Pero
los bajos precios del petróleo también albergan riesgos. En Europa podrían
contribuir a una deflación. Y causar turbulencias en los mercados
financieros.
Muchas empresas petroleras de Estados Unidos operan
gracias a una financiación cuestionable, el boom del fracking ha atraído a
muchos inversores codiciosos. Hay unos 200.000 millones de dólares en créditos de alto riesgo
moviendo la maquinaria del sector petrolero. Si esta financiación precaria se
traduce en impagos, si la burbuja explota, la onda expansiva podría alcanzar a
la Bolsa.
En Wall Street todo el mundo está nervioso. Y a esto hay
que sumar los riesgos políticos. Las incógnitas son muchas.
¿Seguirán
los saudíes fieles a su estrategia?
¿Cómo
se comportará Irán?
Y,
sobre todo, ¿qué pasará con Rusia, el país que representa el principal factor
de riesgo político en la nueva era?
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