En
Caracas la crisis ya está fuera de control. No hay leche en las tiendas.
Edgar Avellano reza en voz baja: por favor, que el precio del petróleo siga hundiéndose... y
que con él se hundan la economía y este Gobierno disparatado.
Si
el pueblo no puede derribar al régimen, quizá lo consiga el petróleo. El
presidente Maduro aparece en televisión. Primero culpa a la América capitalista de estar librando
una «guerra del petróleo» contra su pueblo, luego anuncia reformas.
Pero
lo importante no lo dice: la inflación supera el 60 por ciento, la deuda está
disparada, la producción de petróleo cae año tras año. Y con cada dólar por
barril que baja el precio del petróleo, el país deja de ingresar 700 millones
de dólares anuales.
Los expertos financieros prevén la bancarrota del Estado para este 2015. La
probabilidad de que ocurra la sitúan en el 93 por ciento.
Los antiguos beneficiarios por el petróleo han visto su
posición amenazada de un día para otro. El 2015 no solo podría ser el año del hundimiento para
Venezuela. También hay mucho en juego para el hombre sentado en la torre
de perforación en Dakota del Norte. Y para el soberano del Kremlin, para los
jeques saudíes, para los mulás de Irán. Antoine Halff, de la Agencia
Internacional de la Energía, afirma: «El poder se está desplazando desde los productores hacia los
consumidores, desde los vendedores hacia los compradores». Una nueva era del
petróleo ha comenzado.
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