La
pandemia de la covid-19 trajo también buenas noticias, según el
catedrático de microbiología español Ignacio López-Goñi.
No
sabemos qué ocurrirá en los próximos meses y las nuevas variantes genéticas son
motivo de incertidumbre, pero un año después el mensaje es el mismo: los
avances de la ciencia nos animan a ser optimistas y a ver el vaso medio lleno.
1.
Hay más artículos sobre SARS-CoV-2 y la covid-19 que sobre malaria
Hace un año nos asombrábamos de que en poco más de un mes desde que se notificaran los primeros casos ya hubiera más de 164 artículos científicos en PubMed (un motor de búsqueda de libre acceso para consultar publicaciones científicas) sobre el nuevo virus y la enfermedad.
Hoy esa cifra se ha multiplicado por más de 600 y ya supera los 100.000
artículos, más que los que aparecen bajo el epígrafe de
"malaria", por ejemplo. Existen registrados más de 4.800 estudios en
curso sobre tratamientos y vacunas.
Sabemos
más sobre el SARS-CoV-2 y la covid-19 que de otras enfermedades que llevamos
lustros estudiando.
2.
Más de 200 nuevas vacunas
Hace un año se destacaba que hubiera ocho nuevos proyectos sobre vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2.
Según el portal bioRENDER ahora son más 195 candidatos, al menos 71 ya en ensayos
clínicos.
Estos emplean todo tipo de tecnologías: virus vivos
atenuados, virus inactivados, subunidades de proteínas, vectores virales
recombinantes, partículas similares a virus (VLP), ADN y ARNm.
Jamás
se había invertido tanto dinero y había habido tanta colaboración para el
desarrollo de vacunas entre entidades públicas, privadas, centros de
investigación, universidades, farmacéuticas, empresas y ONG.
Algunos
proyectos se han abandonado, pero otros ya fueron autorizados por la OMS:
Pfizer/BioNTech y Moderna con tecnología ARNm, AstraZeneca/Oxford y Sputnik V
con tecnología de adenovirus recombinantes y la china Sinopharm, con
coronavirus inactivos.
Al
menos otras 20 vacunas están ya en ensayos clínicos de fase III y en las
próximas semanas y meses podrán ser aprobadas, si los resultados son
satisfactorios.
3.
Las vacunas de ARNm son muy seguras
Uno de los posibles efectos graves de las vacunas es la anafilaxis, una reacción alérgica que puede llegar a ser mortal y que ocurre normalmente al poco tiempo de administrar la vacuna.
Se han analizado datos del primer mes de vacunación en
EE.UU., donde se han administrado más de 17,5 millones de dosis (exactamente
9.943.247 de la vacuna de Pfizer/BioNTech y 7.581.429 de la de Moderna).
El Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las
Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) ha registrado solo 66 casos de
anafilaxia (47 con la vacuna de Pfizer/BioNTech y 19 con la de Moderna).
Esto supone menos de 4 casos por millón de dosis o el
0,0003% de todas las dosis analizadas. 21 (el 32%) de esos 66 casos había
tenido casos previos de anafilaxia por otros motivos. No se ha detectado ningún fallecimiento.
Si se compara con el número de casos de covid-19, las
secuelas que deja la enfermedad y el número de fallecimientos, el beneficio que suponen las
vacunas supera enormemente los posibles efectos adversos.
Todo esto permite afirmar que, de momento, las vacunas de ARNm son muy seguras.
4.
Las vacunas son efectivas
Israel es el país que más población tiene ya vacunada.
A principios de febrero y desde que comenzó la campaña en
diciembre, más de 3,67 millones de israelíes habían recibido la primera dosis
de la vacuna de ARNm de Pfizer/BioNTech.
Esto representaba cerca del 40% de la población del país.
Más del 28% había recibido también la segunda dosis. Entre los mayores de 60,
más del 80% había sido vacunado.
Los
datos preliminares muestran que la vacunación está siendo efectiva.
El
número de infecciones está disminuyendo de forma significativa, especialmente
entre las personas mayores de 60. En este grupo de edad, ha habido un
56% menos de infecciones y un 42% menos de hospitalizaciones y un 35% menos de
fallecimientos por covid-19 después de la segunda dosis.
Los resultados con las dos dosis son excelentes: de los
523.000 israelíes vacunados con dos dosis solo hay 544 casos de covid-19, tan solo 4 casos de covid-19
grave y cero fallecimientos. Estos datos confirman los obtenidos en los
ensayos clínicos previos.
En Asturias, España el pasado día 15 de febrero se había
sobrepasado la cifra de 2.000 personas fallecidas por covid-19 desde el inicio
de la pandemia.
Entre
ellas, había una gran proporción de personas con domicilio en residencias de
mayores, donde el impacto ha sido considerable.
