Durante
todo un año, John Webster y su familia siguieron una estricta dieta basada en
no comprar nada (o casi nada) que implicara la utilización de petróleo.
"Recipes for disaster", el documental que filmó sobre la experiencia,
demostró las probabilidades de éxito.
La película compite en la sección de
documentales internacionales y rompe una lanza a favor de la acción individual
para poner freno al deterioro que sufre la Tierra, en concreto con la emisión
de dióxido de carbono en la atmósfera.
Esta suerte de ensayo general de la extinción
de recursos naturales comienza con una afirmación en tono irónico: "Nos enorgullecemos de ser
seres razonables, de planear nuestro futuro, de saber que nuestros actos tienen
consecuencias".
Y así, comienza a lanzar los datos que le
llevaron a esta drástica decisión: un ciudadano finlandés arroja una media de 13.000 kilogramos
de dióxido de carbono a la atmósfera en un año, una cantidad
relativamente baja en comparación con Estados Unidos, cuya polución per cápita asciende a
30.000 kilos por año.
Webster denuncia la falta de concienciación
con una pregunta: "Se
puede decir que somos inocentemente felices, ¿cómo puede eso herir al
mundo?".
Gasolina y plástico son los principales elementos
a desechar en esta dieta vital que la familia Webster ,
de manera experimental, comenzó a desarrollar un buen día y, desde entonces,
los obstáculos no dejaron de aparecer.
Más allá de usar la bicicleta en vez de el
coche o de solicitar bolsas de papel y no de plástico, en el día a día del
hombre del primer mundo el petróleo se revela como una suerte de hilo conductor
y el entusiasmo de los "protagonistas de esta historia" se va minando
poco a poco.
Al final de la película, Webster se pregunta:
"¿Qué hemos
conseguido además de poner nuestra felicidad en riesgo?".
Por no usar pasta de dientes, cuyo bote está
realizado con plástico entre otros materiales, una receta casera de dentífrico
causa llagas en sus hijos; el viaje familiar a Italia se hace en tren y no en
avión, etc.
El proceso de renuncia al propósito comienza
con la compra de un automóvil que funciona con un combustible vegetal, pero
¿cómo regalar juguetes a unos niños en Navidad sin recurrir al plástico? ¿cómo
rodar un documental sin que la carcasa de la propia cámara sea de plástico?.
El filme, más allá de sus reflexiones cómicas
acerca de los hábitos poco ecológicos -"lavamos todo nuestro cuerpo con
agua, ¿por qué la parte más sucia la limpiamos con papel?", bromea-
desemboca en un relativo fracaso.
LA PREGUNTA QUE
SOBREVUELA EL FINAL DEL FILME ES:
¿QUÉ SUCEDERÁ CUANDO NO
SEA UN EXPERIMENTO SINO UNA IMPOSICIÓN DE LA NATURALEZA?
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