Cada
vez más, Rusia usa el petróleo como herramienta geopolítica: expande su
influencia por el mundo y, de paso, desafía los intereses de Estados Unidos.
Sin embargo, es una estrategia que también pone en riesgo a Rusia, pues presta
dinero y hace acuerdos en economías turbulentas y climas políticos inestables.
Esta misma semana la
política rusa enfrenta una prueba crucial en Venezuela, que debe conseguir
unos 1000 millones de dólares para no atrasarse con el pago de su deuda.
Moscú
ha extendido varios préstamos a Caracas y hecho acuerdos centrados en el
negocio venezolano del petróleo, con cantidades de dinero que pueden
hacer la diferencia entre el colapso y supervivencia del gobierno del país
sudamericano. A cambio, Moscú
obtiene una ventaja estratégica en una zona cercana a Washington.
El
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue visto muy sonriente durante una
visita a Moscú a principios de octubre, la cual tenía como objetivo
buscar un nuevo apoyo financiero. Maduro agradeció al presidente ruso Vladimir Putin “todo el apoyo que
nos han dado político y diplomático en los momentos difíciles que hemos
enfrentado”.
Moscú, por medio de Rosneft, el gigante petrolero del
Estado, está intentando extender su influencia a lugares en los que ha
tropezado Estados Unidos o donde es posible disputarse ese espacio como aliado.
La necesidad también está detrás de la estrategia, ya que las sanciones que le
han impuesto Estados Unidos y Europa han orillado a Rosneft a buscar nuevos
socios y nuevas inversiones en otras partes del mundo.
Rusia
lleva mucho tiempo dependiendo de la empresa para financiar sus programas
gubernamentales y sociales, y Rosneft se ha involucrado en varios países con
situaciones políticas algo delicadas a nivel internacional, como Cuba, China,
Egipto y Vietnam, así como en lugares turbulentos como naciones al este
del Mediterráneo y en África, zonas de importancia táctica más allá del asunto
energético. Está
influyendo económica y políticamente en el norte de Irak, por medio de
grandes transacciones de petróleo y gas natural en territorio kurdo. Además, está buscando competir por el
control de los yacimientos petroleros de Irán mientras escalan las
tensiones entre Teherán y Washington.
Rosneft está “intentando crear oportunidades que puedan tener un enorme valor
en términos geopolíticos”, afirmó Amy Myers Jaffe, experta en seguridad
energética del Consejo de Relaciones Exteriores estadounidense. “En verdad le darían una
influencia increíble al gobierno ruso en cuestiones que son de importancia para
Estados Unidos”.
“Rusia
es el único país que puede ayudar a Venezuela a sobrevivir lo que resta
del año”.
El enfoque de Rosneft hacia el extranjero se da ante restricciones en
Rusia, por sanciones que han significado que Exxon Mobil y otras petroleras con
sedes en países europeos o en Estados Unidos tienen prohibido utilizar sus
conocimientos tecnológicos para ayudar a que Rosneft desarrolle yacimientos de gas,
esquisto y petróleo en aguas profundas en el Ártico. Esta situación ha
obligado a Rosneft a buscar por todas partes para encontrar nuevos yacimientos con el fin de
remplazar sus reservas.
La
apuesta más importante de Rosneft es Venezuela. En los últimos tres
años, Rusia y Rosneft han
dado 10.000 millones de dólares de ayuda financiera a Caracas, con lo
cual Venezuela ha evitado al menos dos veces el incumplimiento del pago de su
deuda, la cual asciende a aproximadamente 150.000 millones de dólares.
Rusia
está sustituyendo de manera eficaz a China como el principal banquero de
Venezuela. Mientras estuvo en el poder el presidente fallecido Hugo
Chávez, China le prestó
miles de millones de dólares a su gobierno para diversos proyectos, los cuales se pagarían con
petróleo. No obstante, China discretamente ha dejado de realizar tales
préstamos y ha permitido que Rusia llene ese vacío.
El año pasado, Rosneft obtuvo una participación de 49,9 por ciento en Citgo, la refinadora filial de
Petróleos de Venezuela, PDVSA, la cual se encuentra en Estados Unidos,
como garantía de un préstamo de 1500 millones de dólares a la empresa
venezolana. PDVSA utilizó
el dinero para saldar sus cuentas y mantener la producción de sus yacimientos.
Citgo
opera cerca de cuatro por ciento de la capacidad refinadora de Estados Unidos y
tiene una red extendida de oleoductos y gasolineras, por lo que funcionarios
estadounidenses alertaron sobre la posibilidad de que Rusia se hiciera con el
control de la empresa. Caracas sigue dependiendo de forma importante del mercado
estadounidense, ya que hay pocas refinerías afuera de Estados Unidos que
puedan procesar grandes
cantidades de crudo venezolano de baja calidad.
En abril, Rosneft incluso dio un pago adelantado de 1000
millones de dólares por el petróleo crudo que produjera PDVSA, una ayuda clave para que la
petrolera pagara casi 3000 millones de dólares a obligacionistas.
Sin embargo, las inversiones rusas conllevan riesgos. Los yacimientos de Venezuela se
encuentran en mal estado. Las empresas de servicios petroleros se han
ido retirando después de años de pagos parciales por su trabajo. Y las nuevas sanciones de
Estados Unidos han prohibido en gran medida las transacciones de préstamos a
largo plazo con PDVSA o inversiones en otras nuevas deudas del gobierno
chavista, lo cual ha
provocado que se agudicen aún más los apuros financieros de Venezuela.
“Rusia
es el único país que puede ayudar a Venezuela a sobrevivir el resto del año”,
señaló Francisco J. Monaldi, un analista de políticas energéticas de la
Universidad Rice. “China
tiene la capacidad, pero no la disposición, y por este motivo Venezuela está
tan desesperada por obtener el apoyo ruso. Es la única salida”.
Venezuela, mientras, es la segunda fuente de crudo de
Rosneft, después de Rusia. La
empresa rusa revende cerca de 225.000 barriles de petróleo venezolano al día,
el equivalente a 13 por ciento de las exportaciones de Venezuela.
Moscú ha intentado replicar el modelo venezolano en otras
partes, como en la región kurda de Irak.
Sin embargo, su principal enfoque en este momento parece ser Venezuela, donde el
involucramiento de Moscú es más riesgoso.
El
gobierno venezolano argumenta que tiene más de 9000 millones de dólares en
reservas de divisas internacionales, aunque una gran parte de esa
cantidad es oro que se debe enviar
al extranjero para venderlo y obtener dinero, una transacción que puede
tomar tiempo.
Este jueves vence el próximo gran pago de deuda —1200
millones de dólares— por un bono de PDVSA que está a punto de expirar. Al borde
del incumplimiento, la empresa tuvo complicaciones para pagar la mayor parte
—no todo— de un bono de 1000 millones de dólares que vence el viernes, mientras
el país sigue debiendo 350 millones de dólares adicionales en pagos que
expiraron este mes.
Y si
Caracas cae en suspensión de pagos, Rusia y Rosneft terminarían con préstamos
que sería muy difícil cobrar.
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