Si esta revista decidiera escoger un santo patrón, nominaría
a Joseph A. Schumpeter. Nacido cerca de Praga en 1883, Schumpeter fue uno de los mayores teóricos
del área de los negocios. Es su ya clásico libro de 1911 La teoría del desarrollo
económico, Schumpeter rompe con la visión tradicional sobre los
negocios, entronizando al
emprendedor como fuente de todo el progreso económico. El libro lo hizo
famoso en los círculos académicos a los 28 años, si bien sus ideas nunca
calaron hasta no hace mucho, cuando
la vital importancia del emprendedor se ha vuelto obvia para todo el mundo.
La gente siempre se sintió más atraída por el principal
rival de Schumpeter, John Maynard Keynes. En 1936, Keynes publicó su Teoría general del empleo, el
interés y el dinero, un libro que se convirtió en la vía de escape de la
Gran Depresión, pregonando el estímulo de las inversiones y el consumo por
parte del gobierno. Keynes le hizo sombra a Schumpeter por el resto de sus
vidas. Keynes, que también había nacido en 1883, era un escritor brillante, un intelectual y un pensador
original. De hecho, acuño muchos conceptos que hoy en día utilizamos y
que se resumen en lo que conocemos como “macroeconomía”.
Pero
Schumpeter siempre siguió desarrollando sus análisis sobre en emprendedor.
Consideraba que el análisis keynesiano hacía demasiado énfasis en el papel del
gobierno, y que la gente se había olvidado de la energía empresarial que yacía
tras la creación de Estados Unidos, el país más rico del mundo. En 1942, Schumpeter acuñó el
término “destrucción creativa” para describir los incesantes cambios propios de
las economías capitalistas. Esta observación (de que la misma innovación
que crea una oportunidad para un negocio la destruye para otro) se volvió su
sello personal.
Schumpeter murió en 1950 convertido en una leyenda entre los
círculos académicos pero no entre la gente común. Luego, en los años ochenta, sus ideas gozaron de un
renacimiento. La crisis de 1973 (que no podía ser explicada con el
modelo keynesiano) propició una revisión del pensamiento de Keynes. Así que hoy
en día se ha adoptado la
noción de “destrucción creativa” de Schumpeter. En sus propias palabras:
Los emprendedores son como
un hotel, “siempre lleno de gente, pero de gente en continuo cambio”.
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