Es
el año 2023 y por todo el arrecife donde vives los humanos han empezado a
desplegar cardúmenes de peces robot para vigilar tu ambiente, monitorear la
contaminación y reunir información sobre tu comportamiento. Bienvenidos al
futuro, mis queridos amigos con aletas.
Es cierto, no eres un pez. Y este mundo de los peces
robot como salidos de la ciencia ficción no existe. Pero tal vez llegue el día…
y no dentro de mucho tiempo.
Esa es la esencia de SoFi: abreviatura de Soft Robotic
Fish (pez robótico suave) recientemente revelado por científicos del
Laboratorio de Inteligencia Artificial y Ciencias de la Computación del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la revista Science Robotics.
Los
científicos explicaron cómo crearon el robot con aletas y cómo le fue en su
primer chapuzón en un arrecife de coral ubicado a las afueras de Fiyi. Los
peces robot como SoFi podrían ser fundamentales para comprender y proteger la
vida marina que está en peligro de desaparecer dentro del frágil ambiente
oceánico, el cual está bajo la amenaza debido a la actividad humana y el cambio
climático.
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cambiar su futuro
Este
robot de medio metro de largo se parece a un verdadero pez: puede nadar
en el océano a velocidades de hasta la mitad de su largo por segundo y a
profundidades de hasta 18 metros debajo de la superficie. SoFi usa una batería que dura 45
minutos a la vez.
Debido a que no la delatan un cable conectado a un bote,
una hélice ruidosa o un cuerpo enorme, rígido, extraño o angular de un aparato
metálico en la superficie, no parece molestar ni ahuyentar a los peces de
verdad. Hay algunos que incluso nadan con ella. Al no estar conectada, ser
suave, relativamente barata y bien tolerada, SoFi podría brindar a los biólogos
la perspectiva de un pez sobre las interacciones animales en los ecosistemas
marinos cambiantes.
SoFi comenzó como una cola de silicón de 23 centímetros
que se movía con la ayuda de una bomba hidráulica, una combinación entre el
amor por el buceo que tienen los especialistas en robótica del MIT y su trabajo
con robots suaves.
“Me
impresionó lo bien que funcionó, lo mucho que pude mover su cola de un lado al
otro o hacer que nadara de derecha a izquierda, como un tiburón u otro pez”,
comentó Robert Katzschmann, un estudiante de posgrado del MIT, quien encabeza
el equipo. “Pero queríamos demostrar que no solo funcionaba en una banca o en
una mesa de prueba”.
SoFi es un pez robot diseñado por científicos del MIT
para estudiar la vida y los hábitats de los peces en el océano. SoFi debía poder nadar en el
mar, en varias profundidades. Por lo tanto, se requería resistencia al agua,
control de flotabilidad, que se modificaran las distribuciones del peso y debían
encontrar una manera discreta de compartir la información debajo del agua.
También implicaba el uso de un equipo compacto.
“El pez no puede tener el tamaño de un submarino… a menos
que hubiéramos querido construir una ballena”, dijo Katzschmann.
Un par de años después de la primera prueba, SoFi ya
tenía una cabeza y un cuerpo con aletas equipados con una cámara, un hidrófono
bidireccional, una batería, sensores ambientales, un sistema operativo y un sistema de comunicación que
permitió que un buzo enviara órdenes por medio de un control modificado de
Super Nintendo.
El
sistema de comunicación fue el desafío más grande, según Katzschmann,
porque por lo regular se necesita un cable. Las señales remotas comunes que se
utilizan para pilotear drones aéreos no viajan debajo del agua. Sin embargo,
las ondas de sonido sí lo hacen. Crearon su propio lenguaje, por medio de
mensajes codificados en ondas sonoras agudas entre SoFi y el buzo. Asignaron sus propios tonos a
las diferentes partes de la información, más o menos de la misma forma en que
los tonos de marcado representan los números cuando se hace una llamada
telefónica. Un sistema de procesamiento decodificaba y transmitía los
mensajes para decir al buzo cosas como “SoFi está nadando hacia adelante” o dar
una instrucción a SoFi para “girar 20 grados a la izquierda”.
Las señales agudas solo viajan cerca de veinte metros y
los peces no las pueden escuchar, aunque es probable que algunas ballenas o delfines sí puedan, lo cual
podría requerir investigación.
“Nuestro
objetivo principal era hacer algo para biólogos”, mencionó Katzschmann,
quien visualiza que el futuro habrá una red de robots SoFi revestidos de
sensores que estudien las dinámicas de los cardúmenes o que monitoreen los
niveles de contaminación conforme pasa el tiempo.
En la actualidad, Katzschmann está trabajando en una inteligencia artificial
primitiva para que SoFi pueda utilizar sus videos con el fin de
identificar y monitorear peces verdaderos.
No obstante, ¿qué pasaría si un pez real —o un tiburón—
monitoreara a su vez a SoFi?
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