Este
tipo de residuos representan la primera fuente de energía renovable en Francia.
Colombia tiene un gran potencial que, sumado a otras fuentes como la solar,
podría ayudar a llevar electricidad a zonas apartadas del país.
Los secretos ocultos de la biomasa
La
energía que se origina de la biomasa es muy importante en una economía baja en
carbono ya que se trata de materias orgánicas de origen vegetal o
animal.
La
biomasa ofrece varias ventajas: el residuo se vuelve una fuente de calor o
electricidad que representa ahorros en el costo de la energía.
Ambientalmente, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y ayuda a
los países a mantener los compromisos internacionales en materia de cambio
climático.
Socialmente, promueve la independencia y la flexibilidad
energética y es fuente de empleo. Además, para las zonas no interconectadas y las áreas marginadas puede
significar el acceso a la electricidad y el desarrollo rural para poblaciones
vulnerables.
En el caso de Francia, el grueso de su energía es nuclear
y las energías renovables ocupan
el segundo lugar, con el 18,2 por ciento. La biomasa representa la primera fuente de energía
renovable, con el uso de la madera para calefacción doméstica. La explotación forestal se
maneja de manera sostenible y es casi neutra en el balance de carbono.
Solo en este sector silvícola existen 440.000 empleos directos.
El éxito de la biomasa en Francia se debe en parte a un
marco regulatorio sólido (la Ley Grenelle de 2009) que fija como meta aumentar
el consumo de las energías renovables del 10 por ciento al 23 por ciento para
el año 2020. Para llegar a esta meta se tendría que duplicar el aporte de la biomasa a la matriz energética
nacional. La ley ayuda a la transición con financiamiento a las plantas
de biomasa colectivas y cobra tarifas preferenciales. Adicionalmente, el
usuario paga tarifas inferiores a las de la electricidad convencional.
Otra
razón del éxito es la inversión en tecnología. La ‘red eléctrica inteligente’
es un sistema integrado que maneja con precisión las fluctuaciones del consumo
según las estaciones del año y la intermitencia en el suministro de energías
renovables. El marco regulatorio, más las actualizaciones en el sistema
de redes, ha servido para estimular al sector privado a invertir en tecnología
y hoy Francia tiene unas de las compañías más innovadoras en exportación de
alta tecnología en el mundo. Según el director ejecutivo de CNIM, compañía
líder en el país en producción de bioenergía, el liderazgo en el sector se lo
deben a la inversión en investigación y desarrollo.
En
Colombia puede haber mayores oportunidades para este sector, pero
prevalecen condiciones preocupantes de inseguridad jurídica. La Ley 1715 de
2014 se desarrolló para aumentar el uso de los renovables y tiene como objetivo
reducir la dependencia en las centrales hidroeléctricas (para evitar el
desabastecimiento durante las sequías graves como El Niño), y disminuir el consumo de
energía de plantas térmicas tradicionales (y como consecuencia frenar las
emisiones de CO2). Pero la ley también tiene requisitos que para muchos
inversionistas ralentizan la inversión privada en la bioenergía; la falta de
claridad jurídica reduce la confianza inversionista en el sector. Además, la normativa no permite
vender a la red electricidad que no tenga “confiabilidad” (suministro
continuo), lo cual excluye a los pequeños productores de biomasa por la
intermitencia de esta energía. Esas comunidades quedarían por fuera de los beneficios tributarios y
financieros.
No obstante, Colombia tiene enormes oportunidades y
potencial. La biomasa
proveniente de residuos forestales y agrícolas (caña, banano, arroz, café y
otros) y desechos urbanos y de animales, representa alrededor del 17 por ciento
de la matriz energética nacional. Al ser uno de los países que más
producen caña de azúcar y yuca se reducen los costos de producción. Además, la
alta competitividad es óptima para la exportación de la biomasa sólida y los
biocombustibles.
A pequeña escala, el uso de microplantas podría abastecer
a zonas marginadas del país sin acceso a la electricidad. Precisamente es en estas zonas
donde se registra el mayor crecimiento de las energías renovables en el país,
de 8 por ciento en el año 2012 se pasó a 20 por ciento en 2015, y se espera llegar
a 30 por ciento en 2020.
Resulta
imprescindible reforzar la inversión en investigación y desarrollo en el país,
una de las razones por la cual Francia está posicionada entre los líderes de
tecnología para la bioenergía. Según el Banco Mundial, en 2013 en
Colombia se invirtió el 0,26 por ciento del PIB en investigación y desarrollo,
mientras que en Francia fue el 2,24 por ciento. A pesar de la importancia que el país europeo le ha dado
a la bioenergía y de que es uno de los líderes en tecnología, no está entre los
diez países que más invierte. El primero es Corea del Sur con 4,17 por
ciento, casi el doble de lo que invierten los franceses. Con el gran potencial
de Colombia, si decide apostarle a este camino los resultados podrían ser
sorprendentes.
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