La debacle económica de Venezuela parece no tener
fin: se profundiza a medida que
los precios del petróleo van tocando fondo, entre desesperados intentos del
presidente Nicolás Maduro por lograr en la OPEP una estrategia que frene la caída en picada del
crudo.
Las alarmas están al máximo. Con un modelo estatista y ultradependiente
del crudo, el país con las mayores reservas petroleras del planeta sufre la
peor crisis de los últimos 30 años, en un clima de creciente tensión política y
hastío popular.
"La crisis es severa, los ingresos se
desploman y el riesgo país se dispara. La caída del precio del petróleo es una
catástrofe para el flujo de caja, pero hacer default podría ser suicida y el
gobierno lo sabe".
En un mercado
colapsado por la sobreoferta y la débil demanda, la cotización del crudo cayó
este mes a su nivel más bajo en 12 años, a menos de 30 dólares el barril, un golpe certero para una
economía que obtiene 96% de sus divisas del petróleo y depende de las
importaciones.
El economista
Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica, estimó que con el barril a ese
precio, el déficit de caja este año será de 27.000 millones de dólares. Con un bajo nivel de reservas
internacionales (15.558 millones de dólares, 24,6% menos que un año atrás), la
caída de un 70% de los ingresos acumuló deudas comerciales por unos 12.000
millones de dólares.
La economía
venezolana se contrajo 7,1% el año pasado, según Cepal. La inflación, de 141,5%
anualizada a septiembre (oficial), y la escasez, que supera dos tercios de los
productos básicos, asfixian a la población. Largas filas se forman en supermercados para comprar
harina, arroz, café, aceite y otros alimentos subsidiados, de venta regulada.
Admitiendo una situación "catastrófica",
Maduro decretó una emergencia económica para encarar la crisis, pero fue rechazada hace una semana por el
Congreso -dominado por la oposición tras 17 años de hegemonía chavista-, por
atribuirla a un "modelo fracasado".
En la llamada "petrodiplomacia", con los precios por las nubes durante gran
parte de los 14 años que gobernó, Hugo Chávez desafió la hegemonía de Estados Unidos y puso a Venezuela
en el centro de la geopolítica regional.
Hoy, debilitado
ese liderazgo, el gobierno
desplegó hace más de un año un lobby entre productores dentro y fuera de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), para concertar
una política frente al colapso del oro negro.
Maduro, quien
propone la cita en febrero, enviará por esos países al ministro del Petróleo y
presidente de la petrolera estatal PDVSA, Eulogio del Pino. Pero el cabildeo ha
sido infructuoso.
La OPEP, liderada por los países árabes del Golfo, rehúsa recortar su producción, como parte
de una estrategia para sacar del mercado a competidores fuertes como los
productores de petróleo de esquisto estadounidenses, lo que Maduro considera
una política "suicida". "Hay una guerra geopolítica contra el
petróleo que (...) va a afectar gravemente este año y el próximo toda la
economía mundial", advirtió.
Venezuela, que produce unos 2,65 millones de
barriles por día según la OPEP,
necesita el crudo a 80 dólares para equilibrar su flujo de caja, lo que no está
en el horizonte de 2016.
El economista
Christopher Dembik, de Saxo Banque (París), estima que Venezuela no podrá evitar una "terapia de
choque" y "tomar el camino de las reformas" para lograr su
independencia económica.
El mandatario
socialista espera salir del laberinto sin recurrir a medidas de corte
neoliberal -de lo que acusa a la oposición-, pero se plantea un tema sensible
para los venezolanos: aumentar
el precio de la gasolina, la más barata del mundo (0,015 dólares por litro, a
la tasa oficial más baja), gracias a un subsidio congelado desde 1998.
Oliveros opinó
que "dado el entorno internacional y los desequilibrios internos, se tiene
la oportunidad de oro" de
eliminar el subsidio que ha costado al país unos 29.000 millones de dólares en
los últimos tres años, e incentiva un contrabando multimillonario por
las fronteras, especialmente hacia Colombia. "Ha llegado la hora", dijo el presidente
hace dos semanas ante la Asamblea Nacional, al señalar que Venezuela debe dar
el "salto" de la economía rentista a una productiva.
Una intensa
campaña mediática busca sensibilizar a la población con anuncios que explican
la locura de vender una empanada a un valor muy inferior al costo de
producción: "En
Venezuela pasa algo similar con el precio de la gasolina, vale 35 veces menos
de lo que cuesta producirla", reza el eslogan.
Llenar un tanque de gasolina de un automóvil cuesta
apenas 60 centavos de dólar. Un
conductor, en una estación de Caracas, ilustró el "disparate":
"Pago con un billete de 20 bolívares, cuatro por la gasolina y el resto de
propina".
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