Hace
poco Arabia Saudita organizó una especie de fiesta de presentación económica,
en la que pregonó las acciones que emprende para modernizar a su sociedad
conservadora y diversificar su economía a través de una reestructuración
integral de las operaciones tradicionales del reino.
En un deslumbrante centro de conferencias en Riad, se proyectaron videos para
presentar una resplandeciente ciudad del futuro, que requerirá una
inversión de 500.000 millones de dólares, utilizará energía solar y contará con robots. El príncipe heredero elogió al
“islam moderado” que acoge al mundo. Miembros de la élite empresarial
global también se congregaron en salas sin butacas para asistir a sesiones
sobre temas como la energía sustentable y el futuro de la urbanización.
El
mensaje para los banqueros, empresarios e inversionistas de alto nivel fue
claro: el reino que alguna vez estuvo aislado abrirá sus puertas a las
inversiones.
“Hoy en día, nuestro pueblo está convencido de que, si
trabajamos juntos con todo nuestro empeño, tanto Arabia Saudita como todos sus proyectos y
programas alcanzarán nuevos horizontes en el mundo”, declaró el príncipe
heredero Mohamed bin Salmán durante la conferencia el martes.
No obstante, a pesar del anuncio real, acompañado por una
lujosa cena que incluyó sushi, cordero e incesantes bandejas con trufas de
chocolate, los grandes
planes del príncipe han avanzado con algunos traspiés.
El gobierno, encabezado por el príncipe heredero de 32
años, puso en marcha hace
poco algunos cambios sociales notables: prometió que las mujeres tendrán derecho a conducir
y se restringirán las
facultades de la policía religiosa. Sin embargo, hasta ahora su objetivo de transformar al
reino de un Estado petrolero a una economía diversa y productiva capaz de
crecer aunque los precios del petróleo sean bajos, no ha mostrado muchos
avances.
Todavía no se sabe en qué medida los decretos de las
altas esferas y los anuncios de cambios drásticos provocarán cambios reales significativos
en una sociedad que desde hace tanto tiempo se distingue por su profundo conservadurismo religioso y
su fuerte dependencia del Estado.
Los participantes de la conferencia esperan la llegada
del príncipe heredero el martes. El futuro monarca espera transformar al reino de su actual situación
como petroestado para encauzarlo hacia una economía diversa y productiva.
De cualquier forma, muchos han tomado más en serio estas nuevas medidas que
otras del pasado. Más
de 3500 inversionistas de capitales privados, directores corporativos,
presidentes de organizaciones globales y funcionarios de gobierno de decenas de
países asistieron a la conferencia y convirtieron a Riad en un centro
financiero en el que
diversos líderes comerciales internacionales se reunieron con el fin de
estudiar los prospectos del reino para generar dinero.
Históricamente, debido a las vastas reservas petroleras del país, que se
calcula representan una quinta parte del total mundial, el gobierno
saudita ha sido el principal motor de la economía. El Estado daba empleo a la mayoría de los
trabajadores sauditas y financiaba proyectos complicados, por lo que
incluso el sector privado dependía en gran medida del gasto público.
No obstante, la caída en los precios del petróleo ha
afectado ese modelo, pues
el presupuesto público se vio reducido en un momento en el que cientos de miles
de sauditas jóvenes ingresan al mercado laboral cada año. El crecimiento
sufrió una caída drástica, se suspendieron proyectos de gran tamaño y el
desempleo es un problema cada vez más grave.
Para sortear estas dificultades, el príncipe Mohamed
propuso una serie de cambios en el marco de su estrategia Saudi Vision 2030, un proyecto que habría sido
inconcebible en el pasado pues busca aumentar el número de sauditas,
mujeres incluidas, con empleos en el sector privado, además de atraer inversión
extranjera y vender acciones de Saudi Arabian Oil Co., el monopolio petrolero nacional, para obtener
capital e invertirlo en otros rubros.
Los
robots inteligentes esperaban su presentación en el evento de inversiones en
Arabia Saudita. El príncipe heredero anunció planes para crear una nueva
ciudad en la costa del mar Rojo que, en gran medida, será atendida por robots.
El alcance de estas propuestas ha creado una extraña
atmósfera de dinamismo entre los observadores sauditas.
“El
príncipe heredero es un agente de cambio a una escala tremenda; esta
conferencia es una gran señal de la rapidez con que se darán los cambios y de
que realmente ocurrirán”, escribió en un correo electrónico Daniel
Yergin, un destacado estratega del sector energético que asistió a la
conferencia. “Esta
decisión se debe a que el país ha reconocido que el modelo económico basado en
gran medida en el petróleo, que funcionó por muchas décadas, ya no basta
en el contexto actual, cuando el 70 por ciento de la población tiene como
máximo 30 años de edad, los
precios del petróleo son volátiles y el mundo se digitaliza”.
A pesar de esta decisión, el cambio económico enfrentará muchos retos; en
primer lugar, una cultura que por lo regular evita tomar riesgos e innovar.