Sin embargo, en estos momentos la situación comienza a
estar relativamente controlada gracias a los esfuerzos de vacunación dirigidos específicamente a las
personas residentes y trabajadores que los atienden.
El efecto de la vacuna queda de manifiesto al comparar la
mortalidad entre personas
mayores con domicilio en residencias (casi todas vacunadas), en las que
desciende bruscamente, y el número de fallecidos en personas con domicilio
fuera de ellas (no vacunadas), entre las que aumenta considerablemente.
Además, se acaban de publicar los resultados de un
estudio preliminar en Inglaterra en el que demuestran que la vacuna de ARNm de
Pfizer/BioNTech es
efectiva para prevenir la infección en adultos sintomáticos y asintomáticos,
incluso contra la variante "británica" B1.1.7.
5.
La confianza en las vacunas aumenta
Después de más de 160 millones de dosis de vacunas frente a la covid-19 administradas, la confianza de la población en las vacunas va en aumento.
Por ejemplo, se ha realizado una encuesta a 13.500
personas de quince países de Europa, Asia y Australia entre noviembre del 2020
y enero de 2021.
En noviembre, antes de que los países comenzaran a
aprobar las vacunas, solo cerca del 40% de los encuestados se pondrían la
vacuna contra la covid-19 y
más del 50% estaban preocupados por los posibles efectos secundarios.
Para enero, más de la mitad se pondría la vacuna y el
número de personas preocupadas por los efectos secundarios había disminuido
ligeramente.
Reino
Unido fue el país en el que más gente se manifestó dispuesta a vacunarse
(hasta un 78% de los encuestados) y en España la proporción de gente dispuesta
a vacunarse pasó de un 28% en noviembre a un 52% a mediados de enero.
6.
La respuesta inmune frente al virus dura al menos ocho meses
Los test serológicos que miden anticuerpos frente al SARS-CoV-2 no reflejan todo el potencial, la duración y la memoria de la respuesta inmune frente al virus.
Conocer cuánto dura la respuesta inmune frente al virus
es fundamental para
determinar la protección frente a las reinfecciones, la gravedad de la
enfermedad y la eficacia de la vacuna.
Se ha comprobado que, aunque hay cierta heterogeneidad en
la respuesta según cada individuo, en la mayoría de las personas en las que se
ha analizado mantienen una robusta respuesta inmune humoral (anticuerpos) y
celular (linfocitos T), de
como mínimo entre 6 y 8 meses después de la infección, independientemente de
que sean leves o graves.
7.
Nuevos tratamientos frente a los casos más graves
Ya sabemos que la covid-19 es mucho más que una neumonía.
Se conoce mucho más de la enfermedad y, aunque no dispongamos de momento
de un antiviral específico que inhiba el virus, hay combinaciones de
tratamientos que mejoran mucho el pronóstico y reducen la mortalidad de los
casos más graves.
Antivirales,
antiinflamatorios, anticoagulantes, corticoides, inhibidores de la tormenta de
citoquinas y anticuerpos monoclonales son algunos ejemplos.
Existen
más de 400 ensayos clínicos en curso en los que se están probando
distintos tratamientos y combinaciones.
Por ejemplo, según el ensayo clínico internacional Recovery, la combinación
de tocilizumab (un anticuerpo monoclonal dirigido contra el receptor de la
interleukina-6, aprobado para el tratamiento de la artritis reumatoide) y la
dexametasona (un potente glucocorticoide sintético que actúa como
antiinflamatorio e inmunosupresor), puede reducir a casi la mitad las muertes
en los pacientes más graves con covid-19.
Por otra parte, el tratamiento preventivo con anticoagulantes en
pacientes con covid-19 hospitalizados, se asocia con un 30% menos de
mortalidad a 30 días y sin efectos adversos de sangrado.
8.
No hay gripe
Existía una seria preocupación sobre cómo se iba a comportar el solapamiento de SARS-CoV-2 con otros patógenos respiratorios frecuentes en los meses de invierno.
No se podía descartar una situación de "tormenta perfecta" en la que
coincidieran SARS-CoV-2 con otros virus, como el de la gripe o el respiratorio
sincitial, que causan bronquiolitis y neumonías y son responsables de
frecuentes hospitalizaciones y muertes en determinados sectores de la población
más vulnerable.
Se había sugerido que el riesgo de muerte en personas
infectadas por gripe y SARS-CoV-2 de forma simultánea era superior que en
aquellas que solo estaban infectadas por el coronavirus, especialmente en mayores de 70
años.
La coincidencia de varios virus respiratorios con el
SARS-CoV-2 podría haber causado una carnicería en las personas mayores.
El
cuidado de las personas, con el uso de las mascarillas y con distanciamiento,
hizo que otros virus como el de la gripe mermaran.
La buena noticia es que esta temporada la gripe y otros virus respiratorios han
desaparecido, tanto en los meses de junio a agosto en el hemisferio sur
como ahora en el hemisferio norte.
