A
pesar del reciente incremento de 0,5% en la tasa de interés de intervención del
Banco de la República, la puerta hacia nuevas alzas sigue abierta en la medida
en que las expectativas de inflación siguen desancladas.
El
Banco de la República publicó un estudio sobre el anclaje de las expectativas
de inflación en Colombia. El tema es de alta relevancia porque fue el
principal factor que condujo a un aumento de medio punto porcentual (0.50%) en
la tasa de intervención a finales de abril, cuando el consenso de analistas del
mercado financiero esperaba un alza de un cuarto de punto (0.25%).
Ahora
la pregunta es si la fase alcista de tasas de interés adelantada por el Emisor
desde septiembre del año pasado (de 4.50% a 7.0%) ya finalizó o todavía es
posible ver nuevos incrementos; la respuesta depende, en gran medida, de
qué tan ancladas se encuentran las expectativas de inflación con respecto a la
meta fijada entre 2% y 4%. Una premisa central de la política monetaria es que
una inflación baja y estable con expectativas de inflación bien ancladas
propicia un favorable clima de inversión y de confianza del consumidor.
Según Ben Bernanke, exdirector de la Reserva Federal de
EE.UU., anclar las
expectativas significa hacerlas relativamente insensibles a la información
entrante. Si la población experimenta un período de inflación mayor a su
expectativa de largo plazo, pero éstas no se modifican significativamente,
entonces se puede considerar que se encuentran bien ancladas.
Los
bancos centrales fijan metas de inflación con el propósito de anclar las
expectativas de inflación de largo plazo que se forma la población, pero deben
tomar acciones para hacer creíbles tales metas. Al respecto, Mervyn
King, exdirector del banco central inglés, afirmó que la verdadera influencia
de la política monetaria no es tanto el efecto de las decisiones mensuales
individuales sobre las tasas de interés sino la habilidad del marco de política
de condicionar las expectativas de inflación.
Probablemente
el hecho de retirar la mención a una senda de incrementos en la tasa de interés
de intervención en el más reciente comunicado de política monetaria, así
como el descenso de la inflación en abril (de 7.98% a 7.95%) alimenten
expectativas de haber alcanzado el final de las alzas en la tasa de
intervención. Sin embargo, el resultado de abril es atribuible a las menores
tarifas de energía eléctrica como consecuencia del incentivo al ahorro en el
consumo de este servicio público. La variación mensual del precio de la energía
eléctrica al consumidor cayó 5.65% y contribuyó en -0.20% a la variación
mensual del IPC total que fue 0.50%.
En contraste a la mejora observada en la inflación total, la inflación básica se mantuvo
al alza. La
variación anual del IPC sin alimentos primarios, servicios públicos y
combustibles que excluye los componentes cuyos precios no se forman por la
interacción entre oferta y demanda sino, principalmente, por factores de oferta
o por algún ente regulador, continuó aumentando en abril (+0.15%) al ubicarse
en 6.72%, siendo el nivel máximo desde octubre de 2003.
Por
otra parte, según la encuesta mensual realizada a analistas financieros, la
expectativa de inflación al cierre de 2016 es 6.03%, al cierre de 2017 es 4.08%
y a dos años es 3.81%.Entre tanto a dos años (abril de 2018) se espera
que la inflación sin alimentos (medida de inflación básica) se ubique en 3.47%,
siendo el registro máximo desde que se incluye esta pregunta en la encuesta
(ene-2015), al tiempo que se ha venido alejando del punto medio del rango meta
de inflación establecido por el banco central (3.0%).
A
pesar de la tendencia decreciente frente al nivel esperado para la variación
anual del IPC sin alimentos al cierre de 2016 (5.13%) y de 2017 (3.73%),
el repunte en las expectativas sobre la inflación que no tiene en cuenta al
sospechoso de siempre (precios de alimentos) es clara muestra de que las
expectativas de inflación, al menos hasta abril, se estaban desanclando.
Así
mismo, la más reciente encuesta aplicada al sector real (empresarios y
consultores) en enero de este año arrojó una expectativa promedio de 5.30% de
inflación esperada a dos años, mientras que el resultado tres meses
antes había sido de 4.85%, siendo otra clara muestra de desanclaje de expectativas.
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