Cuando
leí recientemente que la primera ministra británica Theresa May ha nombrado una
Ministra de la Soledad, mi primera reacción fue reírme. Me pregunté para mis
adentros si la nueva ministra se va a dedicar a organizar festivales
callejeros, o si va a crear un sitio de internet gubernamental de citas para
gente sola.
Pero después de entrevistar a funcionarios británicos y
varios especialistas, ya no me río más. Es una buena idea que otros países deberían
empezar a estudiar seriamente, y tal vez copiar.
Hay
una epidemia de soledad en el mundo. Y el problema empeorará a medida que la
expectativa de vida crece, hay cada vez más adultos mayores solos, y los
jóvenes son cada vez más
adictos a Facebook y otras redes sociales donde muchos tienen miles de
amigos virtuales, pero ni
un solo amigo real.
La
soledad produce depresión y otras enfermedades que les cuestan a los
países un dineral en gastos de salud pública. El nombramiento de Tracey Crouch
como Ministra de la Soledad del Reino Unido tiene como objetivo combatir la soledad y ayudar al
gobierno a ahorrar en gastos de salud.
La
soledad destruye vidas, y le cuesta al erario público una gran cantidad
de dinero”, me dijo en una entrevista Sir Simon McDonald, jefe del Servicio
Diplomático del Reino Unido. “Así
que esta nueva ministra estará coordinando la política de vivienda, la política
social, la política de salud, la política educativa, para apoyar los programas
que ayuden a quienes están solos”.
Hay 9 millones de personas que sufren de soledad en el
Reino Unido, o el 14 por ciento de la población, según la comisión
parlamentaria que recomendó
la creación de la nueva oficina. En ciertos segmentos de la población,
como los adultos mayores,
el porcentaje de personas solitarias es de más del 33 por ciento, señaló.
Según McDonald, hay muchas cosas simples que puede hacer
el gobierno para combatir la soledad, como hacer un uso más efectivo de los
lugares públicos ya existentes para los ancianos y los centros juveniles.
Algunos estudios han demostrado que la soledad produce estrés y que puede
ser tan perjudicial para la salud como fumar, o beber en exceso. Somos
animales sociales, y no comunicarnos con nuestros pares tiene efectos
peligrosos en nuestra salud.
Entre
los jóvenes, la adicción a la tecnología está causando no solo aislamiento
social sino también trastornos de atención, depresión, ansiedad e ideas
suicidas, según una nueva campaña privada estadounidense contra la adicción
tecnológica llamada “La verdad sobre la tecnología”. La mitad de los
adolescentes se consideran adictos a sus dispositivos móviles, y el 60 por
ciento de los padres sienten que sus hijos son adictos a las redes sociales,
según un informe de la organización Common Sense.
¿Qué pueden hacer los países para combatir la soledad de
la gente, además de resucitar centros comunitarios subutilizados?, pregunté a
varios expertos.
Facundo Manes, un conocido neurólogo, neurocientífico y
escritor argentino, propone
una idea interesante: hacer que la gente solitaria haga trabajo voluntario. En
otras palabras, ayudémoslos a que puedan trabajar juntos por buenas causas, y
al mismo tiempo se sientan menos solos.
“El
trabajo voluntario es muy importante, porque todos necesitamos un propósito en
la vida”, me dijo Manes. “Ser altruista activa ciertas partes del cerebro que producen placer,
en forma parecida a cuando la gente consume cocaína, o come una hamburguesa con
queso, o gana dinero”.
Manes agregó que a menos que eduquemos a la gente para
que permanezca activa y tenga un propósito en la vida, “los gobiernos tendrán que pagar todas las
complicaciones de salud que surgen cuando las personas llevan vidas pasivas”.
Hay muchos ejemplos de comportamientos altruistas entre
animales como hormigas,
abejas e incluso gorilas, lo que ha llevado a algunos científicos a
concluir que puede que los humanos seamos biológicamente altruistas. Entonces,
¿por qué no aprovechar eso y convertir el altruismo en una herramienta para
ayudar a combatir la soledad?
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