No podemos descartar que esto pueda suponer un problema
el año que viene (las temporadas en las que la gripe causa mayor mortalidad
suelen estar precedidas de temporadas más benignas), pero este año ha supuesto un verdadero alivio a
los sistemas sanitarios.
Varias son las causas que pueden explicar este declive de
la gripe. Primero conviene
recordar que el SARS-CoV-2 y el virus de la gripe son virus muy diferentes.
Es muy probable que el menor periodo de incubación de la
gripe, la existencia de inmunidad previa, la intensa campaña de vacunación de
este año, las medidas de confinamiento, disminución de viajes, uso de
mascarilla, higiene y distanciamiento social hayan tenido un mayor efecto en disminuir la transmisión
de este virus.
Por el contrario, en la transmisión del coronavirus además influyen mucho
más el efecto de los aerosoles, el papel de los superpropagadores y los
asintomáticos.
9.
Podemos seguir la evolución del virus a tiempo real
El efecto que puedan tener las nuevas variantes genéticas del SARS-CoV-2 en la vacunación y en el transcurso de la pandemia es una incertidumbre.
Debido a que los cambios genéticos pueden tener un
potencial efecto en cómo se comporte el virus, su análisis y seguimiento es
fundamental.
La
buena noticia es que hoy tenemos la capacidad de seguir la evolución a tiempo
real del virus y la aparición de nuevas variantes genéticas.
Hay ya más de 260.000 secuencias del genoma de SARS-CoV-2
disponibles en las bases de datos.
A diferencia de otras pandemias, con la de la covid-19 podemos seguir su
evolución en tiempo real.
Esas secuencias provienen de otros tantos aislamientos
obtenidos de muestras humanas desde febrero del año pasado hasta el momento
actual.
Aunque los cambios de nucleótidos son la primera fuente
de variación genética del SARS-CoV-2, también se han detectado inserciones, deleciones (un tipo
de mutación genética en la cual se pierde material genético) e incluso
recombinaciones.
Todo esto permite hacer filogenias (relaciones de
"parentesco" entre las variantes virales) que pueden emplearse para
hacer estimaciones temporales (cuándo surgen nuevas variantes), caracterizar cómo se extiende
geográficamente el virus, reconstruir la dinámica epidemiológica dentro de una
región y analizar cómo se adaptan a lo largo del tiempo.
El análisis de las secuencias del SARS-CoV-2 no tiene
precedentes, en la base de datos GISAID (Global Initiative on Sharing Avian
Influenza Data) son más de
580.000 datos de secuencias compartidas.
Es
la primera vez que se está siguiendo a tiempo real la evolución de un virus
pandémico.
10.
La pandemia a nivel mundial decrece
No sabemos cómo se desarrollará la pandemia en los próximos meses.
Dada la intensidad que ha tenido hasta ahora es probable que haya nuevas
olas, pero quizá de menor intensidad.
No sabemos cómo será una posible cuarta ola, ni el efecto que puedan tener las
nuevas variantes genéticas que van apareciendo, pero la buena noticia es
que a nivel global la pandemia en este momento decrece.
Quizá sea una combinación de varios factores: el virus se comporta de forma
estacional, la población va adquiriendo cierta inmunidad de grupo por
infección natural o por las vacunas, quizá el virus en ese proceso natural de
variación y mutación va derivando a formas menos virulentas y se va adatando a su nuevo
huésped.
No lo sabemos a ciencia cierta, pero de momento sigue
habiendo motivo para la esperanza.
Hace un año nos asombrábamos de que en poco más de un mes desde que se notificaran los primeros casos ya hubiera más de 164 artículos científicos en PubMed (un motor de búsqueda de libre acceso para consultar publicaciones científicas) sobre el nuevo virus y la enfermedad.
Hace un año se destacaba que hubiera ocho nuevos proyectos sobre vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2.
Uno de los posibles efectos graves de las vacunas es la anafilaxis, una reacción alérgica que puede llegar a ser mortal y que ocurre normalmente al poco tiempo de administrar la vacuna.
Israel es el país que más población tiene ya vacunada.
Después de más de 160 millones de dosis de vacunas frente a la covid-19 administradas, la confianza de la población en las vacunas va en aumento.
Los test serológicos que miden anticuerpos frente al SARS-CoV-2 no reflejan todo el potencial, la duración y la memoria de la respuesta inmune frente al virus.
Ya sabemos que la covid-19 es mucho más que una neumonía.
Existía una seria preocupación sobre cómo se iba a comportar el solapamiento de SARS-CoV-2 con otros patógenos respiratorios frecuentes en los meses de invierno.
El efecto que puedan tener las nuevas variantes genéticas del SARS-CoV-2 en la vacunación y en el transcurso de la pandemia es una incertidumbre.
No sabemos cómo se desarrollará la pandemia en los próximos meses.
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