Hace
cinco años la emblemática empresa familiar perdió 25.000 millones de pesos y
salieron más de 300 empleados. Santiago Molano, nieto del fundador, cuenta cómo
superaron la crisis.
Luego de 64 años de fundación −en 2014−, Productos Ramo, una de las
empresas familiares más emblemáticas y queridas por los colombianos, sufrió su
primera y única gran crisis, que le costó 25.000 millones de pesos y al
menos 350 despidos.
Santiago Molano, nieto del fundador de la compañía,
Rafael Molano, fue quien
tuvo que hacerle frente dentro y fuera de las puertas de su casa.
“Lo
más difícil fue tener que ser quien despidiera a los empleados”,
recuerda. Para entonces, Molano tuvo que abandonar su rol como ejecutivo dentro
de la organización y
asumir el cargo de director de Recursos Humanos.
Creció entre Chocorramos y Tostacos recién hechos. Desde
muy joven entendió que su
trabajo sería liderar la compañía, por lo que combinó su pasión por el
enduro y los caballos con largas jornadas en Ramo. Sin embargo, no asumió el
rol de la presidencia porque
considera que aún le falta prepararse para el cargo.
Desde su oficina, en el oriente de Bogotá, Santiago
Molano habló con Forbes sobre
cómo la empresa logró sobreponerse de la crisis, lo que esto significó para su
familia y cómo ahora, 70 años después, empiezan un 2020 con números a favor
y un aniversario que promete marcar un hito en su historia.
Cuando todo cambió
“En el 2014, por vaivenes del mercado nos tocó enfrentar la que fue la primera crisis en la historia de la empresa. Tuvimos una pérdida de 25.000 millones de pesos, que nos obligó a pensar cómo debíamos enfocar la organización porque no teníamos bolsillo para seguir aguantando ese nivel de pérdidas”, explica.
Como empresario y miembro de la ‘familia Ramo’, un término acuñado por
sus colaboradores desde la fundación de la empresa, el reto más duro corrió como consecuencia de los
despidos.
“Por
la reestructuración salieron personas que conocía de toda la vida, que incluso
habían trabajado con mi abuelo. Perdimos el 10 % del total de los
empleados, unos 350. Entre ellos hubo miembros del sindicato, trabajadores de a
pie, directivos y gerentes. La directora de Recursos Humanos renunció, y por
eso tuve que ser yo quien se encargara de todo mientras se superaba la
situación”.
“La
unión que hay entre la familia hace que los temas que se trabajan en la
compañía tengan más corazón y se desarrolle un amor especial por lo que pase
dentro de ella”.
Como era de esperarse, la crisis también llegó a golpear
la puerta de la familia Molano, que nunca había pasado por algo similar. “Nos afectó, como suele pasar
con este tipo de situaciones. Pero creo que como familia, la manejamos
muy profesionalmente. Entendimos que había que darle más fortaleza al gobierno corporativo y traer conocimiento externo
para enfrentarnos a lo que estábamos viviendo. Ahora podría decir que
nos ayudó a crecer y a tener una visión más clara de cómo manejar la compañía”.
El 2014 dejó como consecuencia que los Molano tuvieran que disminuir su
presencia en la junta directiva de Ramo, que pasó de seis miembros externos y dos internos a
siete externos y solo dos miembros internos.
“Sin embargo, aunque ahora los socios estén en otro ente
de gobierno, siguen siendo
los más proactivos encontrando exhibiciones, o son los que más se emocionan
trayendo fotos de en dónde encontraron Chocorramo fuera del país. Yo
creo que aprender a trabajar con la familia puede hacer que las empresas sean
más exitosas”, precisa.
Para él, aunque emprender en familia “tiene sus retos”
porque “los problemas que se generan en la empresa trascienden al ámbito familiar y pueden
lastimar las relaciones”, la experiencia en Ramo le ha demostrado que “la unión que hay entre la
familia hace que los temas que se trabajan en la compañía tengan más corazón y
se desarrolle un amor especial por lo que pase dentro de ella”. Un
ingrediente que otras empresas no tienen.
Con el 2014, la cabeza de la organización también cambió. El presidente de la
junta directiva pasó a ser
un miembro externo, el empresario Ricardo Obregón. Quien fue presidente
de reconocidas empresas como Bavaria y, según narra Santiago, sabía cómo
internacionalizar la compañía.
Así, Productos Ramo, que vende al menos 9,5 millones de unidades al año de su
producto insignia, el Chocorramo, emprendió su camino de expansión en el
exterior, que hoy ya llega a ocho países.
