Durante
años han vivido en los oscuros rincones de la web, ocultos tras imágenes de caricaturas,
con tediosos discursos sobre la decadencia de la cultura blanca y seudónimos
repulsivos. Pero tras la sorpresiva victoria electoral de Donald Trump cientos
de sus partidarios extremistas se reunieron en la capital para proclamar su
momento de dominio político, algo que muchos consideraban imposible.
En las entrañas del edificio Ronald Reagan y el Centro de
Comercio Internacional, a tres cuadras de la Casa Blanca, miembros del
movimiento de derecha alternativa que esperaban reunirse para realizar una
autopsia y maquinar cómo
lidiar con su lúgubre futuro en la administración de Clinton, celebraron
el inesperado avance de las ideas del nacionalismo blanco y presentaron la
victoria de Trump como una validación de su lucha por preservar la cultura blanca.
“Fue
un despertar”, declaró Richard B. Spencer, quien dice haber acuñado el término
“derecha alternativa” (extrema derecha), que en inglés se conoce como
alt-right), en una reunión reciente. “Así luce un movimiento exitoso”.
El
movimiento ha criticado a políticos de todas las facciones por promover la
diversidad, la inmigración y lo que se percibe como políticamente correcto.
Sus críticos afirman que es una versión rebautizada del Ku Klux Klan que
promueve el antisemitismo, la violencia y la represión de las minorías.
Sus líderes intelectuales argumentan que solo pretenden
cumplir su deseo de tener un “etnoestado” blanco donde nadie los moleste. Trump, con su discurso de
promoción a la división en contra de inmigrantes y musulmanes, les dio la
esperanza de que esos sueños se vuelvan realidad.
“Nunca
pensé que llegaríamos a este punto, a nada parecido a la aceptación de la
corriente principal o a tener influencia política”, comentó Matt Forney,
de 28 años, originario de Chicago. “La cultura se está moviendo en mi
dirección”.
Inspirado por el control de Trump en el Partido
Republicano, Forney manifestó que espera ver a personas asociadas al movimiento nacionalista
blanco postuladas como candidatos en las elecciones de 2018. Explicó que
el aumento del populismo y el declive de lo que es políticamente correcto
presentan una oportunidad excepcional.
Robert Taylor, de 29 años, describió la conferencia como una “fiesta de victoria”.
Taylor era un libertario comprometido, según afirmó, e incluso trabajó en las
campañas presidenciales de Ron Paul y se mudó a New Hampshire debido a un
proyecto que organizaron personas con ideas similares. Si Hillary Clinton
hubiera ganado las elecciones, aseveró, habría abogado por la secesión.
“Pensé
que tenía las respuestas correctas y había leído los libros correctos”, agregó.
“Escuché hablar del movimiento de extrema derecha y se encendió una chispa en
mi interior”. Taylor opinó que con Trump, “tenemos espacio para recobrar el aliento; tenemos un
poco de tiempo”.
Trump ha desmentido las insinuaciones de que tiene
conexiones con el movimiento de extrema derecha. Pero sus opiniones en el tema
de inmigración y su política exterior con el lema “Estados Unidos primero” han
cautivado a los miembros del movimiento. Cuando designó como director de
estrategia a Stephen K. Bannon, quien ha dicho que Breitbart News, el sitio web
que dirigió por mucho tiempo, es una plataforma para el movimiento de extrema derecha, se reforzó la
idea de que el futuro presidente está de su parte.
La aceptación de Trump entre los blancos nacionalistas se
hizo patente en la conferencia anual de un grupo llamado el Instituto de
Política Nacional. Los invitados compartieron bocadillos de piccata de pollo y
evaluaron opciones para reorientar la demografía de Estados Unidos. Muchos de
los asistentes, que en su mayoría eran hombres blancos, llevaban gorras rojas
con el lema “Hagamos a
Estados Unidos grandioso de nuevo”. Las camisetas con el rostro de Trump se
vendieron rápidamente.
Aunque el entusiasmo dentro de la conferencia era
evidente, la resistencia al movimiento se mantiene firme. El alza reciente en delitos
raciales y reportes de abuso verbal y agresión física a minorías ha
incrementado la presión sobre los grupos que promueven el racismo.
Muchos
sitios no aceptan celebrar sus eventos y las cuentas de algunos de sus miembros
en las redes sociales fueron suspendidas debido a los ataques crueles a
periodistas judíos y críticos de Trump. Un gran grupo de manifestantes marchó alrededor
del Edificio Ronald Reagan, que al ser un inmueble federal, no podía negarse a
realizar la conferencia.
“Estas
personas tienen derecho a la libertad de expresión, pero los valores que
defienden no representan a Estados Unidos”, enfatizó Jon Pattee, de 48
años. “Yo los defino como
el brazo elegante del movimiento supremacista-nacionalista blanco”.
Tampoco es probable que los republicanos que apoyan la
corriente principal acepten las ideas más radicales del movimiento. “Deben crecer y empezar a desechar
algunos de los elementos que causan más controversia”, expresó Erick
Erickson, bloguero y comentarista conservador que ha criticado a Trump. “No
creo que el Partido Republicano llegue a aceptarlos por completo”.
No obstante, los líderes de la extrema derecha anunciaron
que planean aprovechar su
reciente influencia y ejercer presión sobre Trump para que tome
posiciones políticas más radicales, como una moratoria a la inmigración neta
durante los siguientes 50 años. Spencer afirmó que se daría preferencia a los
europeos blancos.
“A
largo plazo, las personas como Bannon y Trump tendrán una actitud abierta ante
la claridad de nuestras ideas”, señaló Jared Taylor, fundador de
American Renaissance, una publicación nacionalista blanca.
Al igual que Trump, Spencer, quien se ha convertido en el
rostro de la extrema derecha, se ha burlado de la OTAN calificándola como
“burda e ineficaz”. Convocó
a crear relaciones más amistosas con el presidente ruso Vladimir Putin y a
deportar a los inmigrantes no autorizados, invitando a corear la consigna
“Construye el muro”.
“Creo
que colocar a la extrema derecha como vanguardia intelectual puede ser un buen
complemento para Trump”, subrayó Spencer. “Podemos ser quienes estén al
frente, para pensar en lo que él todavía no comprende”.
A pesar de que estas personas dicen que su intención es
ser más activos en la política, no está claro cuál sería su reacción si se les
alinea con los grupos de poder o qué harían si Trump comienza a moderar sus
puntos de vista. Sus
actividades dirigidas a los estadounidenses de raza negra durante los últimos
meses de la campaña causaron enojo entre algunos de sus seguidores
nacionalistas blancos, quienes se preguntaron si Trump no sería tan diferente
después de todo.
“Es un momento fugaz de optimismo”, indicó Al Stankard,
de 29 años, originario de Baltimore, quien usa el seudónimo “Haarlen Venison”
en internet y estaba repartiendo su novela, Death to the World.
Stankard
predijo que Trump podría decepcionar a los nacionalistas blancos tanto como el
presidente Obama decepcionó a algunos de sus partidarios cuando no logró
establecer una unidad racial en el país.
“Se
trata de fantasías un tanto ilusas”, puntualizó Stankard.
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