En
pocas palabras, el “fin del mundo” casi es inmediato, a tan solo dos minutos.
El pasado 26 de enero, los expertos del Bulletin of the Atomic Scientist: BAS
(Boletín de los Científicos Atómicos), decidieron poner el minutero del Reloj del Fin del Mundo
(del Juicio Final o del Apocalipsis, como también se le llama), a las 23.58
horas.
La maqueta que representa el último cuarto de hora de la
carátula de un reloj de pared, mostrada al público por personal del Boletín en
la Universidad de Chicago, Estados Unidos de América (EUA), cuenta con un
letrero que dice: “It is 2
minutes to midnight” (“dos minutos para la medianoche”). Traducido al
lenguaje común y corriente, este corto tiempo —dos minutos— es lo que le resta
a la especie humana para su destrucción total. El juicio final o el
Apocalipsis, como usted guste.
Todo
empezó en 1947, dos años después de que el Presidente de EUA, Harry S. Truman
ordenó el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre sendas ciudades japonesas:
Hiroshima y Nagasaki.
Desde entonces el mundo vive con el temor del estallido
de una guerra nuclear….
Anualmente, de forma simbólica, un grupo de científicos
—que incluye entre 15 y 19 premios Nobel—, informa al mundo cuanto tiempo resta
para su “final”. De acuerdo a la última lectura, al empezar
2018 la humanidad está muy cerca, a tan solo dos minutos para el
Apocalipsis. Las
manecillas de reloj tan especial se adelantan o se retrasan según los últimos
sucesos políticos, científicos y militares a nivel global. Este año los
encargados decidieron adelantarlo otros 30 segundos, al igual que en 2017, de
forma que las manecillas han alcanzado las doce menos dos minutos, un margen
que no era tan estrecho desde la Guerra Fría. ¿La razón? La verborrea “incendiaria” del presidente Donald
John Trump.
La presidenta del BAS, Rachel Bronson, declaró al
respecto: “Estamos muy
preocupados por la línea que está siguiendo Estados Unidos de América y por los
comentarios faltos de templanza por parte del mandatario estadounidense”.
Esto significa que el nuevo movimiento hacia ese mínimo histórico de la
manecilla supone trazar paralelismos entre la situación actual y la de 1953, en
plena Guerra Fría, en el momento en que EUA y la entonces Unión de Repúblicas
Soviéticas Socialistas (URSS) hicieran sus primeras pruebas termonucleares en
un plazo de solo seis meses, con una capacidad destructiva desconocida hasta el
momento.
La señora Bronson aclaró: “Las palabras importan. No
tanto como los hechos, pero importan mucho”, refiriéndose a las sugerencias del
mentiroso residente de la Casa Blanca de que Japón debería contar con armas
atómicas para afrontar la amenaza del régimen de Pyongyang. De acuerdo a los
registros del BAS, el Reloj del Juicio Final llevaba dos años pasando a tres
minutos de la “hora fatídica”, la misma hora que en 1984 cuando las dos
superpotencias rompían lanzas y se alcanzaba una nueva marca en el arsenal
atómico y se avecinaba otra escalada de rearme. Por mera curiosidad, en 1987 el
rubio magnate promovía, por medio de su programa de televisión el desarme entre
EUA y la URSS. Treinta y un años más tarde, el “problema” del mundo se llama
Donald Trump. En el mes de diciembre de 2016, como presidente electo, el
extravagante sucesor de Barack Obama aseguraba “que su país debía fortalecer su
capacidad nuclear hasta que el mundo recobre el sentido en torno a estas
armas”.
Ahora
el escandaloso progreso del programa nuclear de Corea del Norte, las tensiones
en el sur de China, el aumento del armamento atómico en Pakistán y la India, la
poca certidumbre sobre la continuidad de EUA en el pacto nuclear con Irán
—sobre todo por los arrebatos de Donald Trump al respecto—, y las
propias relaciones entre Washington y Moscú para el desarme, han sido también
argumentos de los científicos para adelantar las manecillas del citado reloj.
Preocupaciones a las que debían agregarse las amenazas tecnológicas emergentes,
como los ciberataques y otros problemas reconocidos por la “inteligencia” del
Tío Sam que surgieron durante la pasada campaña presidencial con hackeos y
desinformación, amén que a los líderes mundiales (Trump y Putin) poco les
importan los “hechos, los datos y el conocimiento científico”. En fin, vale recordar que hace
siete décadas —cuando se inventó el “Reloj del Apocalipsis” ni siquiera hacía
falta, la humanidad no se había dado razones a si misma para esperar su
autodestrucción.
