Se
espera que estos nanosatélites llamados Sprites se conviertan en la piedra
angular de futuras misiones de exploración interestelar.
El ser humano no ha dudado en desarrollar grandes avances
a lo largo de su historia para descubrir el mundo que lo rodea: primero lo hizo en la Tierra,
donde no quedan ya demasiados rincones vírgenes por explorar; y, desde
el siglo pasado, ha puesto su mira en las estrellas. El sistema estelar más
cercano al Sol es Alfa Centauri, y, en torno a una de sus tres estrellas –la
enana roja Próxima Centauri– orbita el exoplaneta Próxima b, que podría reunir las
condiciones para albergar vida y se encuentra a 4,2 años luz de la Tierra,
por lo que ha suscitado el interés de la comunidad científica.
En abril del año pasado, el astrofísico Stephen Hawking explicó, en el
marco de la iniciativa internacional Breakthrough Starshot, que, trabajando en colaboración con
la NASA, tienen la pretensión de construir nanonaves del tamaño de una mariposa
–llamadas StarChips– y
dotadas de velas solares, que podrían realizar el viaje desde la Tierra hasta
Alfa Centauri en solo veinte años (en comparación con los miles de años
que le llevaría semejante periplo a una nave estándar de las actuales).
En este proyecto, Hawking cuenta con el apoyo del
fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y del magnate ruso Yuri Milner, y, en
uno de sus primeros pasos, acaba
de lanzar al espacio los satélites más pequeños de la historia, que
vendrían a sentar las bases para ese futuro viaje interestelar rumbo a Alfa
Centauri, aunque no son escasos los retos tecnológicos a los que se enfrentan
los responsables de esta iniciativa para que llegue ese ambicioso momento.
Del tamaño de un sello
Estos
minisatélites que acaban de lanzarse, y que han recibido el nombre de Sprites,
son del tamaño de un sello de correos –con una placa de apenas 3,5 centímetros
cuadrados y un peso aproximado de solo 4 gramos– y reúnen en su miniaturizada electrónica sensores, computadoras,
paneles solares y radios.
Fue el pasado 23 de junio/2017 cuando Breakthrough
Starshot lanzó dos de estos minisatélites transportados como cargas secundarias
por sendos satélites: el letón Venta y el italiano Max Valier. Ambos Sprites están unidos al
exterior de sus respectivos satélites y, según sus estaciones
terrestres, situadas en California y Nueva York, se han recibido señales de
radio del Venta –que también pueden captar sin demasiada dificultad radioaficionados
de todo el mundo– y están intentando establecer comunicaciones con el Max
Valier, que podría haber
presentado un problema en su antena de radio.
Pese a este último contratiempo, Zac Manchester, director
del proyecto e investigador e ingeniero aeroespacial, se mostraba optimista
sobre la misión: “Nuestro
principal objetivo era demostrar que los sistemas de comunicaciones y energía
de un Sprite podían funcionar en el espacio; esos son los datos básicos que
necesitamos para seguir adelante. Desde nuestra perspectiva, este
experimento ha sido cien por cien un éxito”, comentaba a la revista Scientific
American.
Si
se llegan a fabricar en masa, estos nanosatélites de coste muy bajo podrían ser
desplegados y conectados en red para crear un sistema de sensores sin
precedentes en la exploración del espacio,
sin necesidad de exponer naves mayores y mucho más caras en ese empeño del
hombre de llegar a enviar naves, algún día, a distancias interestelares.
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