Predecir
el precio del petróleo es un ejercicio un poco fútil. Existen simplemente
demasiadas variables en juego para hacer una estimación significativa.
Lo
que sí sabemos es que, a pesar de un reciente incremento, el precio del crudo
se desplomó casi en un 50% en los últimos seis meses tras el declive más
prolongado en 20 años.
Y sabemos cuáles son las causas. El petróleo de esquisto de Estados Unidos y en
menor medida la reanudación de las exportaciones libias aumentaron la oferta,
mientras que las economías de China y Europa redujeron la demanda.
Si agregamos a esto que un dólar fuerte encarece el crudo, afectando aún más la
demanda, tenemos todos los ingredientes para un colapso de los precios.
Pero lo que suceda de ahora en adelante es más difícil de
desentrañar.
El
actual auge del esquisto en EE.UU. no da señales de disminuir y existen
dudas sobre la fortaleza de la economía global. Estos factores son dos buenos
motivos para creer que los
bajos precios del crudo continuarán por algún tiempo.
Las condiciones actuales son precisamente aquellas en las
que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) solía intervenir reduciendo la
producción para apuntalar los precios.
Pero
en esta ocasión la OPEP no actuó. En una decisión histórica, la
organización dijo a fines del año pasado que no sólo no intervendría para
reducir su actual
producción de 30 millones de barriles al día, sino que no tenía
intenciones de hacerlo ni siquiera si el precio caía a US$20 por barril.
Y no se trató de palabras al viento. A pesar de una furiosa oposición por parte
de Venezuela, Irán y Argelia, el "zar" de la OPEP, Arabia Saudita,
simplemente se negó a rescatar a sus socios más vulnerables.
Muchos
miembros de OPEP necesitan un precio de US$100 o más por barril para
mantener el equilibrio fiscal en sus economías.
En USA los precios del crudo caen por los temores acerca
de un exceso de oferta en Norteamérica.
Analistas dicen que los mercados siguen saturados,
especialmente en Estados
Unidos, donde los inventarios están en máximos récord. Se espera que los inventarios de
crudo de Estados Unidos se incrementen hasta mayo.
Las principales refinerías de la costa este de Estados
Unidos han sido afectadas por el tiempo frío, lo que hace subir los futuros del
combustible para calefacción, por temor a una escasez de suministros.
Arabia
Saudita, en cambio, tiene reservas estimadas de crudo de US$900.000 millones
y puede darse el lujo de esperar y observar las condiciones del mercado.
Poco
más del 30% del crudo mundial viene de los países de la OPEP. El porcentaje era de casi 50% en
la década del 70, pero los productores de petróleo de esquisto de EE.UU.
han inundado el mercado
con una producción cercana a los cuatro millones de barriles diarios.
En estas condiciones, "¿cómo puede esperarse que
alguien deliberadamente reduzca la producción para apuntalar los
precios?", argumentó recientemente la OPEP.
Arabia
Saudita tampoco está dispuesta a reducir su dominio en el mercado
mientras sus competidores, especialmente los productores de esquisto en EE.UU.,
prosperan.
Las implicaciones de la decisión de la OPEP de no
intervenir van mucho más allá del impacto en los precios.
"Hemos entrado a un nuevo capítulo en la historia de
los mercados de crudo, que está comenzando a operar más como un mercado de commodities y no como un
cartel".
El cambio se ha hecho sentir en muchas partes de la
industria y podría tener consecuencias importantes durante años.
"Serios riesgos"
Es
probable que el precio del petróleo se mantenga por debajo de US$100 durante
varios años, debido tanto a la negativa de la OPEP a intervenir como a
reducción en la demanda por la ralentización de la economía global.
El mercado de futuros indica que el precio podría recuperarse levemente y llegar a
US$70 en 2019. Pero la mayoría de los expertos coincide en un precio probable de entre
US$40 y US$80 en los próximos años. Intentar hacer una predicción más
exacta es una pérdida de tiempo.
Con estos precios, muchas explotaciones dejan de ser
rentables. Las operaciones más afectadas son aquellas de reservas de acceso
difícil y costoso, como los pozos de gran profundidad en el mar.
La
explotación de crudo en el Ártico, por ejemplo, no es rentable a menos de
US$100 el barril, por lo que los planes de perforaciones en zonas polares podrían ser postergados.
