Las
máquinas dispensadoras, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX en Inglaterra,
de a poco se popularizan en Colombia gracias a la rentabilidad que brindan a
los propietarios y las facilidades que obtienen los usuarios.
Datos revelados por la firma INSSA muestran que el
mercado de las máquinas dispensadoras o de ‘vending’ ha crecido a un ritmo del 30% en los últimos seis
años en Colombia.
Sin embargo, el mercado aún es pequeño frente al de
Europa y Estados Unidos, dado que las máquinas ni siquiera cubren el 30% de las necesidades locales,
según lo advierte un informe de la compañía.
Y es que según cálculos de la empresa con más de 30 años de experiencia en la industria
del ‘vending’, en Colombia
hay unas 12.000 máquinas dispensadoras, es decir, que hay una por cada
3.900 habitantes.
En
Japón hay por lo menos 5‘080.000 máquinas, lo que significa que hay una
dispensadora por cada 25 habitantes, mientras que Estados Unidos tiene una por
cada 70 habitantes (4‘640.000), precisa el documento.
Teniendo en cuenta estas cifras se puede afirmar que en Colombia hay una gran
oportunidad de expansión para la industria del vending, la cual se
popularizó en la década de 1880 con el suministro de tarjetas postales en
Londres.
Años más tarde, en Nueva York (Estados Unidos), la firma de chicles Adams
instaló dispensadoras de sus productos en el metro de Nueva York,
impulsado la masificación de estos dispositivos.
En este punto, el informe explica que el éxito de esta
modalidad de consumo se sustenta en la seguridad que brinda a los usuarios, al ofrecer “mayor higiene,
seguridad y sobre todo rapidez”.
Mientras que en el caso de los operarios, el negocio es
más que redondo ya que tienen la libertad para administrar su propio tiempo,
recuperar su inversión en el corto plazo y actualizar su oferta con base en las tendencias de
consumo, concluye.
Un campo por explorar
El
gerente general de INSSA, Javier Ossa, manifestó que en los últimos años un
gran número de emprendedores colombianos le ha apostado a este modelo de
negocio, el cual mueve unos $70.000 millones anuales en el país.
Para incursionar en este mercado se han lanzado como
inversionistas, es decir, aquellos que adquieren su propia máquina y la ponen a funcionar sin tener que
pagar empleados, ni servicios, ni arriendo.
El negocio también ha tenido acogida en la modalidad de
operadores, la cual consiste en rentar la máquina y ofrecer rentabilidades a
las personas según el nivel de ventas.
Aunque también se ha vuelto popular arrendar los puntos de venta o espacios
libres en centros comerciales, colegios o conjuntos residenciales para
que los dueños de las máquinas instalen las dispensadoras.
Los
expertos coinciden en que uno de los puntos clave a la hora de instalar estos
dispositivos es la ubicación. Por ello, es fundamental analizar el
volumen de personas que transitan el lugar, dado que esto aumenta las
posibilidades de venta.
También “es importante que el operador de la máquina tenga un amplio
conocimiento de los productos que puede vender en las dispensadoras
automáticas, para así generar una alta rotación”, explica INSSA.
Y agrega que algunos de sus clientes surten unas tres
veces al día las máquinas y
obtienen ventas mensuales de más de $18 millones por cada una.
La mayoría de operadores coinciden en que este es un
mercado “con gran potencial y oportunidades”, pero son enfáticos al afirmar que
las máquinas no logran
alcanzar una rentabilidad tan alta como la que menciona INSSA.
El director financiero y logístico de VendPoint, Eliécer
García, aclaró que los ingresos que obtienen los operadores no son tan altos
pues el 95% de las
máquinas del mercado colombiano se abastecen con snacks y bebidas frías.
En el caso de VendPoint los ingresos apenas superan los $2 millones
por cada máquina dispensadora, destacó García, quien además subrayó que
este negocio requiere de mucha responsabilidad.
Mientras que en el caso de la firma operadora Entremés, los ingresos van desde el $1.500.000
hasta los $8 millones en el mejor de los casos por cada máquina, según
lo manifestó su gerente general, Juan Ariza.
Eliécer García lamentó que muchas personas hacen la
inversión inicial en una
máquina de vending pero al final terminan endeudándose porque no tienen la
rigurosidad necesaria.
Y es que unas 10, de las 45 máquinas que actualmente
opera la compañía, fueron
adquiridas a personas que no les fue nada bien en dicho negocio y perdieron al
menos $3 millones de la inversión inicial (en promedio cada una vale
alrededor de $20 millones)
Lo que deben saber las personas que van a incursionar en
este negocio, según los operadores, es que ha dejado de ser informal y por lo tanto los empresarios deben
cumplir con altos estándares de calidad.
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