista escocés, fue sentenciado a tres meses de cárcel por tocar a un hombre en un bar.

Incluso las víctimas de crímenes violentos pueden ser acusadas de ofensas a la moral: las personas homosexuales que reportan ataques han sido encarceladas junto con sus atacantes y las mujeres que denuncian haber sido violadas pueden ser detenidas por adulterio si no cuentan con cuatro hombres que hayan sido testigos y respalden su acusación.

Radha Stirling, una abogada británica, dice que ha representado a cientos de occidentales que han sido encarcelados en Dubái por hacer cosas que generalmente se permiten en sus países.

“Viajas allá y su fachada es que todo eso es legal; todos lo hacen y crees que está bien”, dijo Stirling, quien dirige Detained in Dubai, un grupo con sede en el Reino Unido que divulga ese tipo de situaciones. “Pero si ofendes a alguien, te arrestan”.

Dos casos recientes, en los que trabajó Stirling, han despertado la ira generalizada en el Reino Unido, que tiene más ciudadanos que viven Dubái que cualquier otro país occidental.

Harron, el electricista escocés de 27 años que visitaba Dubái, fue arrestado y sentenciado a tres meses de prisión por indecencia pública al presuntamente haber tocado la cintura de un hombre mientras pasaba cerca de donde estaba en un bar abarrotado. Y un hombre británico de Leicester, Jaim Ahmed Mukadam, de 23 años, está enfrentando un juicio por mostrarle el dedo medio a un conductor de Dubái por conducir muy cerca de su espacio.

Mukadam, un consultor informático, estaba en un auto alquilado, así que a la policía le tomó un rato rastrearlo. Pero seis meses después, en septiembre, lo arrestaron en el aeropuerto después de regresar a Dubái. Ahora está libre bajo fianza, sin su pasaporte, esperando un juicio.

Podría enfrentar seis meses en prisión si lo condenan por hacer el “gesto obsceno”.

El juez Ahmad Saif, dirigente del tribunal civil de Dubái, dijo en una entrevista reciente con The National, un diario con sede en Abu Dabi: “En sus países, levantar el dedo medio o insultar a otra persona no es aceptable, pero la ley no castiga estos actos. La cultura de la gente que vive en los Emiratos Árabes Unidos es muy distinta. A fin de cuentas, somos musulmanes y cometer ese tipo de actos no es aceptable”.

Algunos emiratíes reconocen que sus leyes no se han actualizado para adaptarse a la sociedad contemporánea. “Es insensato esperar que un país le advierta a cada visitante sobre todas sus reglas y regulaciones vigentes”, escribió en un correo electrónico Essam Tamimi, un abogado en Dubái. “En un breve periodo, Dubái ha tenido un gran desarrollo y se ha convertido en uno de los crisoles culturales más diversos del mundo. Habiendo dicho esto, las leyes se hacen para acomodarse a las necesidades de la sociedad, y los EAU, como la mayoría de los otros países, aún debe hacer cambios”.

Los funcionarios de Dubái no respondieron a una petición para hacer comentarios.

Los críticos se quejaron de que el sistema legal emiratí es parcial contra los extranjeros, y tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch han acusado al país de detenciones arbitrarias y abuso de prisioneros.

Haigh, un exdirector de gestión de Leeds United y un socio en la firma de abogados Stirling, dijo que fue encarcelado durante 22 meses y lo torturaron en repetidas ocasiones para intentar obligarlo a firmar una confesión, pero jamás logró ver una copia de los cargos que se suponía que debía confesar.

Haigh se había enfrascado en una disputa comercial con un banco de Dubái, GFH Capital, que tenía participaciones en el equipo. Dijo que lo engañaron para ir a Dubái y resolver las diferencias; al llegar lo encarcelaron por abuso de confianza y lo retuvieron durante varios meses sin permitirle ver a un abogado.

Mientras estaba en la cárcel, lo acusaron de publicar un mensaje ofensivo en Twitter, aunque dice que no tenía celular ni acceso a internet. Por eso, su sentencia aumentó a siete meses. Terminaron por eliminar el cargo en torno al tuit, pero igual estuvo encarcelado otros siete meses además de la sentencia original de quince meses.

El 90 por ciento de la población está violando el 90 por ciento de las leyes todo el tiempo y nadie hace nada en su contra hasta que molestan a la persona equivocada y los arrestan”, dijo Haigh sobre Dubái.

En años recientes, los Emiratos Árabes Unidos han ejercido mano dura contra las redes sociales logrando que sea un delito criticar al país, a sus ciudadanos o a sus empresas a través de Facebook o Twitter.

Los residentes extranjeros y los turistas se encuentran con problemas similares a través de los emiratos, pero son más comunes en Dubái porque hay más occidentales que visitan esa región.

Otras ofensas que pocos extranjeros saben que pueden provocar una sentencia en la cárcel incluyen dar un cheque sin fondos, incluso accidentalmente; no pagar la cuenta de una tarjeta de crédito a tiempo; tomar una fotografía de alguien sin su consentimiento, y tocar a alguien.

En el caso de Harron, el escocés acusado de tocar íntimamente a otro hombre en un lugar público, lo sentenciaron a tres meses de prisión, aunque le permitieron irse del país después de que el gobernante de Dubái, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktoum, anuló la sentencia del tribunal. La exposición mediática ha ayudado a resolver ese tipo de casos, incluso cuando parecían no tener esperanza desde el punto de vista legal.

“El gobierno de los EAU tan solo es una enorme entidad de relaciones públicas”, dijo Stirling. “Si creen que un caso los afectará, el gobierno habla con la policía y los cargos son retirados”.

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