No está de más informar al lector que el Bulletin of the
Atomic Scientist es una publicación académica dedicada a tratar temas
relacionados con la amenaza nuclear, las armas de destrucción masiva o el
cambio climático, y que nació como respuesta a la primera vez que se utilizó
una bomba atómica contra ciudades habitadas por población civil. Podría
considerarse como una metáfora: un recordatorio de los peligros que acechan a
la supervivencia de nuestro mundo.
En
1947, cuando se creó el “reloj del juicio final”, sus manecillas comenzaron
señalando siete minutos para el Apocalipsis. Dos años más tarde, en 1949,
cuando la URSS realizó su primer ensayo atómico, el minutero pasó a marcar tres
minutos para “el fin del mundo”. Y, en 1953, cuando las dos superpotencias
llevaron a cabo sus primeras armas termonucleares, las manecillas indicaban dos
minutos para el desastre total. Ahora, en 2018, los “relojeros catastrofistas”
adelantaron el minutero, que vuelve a marcar “dos minutos para la medianoche”.
Poco a poco, el tiempo se reduce. Los segundos que se han
de adelantar o retrasar los decide un grupo de 19 miembros del Consejo de
Ciencia y Seguridad del BAS, entre los que se encuentran reconocidos expertos
en seguridad nacional y más de una docena de premios Nobel. Desde hace once
años, el reloj no ha parado de acercarse a la temible hora. La plegaria debería
ser: “Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer…y tu tic tac me
recuerda…”, del inolvidable compositor mexicano Cantoral.
Desde la década de 1960, las manecillas se han adelantado
y retrasado. En l991 logró marcar 17 minutos para la medianoche, lejos de los
dos de hacía años y tomando en cuenta la reducción de la tensión entre EUA y la
desaparecida URSS.
Al principio, el fatídico reloj únicamente marcaba el
tiempo aquel le quedaba a la humanidad para que comenzara una guerra nuclear a
gran escala, pero, al paso del tiempo los científicos del BAS comenzaron a
tomar en cuenta otros factores, como el cambio climático.
El
año pasado, se agregaron otras amenazas, como la “guerra electrónica” y la
“inteligencia artificial”. De acuerdo a los especialistas ya no es posible
limitar las amenazas que acechan a la humanidad a las armas nucleares, por lo
que es necesario actualizarlas, agregar lo que el propio hombre hace en contra
de su entorno, de su supervivencia, aunque parezca increíble. Homo, homini
lupus, decía el clásico.
Los analistas suelen repetir que no debería considerarse
el Reloj del Fin del Mundo como la ocurrencia de un pequeño grupo de “sabios”
—medio locos—, que quiere mostrar su opinión sobre lo “cerca” que está la
Humanidad de su fin. Los miembros del BAS también asesoran sobre cómo reducir y
mitigar esas amenazas y retrasar el minutero. Como sucedió el año pasado,
cuando, por medio de un informe, recomendaron a la Unión Americana y a Rusia
—obvio, la de Vladimir Putin—, a
sentarse en la misma mesa para dialogar y tratar de resolver sus problemas y
reducir las tensiones. No solo esto, sino que también instó a todos los países
de la Tierra para que redujesen sus emisiones de gas invernadero para cumplir
con el Acuerdo de París, y también recomendaron fundar instituciones para
estudiar el lado oscuro de las nuevas tecnologías. Por desgracia, gobiernos,
como el del rubio que se considera “genio”, lo primero que hicieron al tomar el
poder es anunciar su separación del Acuerdo de París.
En
2007 el BAS consideró por primera ocasión el cambio climático como una de sus
principales preocupaciones para el futuro de la Humanidad. En esta ocasión, el
calentamiento ha sido otro factor decisivo para los fenómenos climatológicos en
curso: 2017 fue el más caluroso de los registros históricos, y lo fue por
tercer año consecutivo. Ahora mismo, una ola de frío ha azotado buena parte del
mundo, incluyendo México. Y se anuncia una época de sequía mayor. En fin, el
grupo de científicos que manejan el Reloj del Fin del Mundo reconocen que la
nueva administración de EUA es “abiertamente hostil” a tomar medidas contra el
cambio climático.
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