El
gobierno ha recortado sus costos, por lo que algunos sauditas que en otras
épocas podrían haber tenido puestos públicos seguros, ahora deben competir por
empleos más demandantes en el sector privado. Si se decide eliminar
algunos subsidios muy generosos o reducir el número de empleados extranjeros,
los negocios que dependen de esos privilegios podrían irse a pique.
Una
mayor transparencia podría impedir a los miembros de la familia real tener
control sobre áreas lucrativas de la economía. Además, incluso los
sauditas de clase media se han acostumbrado a la energía subsidiada, por lo que
estarían en una situación vulnerable si cambia el sistema.
La
decisión del gobierno de recortar los bonos para sus empleados causó un
malestar tan generalizado, además de provocar una caída en el gasto, que
en abril el rey Salmán desistió de la medida y volvió a instaurar los
privilegios.
Un
aumento en el precio del agua también se descartó después de que el pueblo
expresó quejas similares, aunque el alza en los precios del combustible y los
llamados impuestos al pecado, que se gravan sobre las bebidas azucaradas
y otros productos, parecen ser definitivos.
A pesar de existir reportes en sentido contrario, el gobierno insiste en que
celebrará la primera oferta pública de colocación de bonos de Saudi Aramco el
próximo año, aunque todavía se desconocen muchos detalles al respecto.
“El príncipe Mohamed ha demostrado que puede tomar medidas arriesgadas en el
ámbito social”, subrayó Kristian Coates Ulrichsen, un académico experto
en Medio Oriente que trabaja para el Instituto Baker de Política Pública en la
Universidad Rice. “Ahora
necesita cambiar el enfoque del ámbito social a los intereses económicos establecidos,
pues de lo contrario estos podrían impedir el avance de algunos de los cambios
esperados, e incluso revertir sus efectos”.
Para que Arabia Saudita florezca en una era de precios
bajos del petróleo, es
necesario que más sauditas trabajen para empresas privadas; el príncipe
Mohamed ha mencionado que planea
desplazar a los sauditas jóvenes a industrias nuevas y los ayudará a
convertirse en emprendedores.
Pese a todo esto, todavía es muy reducido el número de
sauditas con este tipo de empleos. La mayoría de los trabajadores son empleados del gobierno y las
empresas privadas contratan a muchísimos extranjeros. Los extranjeros
representan aproximadamente un tercio de la población de Arabia Saudita, que
asciende a 31 millones de habitantes; la mayoría son obreros que realizan trabajos que muchos
sauditas evitan, y por sueldos que ellos no aceptarían.
El
gobierno ha intentado movilizar a más ciudadanos al empleo en el sector
privado. No obstante, solo podrá darse una verdadera reforma laboral si
se toman medidas como reducir
el número de visas que se otorgan a trabajadores extranjeros o se obliga
a los patrones a pagar sueldos que resulten aceptables para los sauditas, opinó
Jean-François Seznec, un experto del Centro de Energía Global del Consejo
Atlántico.
“Al
sector privado le interesan las utilidades. ¿Aceptará acaso trabajar con
ciudadanos sauditas en vez de contratar a muchos extranjeros por la quinta
parte del costo?”, preguntó. “No estoy seguro de que eso ocurra en el futuro próximo”.
El principal motor de la transformación económica
propuesta, así como el patrocinador del reciente evento, es el Fondo de
Inversión Pública, que
invierte tanto en empresas sauditas como en compañías extranjeras, y que hace
poco anunció una serie de iniciativas multimillonarias en dólares.
Costureras
de Filipinas almuerzan en su puesto en uno de los mercados locales más antiguos
de Riad. Las estrategias del gobierno para revocar los generosos
subsidios destinados a los ciudadanos o reducir el número de trabajadores extranjeros podrían
destruir las empresas que dependen de esos beneficios.
Entre ellas se encuentran inversiones en empresas de eficiencia energética, lácteos,
entretenimiento y tratamiento de residuos; un fondo de apoyo para
empresas pequeñas y medianas; y otras inversiones en infraestructura,
tecnología y la empresa de servicios de transporte entre particulares Uber.
El anuncio de inversiones por estas cantidades generó
interés entre los inversionistas internacionales que visitaron Riad.
“Este
país puede hacer realidad lo que se proponga”, declaró Mary Callahan
Erdoes, directora de la división de Gestión Patrimonial y de Activos en
JPMorgan Chase, antes del arranque oficial de la conferencia sobre inversiones.
El
impulso de las reformas en el reino se relaciona de manera muy estrecha con el
príncipe Mohamed, a quien muchos consideran el soberano de hecho del reino, con
la bendición de su anciano padre, el rey Salmán.
El
príncipe también anunció su ambicioso plan de crear de la nada una ciudad
completamente nueva en la costa de Arabia Saudita en el mar Rojo, que
operará con energía
renovable y donde los robots se encargarán de prestar la mayoría de los
servicios.
El proyecto, llamado Neom, tendrá un costo de 500.000 millones de
dólares y su objetivo será crear un “centro global que ejemplifique el futuro de la civilización humana
ofreciendo a sus habitantes un estilo de vida idílico combinado con prospectos
económicos excepcionales”, según los materiales promocionales que
distribuyó la Corte Real.
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