Chocorramo en ocho países
Para 2020, Productos Ramo tiene como meta conquistar dos nuevos mercados Latinoamericanos: Costa Rica y Perú. Lo que supondría la consolidación de su marca en ocho países, entre los que ya están Estados Unidos, Australia, Canadá, México, Chile y, por supuesto, Colombia. “Aunque duplicamos las ventas en todos los países de la región, queremos fortalecernos Estados Unidos y Canadá, dos países a los que les vemos mucho potencial”, explica Molano.
Otra de sus apuestas para este año es “una alianza estratégica para
entrar en un modelo de negocio fuera del país en el cual podamos terminar el
proceso en sitio. Así en la medida en la que podamos producir en los
países a los que ahora exportamos podremos llegar con un portafolio más
amplio”.
Superando la tormenta
Durante los doce meses siguientes, los esfuerzos de Santiago y los miembros de la organización estuvieron enfocados en cambiar el rumbo de la empresa familiar tradicional que hasta ahora había tenido Ramo.
“Nos
tocó pensar cómo debería ser la estructura para una organización de nuestro
tamaño. En 2014 alcanzamos a tener 20 direcciones que dependían del
presidente, algo inmanejable. Con la crisis lo redujimos a siete”.
“También
acotamos el nivel de reportes que tenía cada director para poder gestionar
adecuadamente los recursos y establecer una nueva forma de medir la
rentabilidad de la compañía, que pasó a términos de EBA”.
Su
apuesta por la innovación, que había estado centrada más en los procesos
y menos en los productos, también cambió. “Habíamos tenido lanzamientos muy
exitosos como Chocorramo
Mini, pero también tuvimos aprendizajes importantes con otras
iniciativas, porque fuimos una empresa que no innovó por muchos años”.
El mercado de snacks, ya conocido por la familia Molano
−que en la década del 80 trabajó de la mano con la fábrica de papas Margarita−, se imponía como una
alternativa viable. “Los Tostacos crecían a dos dígitos y nos lanzamos con
achiras, crispetas, papas y platanitos. La verdad es que nos ha ido muy
bien”, cuenta Santiago.
Así
mismo, la apuesta en el área de ponqués, en la que ya estaban posicionados,
empezó a ser cada vez más fuerte. “Nuestra ficha hacia el futuro es una línea a
la que llamamos Equilibrio, que ofrece productos con ingredientes más ligeros
para quienes quieren cuidarse. Ha sido algo diferente a lo que veníamos
haciendo, pero hemos tenido el apoyo de nuestros consumidores”.
La suma de estos puntos dio como resultado que para
finales de 2015, Ramo estuviera de nuevo en su punto de equilibrio. “Los miembros externos quedaron
a cargo de temas del día a día, la familia liderando cuestiones a largo plazo,
sobre el rumbo de la compañía, y la administración es la gran ejecutora de
estrategias”.
“En
2016 pudimos volver a dar un Ebitda positivo y quedamos otra vez por encima de
lo que teníamos antes del 2014”, concluye.
Un consejo para mantenerse vigentes
Santiago Molano ya respira con tranquilidad. La crisis le valió un reto personal y familiar que lo marcó, pero confía en el proceso que la empresa lleva hacia futuro. Para 2020 Ramo prepara la celebración por los 70 años de su fundación y, aunque no da muchos detalles, anticipa que será un evento que involucre a todos los colombianos.
Mientras permanece sentado en su escritorio, en el
segundo piso de una casona en la que en 1950 se horneó el primer ponqué de
Ramo, Santiago da el que,
a su juicio, es el consejo más valioso para mantener a una empresa vigente en
el tiempo. “Cumplan su promesa de valor”.
“En el 2014, por vaivenes del mercado nos tocó enfrentar la que fue la primera crisis en la historia de la empresa. Tuvimos una pérdida de 25.000 millones de pesos, que nos obligó a pensar cómo debíamos enfocar la organización porque no teníamos bolsillo para seguir aguantando ese nivel de pérdidas”, explica.
Para 2020, Productos Ramo tiene como meta conquistar dos nuevos mercados Latinoamericanos: Costa Rica y Perú. Lo que supondría la consolidación de su marca en ocho países, entre los que ya están Estados Unidos, Australia, Canadá, México, Chile y, por supuesto, Colombia. “Aunque duplicamos las ventas en todos los países de la región, queremos fortalecernos Estados Unidos y Canadá, dos países a los que les vemos mucho potencial”, explica Molano.
Durante los doce meses siguientes, los esfuerzos de Santiago y los miembros de la organización estuvieron enfocados en cambiar el rumbo de la empresa familiar tradicional que hasta ahora había tenido Ramo.
Santiago Molano ya respira con tranquilidad. La crisis le valió un reto personal y familiar que lo marcó, pero confía en el proceso que la empresa lleva hacia futuro. Para 2020 Ramo prepara la celebración por los 70 años de su fundación y, aunque no da muchos detalles, anticipa que será un evento que involucre a todos los colombianos.
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