La
producción del Mar del Norte también corre riesgo. Nuevas perforaciones
requieren un precio de al menos US$70 a US$89 para ser rentables.
En una entrevista reciente con Platts, el jefe de Oil
& Gas UK, la asociación que reúne varias empresas de explotación de gas y
crudo, dijo que a un
precio de US$50 el barril la producción del Mar del Norte podría caer un 20%.
Esto afectará no sólo a las petroleras sino también a la economía escocesa.
La exploración en sitios de reservas no confirmadas en el
sur y oeste de África también se verá paralizada.
¿Y qué sucederá con las operaciones de fracking, la
controvertida técnica utilizada para obtener gas y petróleo de esquisto?
Los costos varían, pero según Scotiabank los productores
de EE.UU. requieren un
precio de cerca de US$60 para que sus explotaciones sean rentables.
Las grandes empresas ya están sufriendo el impacto de la
caída en los precios. Las
acciones de BP, Total y Chevron cayeron un 15% en los últimos seis meses.
Y hay cientos de compañías más pequeñas con un futuro
incierto, incluso en EE.UU, donde las empresas de esquisto obtuvieron préstamos por US$160.000
millones en los últimos cinco años, esperando precios más altos que los
existentes hoy en día.
Las compañías de servicios en el sector petrolero también
están sintiendo las consecuencias. El mes pasado, Schlumberger, la mayor empresa del mundo de servicios a
yacimientos petroleros, anunció el despido de 9.000 trabajadores de un
total de más 120.000 en unos ochenta países.
El sector de renovables también se ha visto afectado. En
Medio Oriente y partes de América del Sur y América Central, el petróleo
compite directamente con energías renovables para la generación de
electricidad. Si el crudo
es barato, habrá menos inversion especialmente en paneles solares.
La
caída en el precio del petróleo ha llevado a una reducción en el precio del gas,
un competidor directo del sector de renovables que podrían requerir nuevos
subsidios.
La
disminución en el precio del crudo y el gas hace mella en uno de los
principales argumentos para invertir en renovables: que el precio de los
combustibles fosiles seguirá en aumento.
El impacto ya es palpable. Las acciones de Vestas, la principal
productora de turbinas eólicas, cayeron un 15% en los últimos seis meses. Y las acciones del gigante chino
de producción de paneles solares JA Solar se desplomaron un 20%.
Los
bajos precios del petróleo también son un dolor de cabeza para los fabricantes
de autos eléctricos. En Estados Unidos, la venta de automóviles híbridos
está cayendo mientras que se ha disparado la de vehículos todoterreno.
"Impacto profundo"
Los
efectos dominó de una caída sostenida en los precios del petróleo son extensos
y profundos.
Pero mientras que la decisión de Arabia Saudita de no
intervenir puede ser histórica, los mecanismos autoregulatorios del mercado
siguen intactos: si los precios bajan la producción cae, si la demanda baja los
precios suben.
Como una consecuencia directa de la caída en los precios
la exploración y producción disminuirán y aunque sea un proceso que lleve años,
eventualmente esta
reducción en la oferta hará que los precios suban.
Después de todo, a pesar de la entrada de cientos de
pequeñas empresas al mercado, las grandes compañías que pueden controlar la
oferta aún son muy pocas como para hablar de un mercado libre.
Pero soplan verdaderos vientos de cambio. Existe un consenso creciente de
que los combustibles fósiles deben permanecer en la tierra y no ser explotados
si el mundo espera cumplir sus metas en torno al cambio climático y evitar
niveles peligrosos de calentamiento global.
Es solo cuestión de tiempo hasta que se introduzca
precios del carbono, sancionando
económicamente a las empresas que más contaminen. Y estas medidas
tendrán un impacto profundo en el mercado global de petróleo.
Por otra parte, por primera vez el crudo enfrenta a un
verdadero competidor en el sector de transporte, que representa más de la mitad
del consumo global de petróleo.
Los
autos eléctricos son por ahora un sector reducido, pero a medida que avance la
tecnología y haya baterías más eficaces y duraderas, estos vehículos serán
mucho más comunes, lo que reducirá significativamente la demanda de crudo.
El mercado de petróleo está sufriendo grandes
transformaciones, pero se avecinan cambios aún más profundos.
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